Cosecha Roja.-
El crimen de la maestra descuartizada en Santiago del Estero sigue envuelto en el misterio. La acusada de ser la ideóloga del descuartizamiento de Leda Fabiana Raimundi Corral, se negó a declarar. Frente al silencio de los acusados, los medios sacan sus propias conclusiones. Al igual que en otros casos –como el desmembramiento de Ramoncito en Mercedes, Corrientes, lo macabro del crimen viene acompañado de un discurso sobrenatural.
Leda era maestra jardinera, vivía en el barrio Juramento de la capital de Santiago del Estero, a poco más de1100 kilómetrosde Buenos Aires, y tenía dos niñas pequeñas. Su cuerpo fue encontrado por un docente rural el pasado 15 de junio en un camino vecinal de la localidad de Villa Robles.
Lo último que se sabía de ella era que se había encontrado con una ex pareja, el remisero Mario Rojas, de 37 años, quien tenía una restricción judicial para acercarse a ella por violento.
Si bien el estado del cadáver puede ser considerado una obra maestra de lo macabro, mucho de lo que se dijo no pudo ser corroborado en la autopsia. Los peritos indicaron que la maestra falleció por asfixia mecánica y ahogada en sangre por rotura de una arteria a raíz de un golpe en la nariz. El cuerpo, además, no tendría heridas cortantes como se había dicho.
Pocas horas después del hallazgo, Rojas fue detenido. Al mismo tiempo, la policía apresó a un amigo suyo, Guillermo “El Turco” Pereyra, de 27 años; la esposa de éste Lucrecia Ledesma, de 34, y a su hijastro Luis Esteban Ledesma, de 18. La misma suerte tuvo un vecino de ellos, Gabriel Brandán, de 19 quien también quedó tras las rejas. Quedaron imputados por el crimen y por intentar deshacerse del cadáver.
Las crónicas policiales detallaron que los sospechosos le habían arrancado el brazo derecho y los pechos. La visión de los especialistas difiere: los forenses establecieron que el descuartizamiento se realizó cuando la maestra jardinera estaba ya sin vida. La faena habría sido obra de perros o depredadores.
Cierto misterio encierra el estado en que apareció la cabeza de la joven: el rostro estaba desfigurado y el cuero cabelludo despellejado. Por razones que los investigadores desconocen, los asesinos, que serían demasiados inexpertos, habrían querido borrar todo tipo de huellas pero dejaron el trabajo a medio hacer y huyeron del lugar.
El fiscal del caso se entrevistó con cada uno de los sospechosos, pero todos prefirieron callar.
Lo curioso, a pesar del tratamiento que se hizo del caso, es que por el momento no tiene ningún elemento relacionado con la religión Umbanda. Sólo que la imputada Lucrecia Ledesma es Mae y que había sido expulsada de algunos templos por tener una personalidad peligrosa.
Alejandro Frigerio, especializado en este tipo de prácticas religiosas, se apura en aclarar: “La Umbandaes una religión, no es “el culto umbanda” o “los ritos umbanda”. Sus practicantes son “umbandistas”. Los Umbanda son una banda de música”.
Para el especialista, se suele confundir a la gente con la utilización de las palabras y sus conceptos. “Se ofrendan animales a sus deidades, no matan animales, ni mucho menos los torturan. Todas las ofrendas de animales, sustentadas en una determinada lógica religiosa o teología, son para mejorar las vidas de las personas en este mundo”, indicó.
“Matar o sacrificar personas –continúa Frigerio- resulta una aberración para los practicantes de estas religiones, ya que la vida humana es el bien supremo. Son religiones fuertemente orientadas hacia este mundo, no hacia otro trascendente. Intentan ayudar a la felicidad de las personas aquí y ahora, no en un mundo posterior”.
Otros casos.
Quien haya tenido acceso al expediente judicial del Caso Ramoncito habrá conocido el horror. Ramón González tenía 12 años cuando en octubre de 2006 fue hallado empalado, con signos de haber sido torturado y con su cabeza al costado izquierdo de su cuerpo. Su espalda la tenía abierta de par en par.
El crimen había sido parte de un rito satánico. Pero detrás se esconden otros motivos: una red de personas, que atravesaba a todas las clases sociales del poblado de Mercedes, en la provincia de Corrientes, que no solo consumían, sino que también traficaban drogas. Además, la secta explotaba sexualmente a los menores, a quienes les practicaban abortos que eran acompañados con este tipo de celebraciones religiosas.
