Julia Muriel Dominzain – Cosecha Roja.-
“Vengo del barrio del Bajo Flores,
barrio de felicidad y carnaval,
les juro que aunque pasen los años,
nunca nos van a olvidar”
Así cantaban el viernes a la noche, en calle sin nombre y Charrúa, los murgueros de Los Auténticos Reyes del Ritmo. Eran cerca de las 9 cuando vieron que una camioneta de Gendarmería daba vuelta la esquina y se acercaba. El director de la murga Gustavo “Marola” González tomó la batuta y habló con el conductor. “Esperá un cachito que hay muchos pibes”, le dijo. El auto avanzó igual empujando a algunas de las nenas más chiquitas.
– ¡Pará, flaco! – gritó otro de los murgueros.
– ¿Acá son todos guapos? – respondió un gendarme al que en el barrio le conocen la cara.
A Gustavo lo empujaron y cuando estaba en el piso el oficial empezó a disparar. Su hijo Jonathan, de 14, quiso ayudarlo a levantarse y recibió el primer balazo en la pierna. Los dos corrieron e intentaron esconderse. Gustavo recibió más de diez balazos en la espalda. El gendarme, al que ya habían visto en el barrio, siguió tirando para todos lados y hasta le apuntó a un nene en la cabeza. Las mujeres escaparon con los cochecitos de bebés. En el tumulto, Kyara -una nena de 10 años- se desesperó porque no veía a su mamá y esquivó gente hasta que la encontró. Juntas, se ocultaron detrás de un auto y miraron cómo los oficiales “tiraban sin asco”. Los vecinos no dejaban de gritarles que pararan, que había niños heridos.
Cuando pudieron salir de la balacera, Rosa y Kyara se fueron rápido a la casa a curar a Lucas -hijo y hermano-. Un disparo le había rozado el muslo. Entre los tres desinfectaron la lastimadura con alcohol y gasa y la dejaron descubierta para que cure.
Mientras tanto, en la calle sin nombre, los disparos seguían. Según fuentes oficiales del Ministerio de Seguridad, el operativo original por el cual la Gendarmería avanzaba por la calle Charrúa era recuperar dos autos robados -Citroën C3 y un Ford Ka- que estaban abandonados en el barrio. La Federal Policía Federal fue con una grúa porque le tocaba acarrear los autos. El objetivo no se concretó porque empezó la balacera. Los vecinos dicen que duró “casi media hora”. Lo recuerdan como una nebulosa de gritos, tiros y corridas.
Cuando los disparos frenaron, un grupo se organizó para llevar al Hospital Piñero a los que tenían heridas más graves porque la ambulancia no entra al barrio y otro cortó la Perito Moreno. Aunque todavía ni Gendarmería ni el Hospital Piñero enviaron los informes oficiales, representantes del programa de acceso a la justicia de la Procuración General de la Nación (ATAJO) y la Procuraduría de Violencia Institucional tomaron declaraciones en el barrio e intentaron reconstruir la historia.
“Hay, al menos, seis niños y cuatro adultos con lesiones importantes, uno de ellos de gravedad”, dijo a Cosecha Roja Emiliano Gareca, Coordinador de Relaciones Institucionales de ATAJO. “Cuando fueron a atender a los niños heridos en el Piñero había muchos gendarmes, que amedrentaban a las familias y no los dejaron ni llevarse certificados”, dijo Gareca. “Nos patoteaban y maltrataban”, contaron los vecinos.
Los oficiales seguían en el barrio. “Cerca de las 11 de la noche hubo otro hecho, que todavía se está dilucidando si tiene relación con el ataque a la murga. Fue cerca de la garita de Gendarmería y puede haber sido una reacción al primer operativo. Se cree que ahí fueron heridos los dos gendarmes”, dijo
La versión oficial es otra: sostienen que los dos gendarmes que custodiaban la 1.11.14 fueron heridos en el primer encuentro con los murgueros, que hubo disparos y que “tiraban piedras desde las casas”. Esa noche ingresaron al Hospital Churruca, unotenía una herida de bala en un brazo y el otro en una pierna. Ayer a la noche, la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich los visitó. Después negó que hubiera habido una murga ensayando y en su cuenta de Twitter escribió: “Vamos a defender a todos los efectivos, no dejaremos que los ataquen con tanta impunidad”. Recién a las 4 de la mañana, se completó el operativo y retiraron los autos. Según los vecinos, lo hicieron “tirando balas de goma para todos lados”.
“En el ataque a la murga no hubo motivo, provocación, disparos cruzados ni enfrentamiento”, dijo Gareca. ATAJO junto con la Procuvin tomaron declaraciones en el barrio durante toda la mañana y la tarde de hoy. “Es muy coherente el relato de las víctimas y los testigos”, contó. Presentarán la denuncia formal ante la Fiscalía de Pompeya y lo van a encuadrar como un caso de violencia institucional.
