El 4 de abril de 1977, Adolfo Pérez Esquivel fue detenido en Buenos Aires y encarcelado sin proceso judicial alguno por la dictadura cívico-militar. Ese dato aparece en un informe de antecedentes recogido por la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA) y registrado en su legajo agrupado bajo la denominación “Delincuente subversivo”. A 39 años de aquel día, la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) publica esos informes de inteligencia e invita a la charla que Pérez Esquivel dará esta tarde a las 18 horas en la sede de la Fundación Servicio Paz y Justicia, Piedras nº 730, CABA.
*
(CPM/Agencia) El archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires tiene tres fichas personales de Adolfo Pérez Esquivel, la primera de ellas no tiene fecha de elaboración y está registrada con el legajo N° 2703 del Tomo 5 de la mesa DS VS: “Delincuentes subversivos varios”. En el dorso de la ficha, impresos en mecanografía y a mano alzada, se señalan trece legajos; cada uno de ellos remite a una ubicación del archivo y a un informe de inteligencia sobre Pérez Esquivel.
Informaciones, antecedentes, recortes periodísticos, una investigación sobre la revista ‘Paz y Justicia que concluye: “Se trata de una revista ecuménica […] estimándose que los directivos de la revista serían simpatizantes del Movimiento Sacerdotal para el Tercer Mundo”. Y agrega que la editorial tiene un “neto corte marxista”.
En los años setenta, Adolfo Pérez Esquivel se acercó a los movimientos cristianos de base y en 1973 publicó por primera vez el periódico Paz y Justicia donde expone el principio filosófico de la no-violencia. Un año después lo designaron coordinador general del Servicio Paz y Justicia para América Latina (Serpaj). El 12 de agosto de 1976, junto a 17 obispos latinoamericanos y cuatro norteamericanos “hispano parlantes”, fue detenido en Ecuador y después expulsado a Colombia, siempre con el cargo de “subversivo y peligroso por adscribir a la teología de liberación”.
Esa fue su segunda detención. La primera había sido en agosto de 1973 “acusado de desórdenes”. El dato aparece en el legajo 30.301 de la DIPPBA caratulado “Antecedentes de Pérez Esquivel Adolfo”, allí se informa también que el 4 de abril de 1977 fue detenido y puesto a disposición del PEN por solicitud del Ejército Argentino.
El informe de antecedentes, encomendado a la Comunidad de Inteligencia Nacional (conocida como Comunidad informativa y conformada por todas las agencias de inteligencia que se vinculaban para producir la información para la persecución política e ideológica de las futuras víctimas del terrorismo), fue producido por el Grupo Tarea 1 del Batallón 601, en mayo de 1979. En la estructura de inteligencia, este grupo de tarea estaba específicamente dedicado a información internacional y tenían cuadros operativos dentro y fuera del país.
El 4 de abril de 1977, mientras hacía gestiones para renovar su pasaporte, Adolfo Pérez Esquivel fue detenido y encarcelado en la Superintendencia de Seguridad Federal sin proceso judicial alguno. Unos pocos días después, el 5 de mayo, lo trasladan esposado al aeródromo de San Justo y lo suben a un avión que sobrevuela el Río de la Plata. Adolfo conocía los vuelos de la muerte, los había denunciado ante la Organizaciones de Estados Americanos (OEA). En algún momento, llega una orden y el avión cambia de rumbo: trasladar al prisionero a la Unidad 9 de La Plata. Ahí permanecerá en cautiverio durante 14 meses: lo intimidan, lo amenazan, lo torturan pero no logran quebrarlo.
Durante ese tiempo, la DIPPBA siguió produciendo información sobre Pérez Esquivel, fundamentalmente, sobre las presiones internacionales que exigían su liberación. Una nota del Buenos Aires Herald habla de cientas de cartas remitidas a la OEA y a los gobiernos oficiales de Estados Unidos y Argentina. También cita un petitorio firmado por otros cientos de miembros de movimientos de no-violencia, religiosos y políticos de Francia, Gran Bretaña Austria, México, Ecuador, Paraguay, Colombia, entre otros. El mismo legajo guarda notas de diarios bolivianos y brasileños que informan la demanda solicitada por la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos.
Recién en agosto de 1978, Adolfo Pérez Esquivel fue liberado pero permanecerá otros 14 meses en libertad vigilada y vigilado por la DIPPBA. Así consta en el legajo 12.110: En respuesta a una orden de la Dirección General de Seguridad Interior del Ministerio del Interior, la DIPPBA envía la “nómina de personas sometidas al régimen de libertad vigilada, cuyo domicilio se halla en el ámbito de esta Policía”.
