Diana Rojas tenía 25 años. El 17 de mayo de 2016 a la mañana desapareció después de tomar un taxi en su casa de Puerto Madryn, donde estudiaba Derecho. Unas horas más tarde su cuerpo apareció en un descampado en las afueras de la ciudad. Ayer tres juezas de Chubut condenaron al taxista Dante Donnini por los delitos de femicidio y homicidio criminis causa. Es decir, que la mató para ocultar un intento de abuso sexual.
La estudiante fue una de las tres mujeres víctimas de la violencia machista en Chubut durante 2015. Era de un pueblo humilde de Entre Ríos. Había llegado a Puerto Madryn con una pareja. Cuando se separaron, ella eligió quedarse en la ciudad. “Era muy respetuosa y libre”, contó a Cosecha Roja su amiga Cecilia unos meses después del crimen.
A lo largo del juicio la querella y la fiscalía reconstruyeron los últimos pasos de Diana. El 17 de mayo de 2016 a la mañana recibió una llamada de su hermana. Desde Entre Ríos -donde vivía la familia- le avisó que le había hecho un envío de dinero a través del Correo Argentino. A las 10.32 la estudiante llamó a la parada de taxis Patagonia para ir a retirar la plata.
Donnini llegó al volante del móvil 127. Desvió el recorrido hacia la ruta provincial 1. Cuando se terminó el asfalto avanzó un kilómetro más por un camino de tierra. Frenó el auto y la obligó a bajarse. Después intentó abusar de ella.
“La víctima intentó defenderse y rasguñó en cara y antebrazo a Donnini, quien también intentó atarla con una cuerda, por lo que la víctima comenzó a correr”, explicó el abogado querellante durante los alegatos.
A los 500 metros él la alcanzó y la agarró de atrás. Le dio dos golpes en la cara y tres puñaladas en el cuello, en la tráquea y en el tórax. Diana murió en el lugar. El taxista arrastró el cadáver unos metros. Dejó tirada la cartera y se llevó el celular, el DNI y la billetera. Escapó por el mismo camino por el que había llegado.
Los peritos detectaron que había ADN de Donnini bajo las uñas, en la cartera, en el chaleco y en el cuero cabelludo de la víctima. En la soga secuestrada los investigadores encontraron material genético del agresor y de la víctima. Las huellas de neumáticos en la zona coincidían con las del móvil que manejaba Donnini. En el auto los peritos detectaron manchas de sangre lavadas.
Emanuel Chavez, el taxista que recibió el vehículo después del turno de Donnini, contó que cuando le entregó el auto vio que el acusado “tenía rasguños”. “Yo lo cargaba y le decía que le había pegado la mujer”, declaró.
En la última audiencia del juicio el acusado intentó una coartada que los jueces consideraron inverosímil: dijo que un grupo de encapuchados en una camioneta blanca había intentado secuestrar a Diana y él intervino para frenar a los agresores. Después de su muerte -dijo- no contó nada porque estaba amenazado de muerte.
La querella y el fiscal Jorge Bugueño pidieron que se lo condene a perpetua por el delito de homicidio criminis causae -matar para ocultar otro delito- agravado por ensañamiento.
Las juezas juezas Patricia Asaro, Patricia Reyes y Marcela Pérez consideraron que Donnini mató para encubrir el abuso sexual e impusieron la calificación de femicidio. El lunes próximo darán a conocer el monto de la pena. Los delitos por los que lo declararon culpable establecen una condena a prisión perpetua.