Marcelo Hanson, abogado de la familia de Ramoncito, quien junto al fiscal Alejandro Chain encabezaron la investigación que logró poner tras las rejas a gran parte de la organización dijo que “se iniciaron varias causas y hasta se llegó a rescatar a muchas menores. Lo de los rituales había comenzado hacía bastante tiempo, con fetos y animales”.
“Uno de los rituales estaba dirigido a una funcionaria judicial. Decían que le infringían sufrimiento a la víctima para absorber su poder”, agregó el abogado, quien dio algunos detalles de la perversión de los imputados: “Los adolescentes seducían a las chicas menores y las sometían a todo tipo de abusos. A su vez, las niñas se encargaban de seducir a chicos de su edad. Se trataba de un lavado de cerebro típico”.
Por el caso hay dos prófugos, siete condenados y en mayo del año pasado fue detenido Daniel Alegre de quien se creía que había sido asesinado para garantizar su silencio. Según confesó, él era uno de los reclutadores de menores en situación de vulnerabilidad que tenía el grupo cuya área de influencia era Mercedes. Además, se cree que Alegre fue quien decapitó, mientras aún agonizaba, a Ramoncito.
Durante el juicio se estableció que los asesinos practicaban un conjunto de cultos. Parte de la información la habían bajado de distintas páginas de internet. En los medios, se instaló la versión de que eran un rito Quimbanda.
Frigerio asegura que las creencias afroamericanas tienen sus variantes: “Enla Umbandano se ofrenda animales como sí lo hacen enla Quimbanda, o el Batuque, también llamado Nación. Como la mayoría de los templos practican Umbanda, Quimbanda y Batuque, y comola Umbandafue la primera en llegar al país, socialmente se conoce a la conjunción de estas religiones como Umbanda, y a sus practicantes como umbandistas”.
El especialista encuentra al menos una falacia en cómo se multiplican las noticias. “Parece haber un consentimiento de sentido común entre importantes formadores de opinión como policías, periodistas y funcionarios dela Justicia, de quela Umbanda mata personas como parte de sus ´ritos´. Siguiendo una extraña lógica, parecen estar de acuerdo en que, como ´matan animales´, también deberían matar personas”.
El de Ramoncito no fue el único caso donde detrás de un rito de extremo dolor para la víctima, se esconden otros tipos de delitos. En la investigación de la desaparición de Marita Verón, a la par que se se detectaron víctimas de trata, surgían las historias de prácticas rituales.
Carlos Varela, el abogado de la madre de Marita, Susana Trimarco, recordó la historia de Andrea, una chica que en el 2003 era menor de edad y había sido captada por una de las redes de trata en la que la justicia puso su lupa. Mientras estaba en alguna provincia del norte argentino y a punto de ser trasladada aLa Pampa, en sus retinas quedaron grabados algunos sitios que no disimulaban ser altares y santuarios, donde se realizaban rituales.
En los testimonios recogidos por la propia madre de la chica desaparecida, se detalla que ese tipo de ritos era habitual entre las jóvenes que eran captadas en Brasil. Hay historias de las más variadas como que muchas víctimas eran asesinadas y hasta enterradas en el mismo lugar donde las mantenían cautivas. Todo acompañado de ciertos rituales y supuestas prácticas religiosas. Pero en todos estos casos la cuestión de fondo es la misma: buscar formas de someter y mantener atemorizadas a las víctimas.
El médico psiquiatra Enrique Stola tiene una explicación para este fenómeno. “En este tipo de sectas, las personas que se incorporan o las crean, tienen un alto grado de ambición económica, perversión y ejercicio nefasto del poder. Se lleva adelante cualquier transa que signifique “beneficios” económicos, simbólicos o el goce perverso. La muerte de cualquier persona, sea por encargo, narcotráfico, venta de órganos, etc, siempre encuentra su justificación en el sistema de creencias que sostienen”, dijo el especialista.
En el caso de Santiago del Estero, el protagonista es un marido que tenía antecedentes por violencia de género. ¿Habrá sido la supuesta ritualidad del crimen un intento para justificar el asesinato de la mujer a la que consideraba su propiedad? Quizás nunca lo sabremos.
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