Daniela Camezzana – Cosecha Roja.-
Laura Iglesias apareció muerta en la entrada de Miramar hace once meses. La policía encontró su cuerpo atado a un arbusto a unos 200 metros de su auto con el que había ido a ver a uno de sus tutelados del Patronato de Liberados. La fiscalía de General Alvarado pidió la elevación a juicio del único imputado en la causa, Esteban Cuello. Pero los familiares de la trabajadora social creen que aún quedan demasiados “cabos sueltos” en el expediente para alcanzar una “justicia real”.
El día de su asesinato, Laura se quedó empantanada con el Renault 9 que manejaba en una calle de barro en la entrada de Miramar, a 469 kilómetros de Buenos Aires. Como el seguro se negó a asistirla, volvió a la ciudad y regresó a la tarde a buscar el auto. Nadie supo de ella hasta el día siguiente cuando apareció muerta.
El informe de los médicos forenses indicó que el asesino había golpeado con fuerza a la asistente social en distintas partes del cuerpo y la había violado más de una vez. Además, confirmó que Laura había muerto por asfixia al ser estrangulada con el cordón de las zapatillas. También se realizaron pruebas genéticas sobre el cuerpo de la víctima que coincidieron con las de Cuello. El acusado había sido detenido a partir del llamado de un vecino que lo vio merodeando por la zona. El joven de 20 años tenía antecedentes de violación y quedó con prisión preventiva en la cárcel de Batán por orden del juez.
El hermano de Laura, Manuel Iglesias dijo a Cosecha Roja que la prueba de ADN salió llamativamente en 24 horas. Pero cuando solicitaron la ampliación de las pericias la fiscal les respondió que ya tenían suficientes elementos en contra de Cuello. “Nosotros no decimos lo contrario, pero estamos plenamente convencidos de que él no actuó solo esa tarde. La autopsia comprobó que Laura se intentó defender de los golpes pero Cuello fue detenido sin un mínimo rasguño. Entonces, no puedo no preguntarme por qué la fiscalía no siguió esta línea para descartar si hubo otra persona”.
Con la información que sí consta en el expediente, Manuel establece una relación entre el asesinato de su hermana y otros dos casos que ocurrieron en la zona y que tuvieron características similares: los crímenes de Natalia Melmann en Miramar y Mara Mateu en Santa Teresita, a 253 km de la ciudad. “Mara fue golpeada, violada y ahorcada con el cordón. Encontraron el chip de su celular en el de la hermana de un policía. Y el caso de Natalia también presenta las mismas características en el modo que la atacaron y mataron. Cuando sucedió lo de esta chica Cuello debía tener unos 14 años”, dijo Iglesias.
Por la muerte de Melmann fueron condenados a cadena perpetua tres policías de la bonaerense, Ricardo Suárez, Oscar Echenique y Ricardo Anselmini. Pero en 2012 el padre de Natalia denunció que les habían otorgado el beneficio de las salidas transitorias de la cárcel. “Los casos son demasiados parecidos para creer que se trata de una casualidad. Una vez le pregunté a la fiscal si los tres policías estaban adentro el día que mataron a mi hermana y no me contestó”, contó.
Los familiares pidieron que se separe a la Policía Bonaerense de la investigación pero no obtuvieron una respuesta concreta. “Mi hermana no trabajaba cortando tickets, ella laburaba en el Patronato de Liberados. Pero en la investigación ni siquiera investigaron su computadora o su cuaderno de campo, como mínimo eso es raro. Laura en más de una oportunidad nos contó que los tutelados le decían que eran presionados por la policía para que trabajaran para ellos. Por eso pedimos la intervención de otra fuerza en el caso pero no logramos que sean apartados”, dijo el hermano.
Laura se había mudado meses atrás a Miramar junto a su hija y su nieta. Formaba parte de un grupo de trabajadores sociales del Patronato de Liberados que cuestionaba la impronta punitiva de la institución y trabajaban para acompañar a los detenidos en el proceso de liberación con el objetivo de lograr su inclusión en la sociedad. Cuando se enteró de la trágica noticia, Carlos Omar Gómez escribió una carta de puño y letra para hacer llegar su respeto a los familiares. No tenía otra forma. El hombre de 42 años estaba en prisión domiciliaría. “He sido su tutelado. Y en lo personal tenía una amistad con la señora Iglesias. Me ayudó en todo lo que estuvo a su alcance como es de público conocimiento que era su actitud con todos en su trabajo”. En diciembre de 2013 la Cámara de Senadores de la Provincia de Buenos Aires le otorgó a Laura un premio (post mortem) a la trayectoria por su labor.
Las voces se multiplican y hacen foco en el problema que omite contemplar la investigación. La hija de Laura recibió otra carta que publicó en el grupo de Facebook en donde piden que el asesinato deje de ser tratado como un caso de “inseguridad”. “Laura y otros compañeros (en números redondos 100 para una población carcelaria de 7000 presos) luchan a brazo partido, sin mucho reconocimiento social porque la gente común no quiere la resolución del problema sino que ´se pudra en la cárcel´, o los ´pongan a todos contra un paredón y santo remedio´. Sin apoyo estatal de la Provincia (que para satisfacer al hombre común que los vota compra patrulleros y balas y no invierte en prevención y post-tratamiento) Laura y sus compañeros quedó expuesta y expuestos a riesgos reales”. Y concluye: “Laura fue víctima así de la Seguridad y no de la Inseguridad”.
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