¿Cómo las feministas resistieron a las cárceles y a la policía en los ’70?

En una nueva entrega de “Otrxs dicen: traducciones” traemos un extracto de la introducción del nuevo libro de Emily Thuma “All Our Trials: Prisons, Policing, and the Feminist Fight to End Violence” (Todos nuestros juicios: cárceles, vigilancia y la lucha feminista para acabar con la violencia).

¿Cómo las feministas resistieron a las cárceles y a la policía en los ’70?

16/07/2021

Por Emily Thuma (1)

Ilustración: 24 black & white photographs

El nuevo libro de Emily Thuma, All Our Trials: Prisons, Policing, and the Feminist Fight to End Violence, presenta una historia de organización feminista de base durante la década de 1970 contra la violencia de género y el estado carcelario. El siguiente extracto es parte de la introducción.

La primera Marcha para frenar la Violencia contra las Mujeres de Washington DC, comenzó justo después del anochecer el 29 de abril de 1978. Una bulliciosa multitud de aproximadamente ochocientas personas −diversas en términos de su edad, raza, clase, género e identidad sexual− atravesaron los barrios adyacentes de la ciudad, llamados Adams-Morgan y Dupont Circle. L*s manifestantes llevaban linternas, silbatos y letreros hechos a mano, y sus cantos articulaban el mensaje central de este evento, un mensaje de “autodeterminación para las mujeres, poder para las mujeres [y] autodefensa para las mujeres”. Una extensa lista de principios y demandas elaboradas por l*s organizador*s abogó por “sanciones comunitarias” para la violación y el abuso, y exigía soluciones “que implicaran el empoderamiento de las mujeres, la educación de los hombres y la acción comunitaria” antes que la “justicia penal”. La manifestación representó un esfuerzo de coalición entre tres organizaciones: el Centro contra la Violación de Washington DC (DC Rape Crisis Center); el Grupo de Trabajo para Mujeres Abusadas del Fondo de Defensa Legal para las Mujeres (Task Force on Abused Women of the Women’s Legal Defense Fund); y la Alianza Feminista de Washington DC (DC Area Feminist Alliance), de membresía abierta, orientada a la acción. Más de sesenta otros grupos locales respaldaron la declaración de principios y demandas. La marcha fue la culminación de la primera semana anual contra la violación en la ciudad, un proyecto de educación comunitaria organizado por el liderazgo feminista negro del DC Rape Crisis Center.

Una vez reunid*s en el Parque Dupont Circle, l*s manifestantes escucharon una serie de orador*s y músic*s. Entre ell*s estaba Linda Leaks, quien trajo “saludos revolucionarios” de Dessie Woods, una mujer negra que cumplía una condena de prisión de veintidós años en el estado de Georgia por matar a un hombre blanco armado que había intentado violarla a ella y a su amiga. Leaks, que era parte local del comité de defensa nacional de Woods, le dijo a la multitud que la historia de Dessie pertenecía a un largo legado de violencia sexual de hombres blancos contra mujeres negras que tenía sus raíces en la esclavitud. Justo un mes antes, l*s integrantes del personal del DC Rape Crisis Center, Deirdre Wright y Nkenge Touré, habían viajado al Instituto Correccional de Mujeres de Georgia para entrevistar a Woods, como parte del trabajo del centro para ayudar a difundir su historia e instar a feministas y otras personas progresistas a tomar medidas en su defensa. Para l*s organizador*s de la marcha, el caso de Woods, y otros como este, ejemplificaron la necesidad de una agenda feminista antiviolencia que tomara en serio el entrelazamiento peligroso del racismo, el clasismo y el sexismo en el sistema penal.

El libro All Our Trials: Prisons, Policing, and the Feminist, Fight to End Violence es una historia de activismo por, para y respecto de sobrevivientes de violencia doméstica encarcelad*s, resistencias de violación criminalizadas y mujeres disidentes presas en la década de 1970 y principios de 1980. En todo Estados Unidos, dentro y fuera de las cárceles, mujeres activistas de base participaron en acciones colectivas que dieron luz sobre las interconexiones entre la violencia interpersonal contra las mujeres y la violencia racial y de género de la policía y el encarcelamiento. Estas movilizaciones fueron encabezadas por mujeres radicales de color y mujeres blancas antirracistas, muchas de ellas identificadas como lesbianas. Cultivaron una política distintiva de izquierda antiviolencia que fue definida como una crítica a la violencia estatal; una comprensión de la raza, el género, la clase y la sexualidad como sistemas mutuamente construidos de poder y sentidos; y una práctica de organización de unidad de base. Este libro rastrea las actividades políticas e ideas que constituyeron este feminismo anticarcelario y demuestra cómo dio forma a debates más amplios sobre las causas y remedios para la violencia contra las mujeres. También revela el importante papel de esta corriente activista en la creación de un movimiento de abolicionismo carcelario en los ‘70.