***
El domingo a la tarde Adriana estaba ayudando a la nuera en su casa del Bajo Flores. Mientras terminaba de lavar los platos le pidió a su nieto Carlos Ariel, de 8 años, que sacara la basura. El nene caminó dos cuadras con las bolsas en la mano hasta el contenedor, que queda cerca de la garita de Gendarmería. Vio a un oficial:
– Mirá lo que me hicieron ustedes – le dijo Carlos Ariel mirando hacia arriba y señalando con el dedo la herida en su ceja.
– Tomátela de acá, pendejo de mierda o te vamos a reventar la cabeza – respondió el gendarme.
Ariel, que no mide ni un metro y medio, fue uno de los heridos durante la balacera del viernes. Tiene dos impactos de bala de goma, uno en la cara y otro en la pierna. Hoy a la noche tiene una cita: Los Auténticos Reyes del Ritmo vuelven a ensayar a las 8, como hacen desde mitad de enero.
“Este es nuestro primer año,
nos venimos a presentar,
con toda la alegría del carnaval.
De sus corazones
no podrán sacarnos nunca más”
La murga se formó invitando a los vecinos “casa por casa”, contó el director a Cosecha Roja. Tenían que juntar 4 mil pesos para comprar 200 metros de tela, mostacillas y lentejuelas. Durante esa semana vendieron rifas a 20 y 30 pesos. Sortearon un costillar, una canasta familiar, dos pollos y una batidora. Con lo recaudado, más los 2 mil pesos que donó un vecino, vistieron a los pibes. “En doce días, con las mamás armamos tremenda murga: los que se odiaban, ahora se hablan; los que se peleaban, ahora andan abrazados”, dijo González. Ya son casi 140 integrantes y desde entonces ensayaron todas las noches, menos un domingo y un día en el que “no andaba un instrumento”. El sábado pasado salieron por Villegas, Tablada y San Alberto. Este fin de semana tuvieron que suspender una presentación en Madero por los heridos.
Adriana tiene cinco nietos que se sumaron a la murga: Zaira, Zoe, Uriel, Ariel y Priscila. Rosa es mamá de ocho chicos y seis de ellos bailan: Kevin, Alexis, Lucas, Aylen y Omar. “Ojalá que no pase más nada, ahora tenemos miedo”, dijo a Cosecha Roja. Las dos marcharon este mediodía en Perito Moreno y Avenida Cruz, rodeadas de sus niños. También estuvieron los legisladores del Frente para la Victoria Paula Penacca, Andrés “el cuervo” Larroque, Lorena Pokoik y José Cruz Campagnoli y la Secretaria Nacional de DDHH de Kolina, Victoria Montenegro.
Los murgueros de “Los desacatados”, “Cachengue y sudor” y los “Kompañeros de Lugano” se sumaron a la movilización. Cuando la marcha llegó por la calle Agustín Vedia a la sede de ATAJO, los jóvenes se agruparon en círculo y leyeron en voz alta el recorte de un diario. “¿¡Un enfrentamiento!? Cualquier cosa”, decían. Varios medios cubrieron la noticia como un ataque a la Gendarmería.
“El relajamiento del control político sobre las fuerzas de seguridad desplegadas en el Operativo Cinturón Sur no es nuevo, pero se ha ratificado con la llegada de las nuevas autoridades federales. Esta falta de control deriva en irregularidades y hechos de violencia policial que se desatan sobre los sectores populares”, escribió en un comunicado el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). “No hay duda de que existe un correlato entre la declaración de la emergencia en seguridad y una serie de hechos de represión que sucedieron estos días”, dijo Penacca a Cosecha Roja.
La legisladora consideró que la medida fue un mensaje. “Si las fuerzas de seguridad no son conducidas con firmeza por los gobiernos, toman decisiones que van en contra de los derechos de los ciudadanos”, agregó. Montenegro coincidió con que una fuerza policial “sin conducción política” es peligrosa. Según dijo a Cosecha Roja, dispararle a niños “supera todo lo que uno pueda imaginar”.
Jonathan González -el hijo del director de la murga- tiene 14 años y marchó con las muletas que lo ayudan a caminar después del balazo que recibió en la pierna. Cada tanto se sentaba en alguna sombra a descansar con cinco amigos que no se le despegaban.
– Yo me sumé a la murga porque él me invitó- contó Ariel.
– ¡Yo también estaba! ¡No sabés! Hoy vi en el Facebook a los gendarmes con pistolas – dijo un niño de unos cinco años.
Foto de tapas tomada de Notas.
Fotos del interior: Cosecha Roja
Nota publicada el 1 de febrero de 2016.
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