En marzo de 1979, y ante requerimiento del Comandante del Primer Cuerpo del Ejército, Adolfo Pérez Esquivel pasó a integrar una lista de ciudadanos que dieron “pautas concretas de recuperación y buen comportamiento y a quienes se les puede requerir el cese de arresto a disposición del P.E.N.”. Este dictamen tampoco impidió que siguiera siendo objeto de inteligencia por parte de las agencias de la comunidad informativa.
El dictamen, incluso, es paradójico porque Pérez Esquivel siguió desarrollando, desde el Serpaj, una fuerte campaña internacional para denunciar las atrocidades de las dictaduras militares en el continente y el país. A pesar de haber tenido la posibilidad de salir del país, como figura en la foja 21 del legajo de Mesa D (s) Varios Nº 2703, Tomo 9, bajo el título “Salidas del país (opción ley 21650)” del decreto 1680 del 3/08/1978. A pesar de su detención y vigilancia, a pesar de las represiones, nunca pudieron alejarlo de su militancia por la defensa y promoción de los derechos humanos.
Una historia o mito peruano cuenta que las comunidades indígenas conocen a Adolfo Pérez Esquivel como “El hombre que nos enseñó a luchar”. Eso fue tras una visita a la ciudad de Ayacucho asediada por la violencia militar y en donde las mujeres campesinas, en su mayoría quechuaparlantes, denunciaban las desapariciones de sus maridos. Durante esa jornada, se realizó la primera marcha pública por la plaza mayor, Adolfo encabezó la procesión con una cruz improvisada que rezaba el quinto mandamiento: “No matarás”.
Su activismo por la no-violencia, su compromiso con las causas latinoamericanos, le valieron en 1980 la designación como Nobel de la Paz. La entrega de ese galardón también fue extensamente observada por los servicios de inteligencia, que hicieron un exhaustivo análisis de la repercusión en la sociedad argentina y en la prensa nacional e internacional. En el legajo 17.447, la DIPPBA recela del “carácter político de la decisión” y sostiene en su apreciación: “Si se tiene en cuenta que el año anterior fue condecorada una verdadera luchadora por el bienestar y el consuelo del prójimo, como lo es la Madre Teresa de Calcuta, no puede menos que tomarse a la presente actitud como un giro de 180 grados”. Y esgrime la sospecha de que “el organismo noruego ha sido influido por quienes, ya sea dentro o fuera del país, apuntan su campaña de desprestigio contra las autoridades nacionales”.
En otro informe del mismo legajo, la DIPPBA observa que “los grupos de poder más relevantes —entre ellos, menciona al foro judicial, prensa tradicional, Unión Industrial, centrales agrícolas y a banca privada— coinciden globalmente en que la nominación es parte de la estrategia antiargentina”. El 10 de diciembre, cuando recibió el galardón internacional, Adolfo Pérez Esquivel había dicho: “En este caminar junto a mis hermanos los pobres, los que son perseguidos, los que tienen hambre y sed de justicia, los que padecen por causa de la opresión, los que se angustian ante la perspectiva de la guerra, los que sufren la agresión de la violencia o ven postergados sus derechos elementales. Es por todos ellos que estoy aquí. Mi voz quiere tener la fuerza de la voz de los humildes”. Las diferencias son de valores y principios.
Detenido y torturado por la dictadura militar, sobreviviente de los vuelos de la muerte, después del cautiverio, declaró que nunca lograron dominarlo. La última ficha personal de Pérez Esquivel confeccionada por la DIPPBA es del 19 de abril de 1990, legajo 355, carpeta 37, mesa “A”, que contiene informes sobre factor político, estudiantil y prensa. Por primera vez, la policía bonaerense deja de catalogar sus acciones como delincuente subversivo. ¿Cuándo la defensa de los derechos humanos se convirtió en un acto subversivo?
Como presidente de la Comisión Provincial por la Memoria, todavía recorre las cárceles denunciando las violaciones a los derechos humanos que sufren las personas en el encierro. Cuando pasa por la celda de la Unidad 9 en la que estuvo detenido entre 1977 y 1978, se asoma y dice: “Cuídenlo, que éste es mi calabozo. Uno nunca sabe cuándo puede volver”. Eso sí, nunca van a dominarlo.
0 Comments on "Cómo espiaba la DIPBA a Pérez Esquivel"