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La política feminista anticarcelaria creció en las grietas de los muros de las cárceles y en las interacciones entre numerosos movimientos sociales, incluidos aquellos por la justicia racial y económica, los derechos de las personas presas y alojadas en dispositivos psiquiátricos, y la liberación sexual y de género. A través del proceso de construcción de coaliciones que atravesaron estas luchas por justicia social, el activismo que está en el centro de este estudio, produjo una comprensión amplia y estratificada de la “violencia contra las mujeres” que abarcaba la violencia estructural de las desigualdades sociales, la violencia de las instituciones estatales y sus agentes, y formas interpersonales de violencia, incluyendo la violación, el maltrato y la coerción sexual. Este análisis expansivo chocó directamente contra el ethos de “mano dura contra el crimen” de los ‘70 y contra el creciente apoyo de la criminalización como solución de primera línea a la violencia interpersonal que había adoptado el movimiento de mujeres. Como lo demuestra esta historia, la lucha contra la violencia hacia las mujeres fue, y todavía es, un reclamo profundamente político y no una mera descripción, por lo que el ascenso de un feminismo soporte del ideario de “la ley y el orden” fue un proceso intensamente disputado.

El libro All Our Trials cuenta una historia de resistencia a la violencia policial y la represión estatal que recibieron en respuesta las disidencias y las expresiones de género y sexuales no hegemónicas. Los capítulos narran una serie de esfuerzos organizativos forjados por, y en alianza con, mujeres cuya posición social y prácticas las ubicaron por fuera de las ideas dominantes de respetabilidad femenina y protección estatal, y como receptoras de daño estatal: aquellas que eran negras, indígenas, latinas, inmigrantes, pobres, disidentes génerico-sexuales, etiquetadas como locas, o involucradas en el comercio sexual. Las coaliciones feministas que pusieron en primer plano a las mujeres criminalizadas y encarceladas produjeron nuevos conocimientos. Analizaron la interrelación del abandono estatal y la violencia estatal en comunidades racializadas, los entrecruzamientos del poder carcelario y psiquiátrico, y la constitución racial de las normas de género y sexuales, y sus modos brutales de aplicación en las instituciones de encierro. Como la veterana activista feminista negra Linda Burnham nos recuerda, “la lucha por la transformación social [es] un poderoso generador de reflexión teórica”, ya que da oportunidades para el “análisis colectivo basado en las masas”.  Aunque este libro se centra en los activismos y el desarrollo teórico que produjeron, también documenta numerosos ejemplos de enfrentamientos físicos individuales de mujeres marginadas, en particular de mujeres negras, contra la violencia institucional e interpersonal. Desde luchar contra un atacante sexual, hasta negarse a cumplir con una política penitenciaria deshumanizante, o difundir un testimonio de violación en un periódico radical desarrollado en prisión, estos actos cotidianos de supervivencia ayudaron a constituir el pensamiento y la práctica feminista anticarcelaria.


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Este libro, entonces, tiene como objetivo ofrecer una historia del estado carcelario desde abajo. Recupera las contribuciones políticas y teóricas de activistas de base que, aunque pueden haber parecido discretos en su alcance, impulsaron solidaridades a través de los muros de la prisión, de juicios y de luchas, en su búsqueda de imaginar y crear un mundo libre de violencia. 

Como lo transmiten los siguientes capítulos, este trabajo fue a menudo arduo y sus resultados fueron desiguales y desordenados. Con diversos grados de éxito, los activismos se esforzaron por construir coaliciones que reconocieran, en lugar de ocultar, las diferencias de poder social entre las mujeres, y que pusieran en el centro a las personas más vulnerables al brutal (y a veces mortal) nexo entre la violencia interpersonal y la estatal. Al hacerlo, pusieron en práctica un análisis interseccional de las estructuras de desigualdad y dominación. La exponente de la teoría crítica de la raza, Kimberlé Crenshaw, acuñó el término interseccionalidad a fines de la década de 1980 para teorizar sobre la imbricación de la desigualdad racial y de género en la vida de las mujeres negras y sobre la incapacidad de la ley antidiscriminatoria para abordar sus demandas multidimensionales de discriminación laboral. Sin embargo, como han señalado académic*s y activistas, la idea de que los sistemas de opresión racial, de género, económica y sexual están inextricablemente vinculados, tiene una historia todavía más larga y colectiva que incluye el feminismo negro y las mujeres de color feministas políticamente organizadas de los ’60 y lo ’70. All Our Trials demuestra cómo las movilizaciones antiviolencia que pusieron el foco en la vida de las mujeres marginadas, generaron un análisis entretejido del racismo, el sexismo, el heterosexismo y el capitalismo, que señaló al estado carcelario como una fuente más de daño que de seguridad y reparación.

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Extracto traducido del libro All Our Trials: Prisons, Policing, and the Feminist Fight to End Violence by Emily L. Thuma. Used with permission by the University of Illinois Press. Copyright 2019 by the Board of Trustees of the University of Illinois. 

Esta versión editó y adaptó ligeramente la versión del libro, para su publicación en TruthOut, donde fue titulado “How Feminists Resisted Prisons and Policing in the 1970s”. Traducido por Lucía Sbriller. 

Quienes traducimos no compartimos necesariamente todas las ideas formuladas por l*s autor*s de los artículos.

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(1) Emily L. Thuma es profesora asistente de la Escuela de Artes y Ciencias Interdisciplinarias de la Universidad de Washington, Tacoma.