Por Paola Cándido en Diario El Ciudadano
“Fui abusado por el fraile Herminio Gaitán a los cinco años, un reconocido sacerdote del convento histórico de San Lorenzo. Habíamos ido a un balneario en Andino, donde la comunidad religiosa tenía un tambo. Un grupo de chicos se habían ido al río y él me retuvo. Tengo el recuerdo en blanco y negro. Lo que sí me acuerdo en colores era la malla roja que yo llevaba puesta ese día. Me puso en sus brazos y con mucha violencia empezó a abusarme sexualmente. Me llevó 50 años poder ponerlo en palabras. La herida no se cerró del todo. Cuando fui a denunciarlo al Arzobispado de Rosario, hace dos años, me dieron la cruz de Cristo y me clavaron la corona en la cabeza”, contó a El Ciudadano, Marcelo Remondino, que hoy tiene 57 años y es concejal de San Lorenzo.
Según explicó Remondino, pudo hablar después de cinco décadas, cuando vio a su supuesto violador -el fraile Gaitán- recibir una condecoración por su trayectoria como historiador sanmartiniano. Otro elemento que lo impulsó a hablar fue haber visto la película Spotligh, que trata de abusos de curas a niños en Boston, Estados Unidos.
“El día que le dieron a Gaitán el reconocimiento por su condición de historiador sanmartiniano me di cuenta de que en su currículum le faltaba el título de pedófilo”, advirtió el denunciante.
El concejal sanlorencino contó que “después de sufrir y callar por más de 50 años, en 2019 denunció ante el Arzobispo de Rosario, Eduardo Eliseo Martín, que el fraile Gaitán abusó de él”. “Lo que más me molesta es la falta de respuesta del Arzobispado. Voy a luchar porque estos aberrantes y atroces delitos no prescriban”, agregó.
Remondino detalló que después de un tiempo de hacer la denuncia ante el propio Arzobispo Martín, éste le comunicó que había sido enviada a otras dependencias de la Iglesia. El documento lleva también la firma del arzobispo local.
El concejal de San Lorenzo contó que pudo hablar con su madre, sus hijos y su esposa sobre el tema y tuvo el apoyo de todos. “Mi mamá y mi abuela eran cursillistas de la iglesia de San Lorenzo Mártir, de la que el frai formaba parte y compartían mucho tiempo en la iglesia y el convento”, recordó.
En referencia a la denuncia, Remondino señaló que lo llamó mucha gente para contarle que les había pasado lo mismo. “Se contactó una chica que estudiaba en el Colegio Santa Rosa de Viterbo, de San Lorenzo, y me dijo que Gaitán las llevaba a confesar a las alumnas al convento. En ese momento ellas tenían unos 8 años y el fraile les preguntaba si miraban revistas con gente desnuda. Y una catequista me contó que la madre les advirtió que se mantengan alejados del fraile porque tenía el vicio de abusar de los niños. Esta información va a llegar al Arzobispado de Rosario”, aseguró.
Remondino siente que “su mayor indignación es la falta de respuesta por parte del Arzobispado de Rosario”. “Están esperando que el fraile se muera”. Y aseguró: “Mi pelea será para que los delitos de abuso sexual infantil no prescriban. Tengo tres hijos, una excelente esposa y rezo todas las noches para que el fraile Gaitán no se muera”.
Que no prescriba
El concejal sanlorencino explicó que hace unos años se contactó con el actual obispo de Orán, Fray Luis Antonio Scozzina, y de quien es amigo desde muy joven. “Me asesoró en cómo hacer la denuncia. También consulté con los abogados Adrián Ruiz y José Ferrara, quienes me informaron que la acción penal ya prescribió. Lamentablemente, mi tiempo no fue el que marca la Justicia”.
Y agregó: “No pudimos avanzar con la Justicia ordinaria. Este tipo de delitos prescriben a los 18 años de haber sido cometidos y la Justicia no puede darme una respuesta después de 50 años. Estamos estudiando con un juez federal, ya retirado, en cómo ingresar una nueva denuncia para declarar y avanzar. Estoy trabajando para que se declare la imprescriptibilidad de los delitos de abuso sexual infantil. Y por supuesto brindar una contención psicológica. Desde el Arzobispado de Rosario no hicieron nada. No denuncié al fraile Gaitán porque no me quiso dar la hostia”.
La carta al papa Francisco
Ante el temor de que su causa quede en el olvido, Remondino le envió una carta al papa Francisco, ya que “no tuvo ninguna respuesta por parte de la Sede Arzobispal, ni del personal vinculado al tratamiento canónico sobre su denuncia de abuso”.
“Sé que voy a tener una respuesta del papa Francisco. Mientras redactaba la carta, me reflejé en la inocencia de un pibito de cinco años. La escribía con horrores de ortografía. Tuve que pedirle a mi esposa que me ayude a corregirla. Es impresionante cómo funciona la psiquis”, cerró Remondino.