Fotos gentileza de Emilio White
En el extremo norte de la Reserva Provincial Esteros del Iberá se escucha el crepitar del fuego. Los pájaros ya no cantan, los yacarés deambulan con sus crías en busca de agua y los monos carayá se esconden entre las ramas hasta que el infierno pase. Fuego. Por donde se mire hay fuego, árboles consumidos y animales muertos cubiertos de cenizas y hojas secas.
Luís Martínez tiene un montón de sensaciones acumuladas. “Una cosa es que yo te cuente y otra que vos veas el terreno, la zona, por todo lo que tienen que pasar los bomberos de manera precaria. Salen con alpargatas, bombachas de campo y camisas a apagar los incendios. Y el Estado no da respuestas. Siento tristeza, impotencia, bronca”, dice el ambientalista correntino mientras el humo se esparce y el cuerpo de la tierra arde.
La situación en Corrientes es crítica: según un informe del INTA se quemaron más de 500 mil hectáreas (60 por ciento humedales y esteros, 40 por ciento pastizales y 22 mil hectáreas de bosques nativos) y se estima que aproximadamente un 7 por ciento del territorio provincial sucumbió ante las llamas. Según el último reporte del Servicio Nacional de Manejo del Fuego, hay focos activos en las localidades de Mercedes, Concepción III, San Miguel, Curuzú, Cuatiá, Ituzaingó, Santo Tomé, Loreto, Bella Vista y Virasoro. Las pérdidas económicas alcanzarían los 25 mil millones de dólares.
“A pesar de que me habían dicho que el panorama era bravo nunca me imaginé semejante escenario. Todo lo que debería tener agua está seco y seco nomás”, cuenta el fotógrafo Emilio White en un posteo de Instagram y agrega: “Hacer fotos de naturaleza y fauna es algo que disfruto. Esta vez fue triste, angustiante, fuerte, difícil”. Su registro es crudo y a través de sus fotos apela a la sensibilidad humana y genera conciencia con respecto al daño que, como especie, estamos causando.
A Corrientes la atraviesan el dolor y la tristeza. “A veces parece que toda la lucha que se hace no da resultado cuando vemos cómo el fuego sigue avanzando, cómo no se lograron prever estas cosas y generar políticas públicas de adaptación al cambio climático, más en zonas tan vulnerables como la nuestra”, dice Nicolás Duarte. Es activista ambiental y militante de Correntinos contra el cambio climático, una organización que busca soluciones a los desafíos ambientales de la provincia.
Nicolás explica que si bien en Corrientes declararon la emergencia agropecuaria con medidas de resarcimiento para lxs productores que sufrieron daños y pérdidas, todavía no es claro cómo se va a trabajar en la recuperación de los espacios naturales arrasados por el fuego.
Desde la organización plantean que falta una perspectiva ambiental para parar el fuego y que todas las medidas están orientadas al sector productivo. “Sobre todo al foresto-industrial que es una de las actividades económicas más desarrolladas e impulsadas por el gobierno. Si vemos las hectáreas afectadas, la mayoría son espacios naturales y humedales. Y todavía no se declaró la emergencia climática y ecológica”, dice Nicolás.
Y resalta otra cosa: en Corrientes no hay ningún ente de gobierno que aborde la agenda ambiental de la provincia y que trabaje en políticas públicas de adaptación y mitigación. “No tenemos ni Ministerio, ni Dirección, ni Subsecretaría. Para darte una ejemplo: la Dirección de Recursos Forestales depende del Ministerio de Producción y la de Recursos Naturales del Ministerio de Turismo. Así pasa con varias áreas que trabajan de manera aislada”, agrega.
Las condiciones climáticas no acompañan. Desde hace tres años Corrientes sufre los efectos de sequías fuertes que se han intensificado en el último tiempo. Los esteros, antaño bañados y ricos en vegetación, hoy están secos y los animales no sólo mueren a causa del fuego sino también por deshidratación.
Para Luís lo que está pasando es una catástrofe ambiental jamás vista en la provincia. En minutos el fuego arrasa todo y no saben cuándo va a llover. “Hace 50 días que no llueve en Corrientes”, dice.
Luís vio en primera persona los estragos del fuego. “Estuve en San Luis y Paso de la Patria. Hoy es todo gris; no queda nada. Se habla mucho de los monocultivos, pero poco de la vegetación nativa que es la más afectada y la que más tarda en crecer y adaptarse a la zona. Las áreas quemadas son de gran valor ecológico y no se está viendo el daño ambiental que se está provocando”, dice.
El fuego avanza y la ayuda nunca llega a tiempo. Durante los primeros 20 días de incendios fueron lxs vecinos, guardaparques, bomberxs voluntarixs y brigadistas quienes le pusieron el cuerpo a las llamas.
Las imágenes impactan y nos recuerdan que la naturaleza también es un ser vivo complejo e interdependiente y no un ente abstracto alejado de nuestra realidad cotidiana.
“La idea de separación del ser humano de la naturaleza crea lo que yo llamo eco-apartheid. Separa la tierra de nuestros cuerpos y mentes. Separa los aspectos interconectados de la naturaleza y los divide en fragmentos a ser explotados, adueñados, comercializados y destruidos”, explica la activista ecofeminista Vandana Shiva en su libro “Unidad vs. el 1 por ciento” y nos invita a repensarnos como partes de un todo integral.
¿Por qué seguimos subestimando los efectos de la crisis climática y las advertencias de lxs científicxs? ¿Por qué la ayuda siempre llega tarde y entre disputas políticas? ¿Por qué sostenemos modelos de producción y consumo que destruyen territorios y nos ponen en peligro? ¿Y la Ley de Humedales? ¿Cómo es posible que a pesar de los reclamos se dejó caer tres veces?
En esta secuencia no nos destruye un meteorito. Basta con mirar alrededor para entender que la responsabilidad es puramente humana. Como individuos nos toca repensar nuestro vínculo con todo lo vivo y asumir con humildad que no estamos por encima de otros seres. Como colectivo nos compete seguir empujando para que la voluntad política se materialice en acciones concretas que cuiden la vida en el planeta.
Corrientes arde y el dolor hoy es inmenso.
Para colaborar económicamente con bomberxs voluntarixs: https://bomberosctescapital.carrd.co/