Cosecha Roja.-
“Disparos otra vez”, dijeron los vecinos de la villa 1-11-14 y se agacharon por debajo de la ventana. Era viernes a las 9 de la noche. Los tiros duraron hasta pasadas las 11 en el Bajo Flores y el sábado volvieron a oírse. El domingo reinó el silencio que antecede al allanamiento. Esta mañana Gendarmería Nacional ingresó a seis domicilios por averiguación de antecedentes. Buscaban datos de una banda que usurpa viviendas y que creció en los últimos meses.
El operativo comenzó a las 8 de la mañana en la zona de Avenida Janer y Bonorino en el Bajo Flores y no hubo detenidos. La justicia investiga una banda de casi cuarenta integrantes que especula con la ocupación y reventa de casas en esa villa porteña. El grupo lo dirigen cuatro cabecillas de casi treinta años, según contaron los vecinos a Cosecha Roja. El más conocido es el “Pela” y el resto son mujeres y jóvenes.
Fuentes judiciales confirmaron a Cosecha Roja que ya hay casi 20 denuncias radicadas en la Fiscalía de Nueva Pompeya y Parque Patricios, a cargo de Adrián Giménez, en una causa por “usurpaciones violentas y robos”. Los vecinos dicen que hay dos decenas más de casos que la gente “no denuncia por miedo”. También contaron que los integrantes de la banda “están armados hasta los dientes: tienen escopetas, armas de 9 y 45 calibre, y le pelean de igual a igual a Gendarmería”. En julio la policía había secuestrado más de mil municiones en la zona.
La banda opera así: primero se acercan a una vivienda y se llevan todo lo que hay adentro. Le advierten a los que viven ahí que van a volver por la casa. Otro día llegan armados, sacan a la familia y “meten mujeres y niños”. Así se aseguran complicar cualquier intento de desalojo.
El último domingo de julio a la madrugada lo intentaron en lo de una señora que vive en una de las Torres Amarillas y que esa noche no estaba. Entraron 20 personas y la vaciaron: sacaron la lavadora, el termotanque, el televisor. Cuando la mujer llegó supo que era el principio del final y que el paso siguiente sería la usurpación. Aún así no se animaba a denunciar hasta que un vecino la convenció y acompañó. Esa misma noche él recibió un mensaje: tres hombres con la cara tapada le balearon el departamento. El fiscal Marcelo Munilla dispuso custodia policial en la puerta de la casa de la mujer.
El enfrentamiento más grande había sido a finales de junio. En ese entonces habían querido ocupar la octava casa. La balacera se desató no por la cantidad sino por la calidad: cruzar los límites de la manzana 26, dicen los vecinos, es entrar en otro terreno.
De las siete viviendas que tomaron, cuatro eran en la manzana 9 y dos en lo que se conoce como el “Complejo Amarillo”. Las dos restantes y la que esa noche tomarían quedan en el cruce de María Janer y la avenida Bonorino, la entrada de la zona que controlan los que trafican la droga en el barrio. Los que manejan la manzana 26 no tardaron en salir al choque y se escucharon decenas de disparos que rebotaron en autos, casas y personas.
A las 2 de la mañana las calles y pasillos se llenaron: alrededor de cuarenta personas salieron a ver qué pasaba, a pedir que frenaran los tiros. Apedrearon a la Gendarmería y destruyeron los móviles. Según contaron a Cosecha Roja fuentes judiciales, los gendarmes pidieron refuerzos y se acercaron más oficiales y policías de Prevención Barrial. Los vecinos se dispersaron y llegó el SAME. Uno de los gendarmes recibió un ladrillazo en la cabeza y el otro una bala que le perforó el glúteo. Ambos fueron trasladados al hospital y a las pocas horas quedaron fuera de peligro. Una mujer, un hombre y un adolescente tuvieron que ser operados esa misma noche en el Hospital Piñero.
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