Hernando Flórez – Cosecha Roja.-
Miguel Aballay encabezará esta tarde una marcha para exigir justicia por el asesinato de sus dos hijos varones: Sergio y Denis, ejemplo entre los jóvenes de Trelew, Chubut por denunciar los abusos policiales en 2010. La madrugada del domingo salieron a comprar bebidas a un almacén del barrio Tiro Federal y terminaron fusilados a quemarropa. Su padre los encontró tirados en el asfalto.
“Tengo información de que la cúpula mayor de la Policía del Chubut está presionando para que el juez César Zaratiegui, quien fue fiscal de nuestro caso en 2010, no quede al frente de la causa. Si eso es así, quedaría confirmado que la policía está detrás de la muerte de mis dos hijos y entonces ‘wait’, yo no hablo más”, dijo a Cosecha Roja Miguel Aballay.
Débora, la esposa de Sergio, es la principal testigo de los homicidios. La mujer y su hijo de dos meses estaban con los Aballay esa noche. Celebraban el día de la Mujer en casa de sus padres en el barrio 53 viviendas; fueron en un Ford Focus al barrio de al lado, Tiro Federal, por más bebidas; Sergio se bajó frente a un almacén y discutió con un hombre identificado como Horacio Blanco; decidió irse y Blanco los siguió en un Volkswagen Senda y los fusiló.
El sospechoso del crimen fue capturado el martes en el oeste de la Sierra Grande, provincia de Río Negro. El jefe de la Unidad Regional de Trelew, comisario Carlos Bidera, dijo a Cosecha Roja que el domicilio de Blanco había sido allanado, que ni él ni su familia estaban en el lugar y que el Volkswagen Senda en el que se movilizaba la noche del asesinato fue secuestrado por la policía.
Sergio trabajaba en ‘Gascón’, tenía una hija recién nacida y se había comprado un auto y una casa a seis cuadras de la de sus padres. Denis vivía con su esposa y sus dos hijos en la segunda planta de la casa de Miguel.
Los jóvenes de 22 y 25 años eran un ejemplo de justicia en el barrio por denunciar la golpiza policial que recibieron el 5 de septiembre de 2010 a la salida de un boliche. El menor de los hermanos fue detenido ilegalmente y trasladado a la Comisaría Cuarta donde recibió siete impactos de balas de goma. Lo liberaron por la puerta trasera, después de que negaran por teléfono a sus padres que el joven estaba retenido ahí. Esa misma noche, Julián Antillanca, otro joven de 20 años, fue acribillado a golpes por la policía hasta morir.
Cuando corrió la voz del asesinato de los Aballay, un centenar de jóvenes de barrios aledaños llegaron al lugar e impidieron el ingreso de la policía con una lluvia de pedradas.
“Hoy a las 18 convocamos a una marcha desde la Plaza Independencia para pedir que las autoridades se pongan a disposición del caso Aballay con protección a los testigos, a los jóvenes en los barrios, no con declaraciones que presentan a Trelew como capital de los Derechos Humanos”, dijo Natali Narváez, integrante de la Comisión contra la Impunidad y por la Justicia en Chubut. “Esperamos que todos los pibes del barrio que salieron a impedir el ingreso de la policía vayan a la marcha porque ellos son los más afectados por los abusos policiales”, aseguró.
La noche del 5 de septiembre de 2010 fue de “furia policial”, publicaron los medios locales en su momento. Antillanca salió esa noche con un grupo de amigos al boliche Místico, donde estuvieron hasta las seis de la mañana. Después lo mataron. Le pegaron un golpe contundente en la nuca que provocó una hemorragia interna en el cráneo, asfixia y muerte fulminante. Su cuerpo apareció en la calle Patagonia del barrio UPCN. Sus documentos fueron tirados en otro lugar.
En esa ocasión Miguel Aballay, padre de los hermanos Sergio y Denis, les había dicho: “uno de ustedes pudo haber sido Julián Antillanca”, relató Narváez. “Gracias a la comunidad de la ciudad, al trabajo de la Comisión y a la valentía del padre, pudo llevarse a juicio a los policías implicados en febrero de 2012. El caso Aballay es el único que ha logrado condenar a la policía por abuso”.
Diana Monsalvez, una de las testigos del caso, declaró que dos policías golpeaban a un joven al que ella identificó como Julián Antillanca. Uno le pisaba la cabeza con la bota y otro le presionaba las piernas con una cachiporra. Jorgelina Domínguez, la otra testigo, dijo que esa madrugada mientras volvía del boliche en compañía de una amiga, había visto, oculta tras un árbol, a una patrulla en contramano que se detuvo y arrojó el cuerpo de la víctima. La policía, por su parte, declaró que habían encontrado a Julián tirado en una rotonda con un coma alcohólico.
“En el caso Antillanca las pruebas estaban a la vista. A Julián lo golpearon hasta matarlo en la rotonda 5 de octubre y luego llevaron su cuerpo hasta la calle Patagonia en una patrulla de la Policía. Hay dos testigos. En la patrulla de Comisaría Segunda encontraron rastros de sangre cuyo ADN coincidía con el de Julián y no hubo condena”, dijo Narváez.
En Marzo de 2012 el Tribunal Superior de Trelew, encabezado por el juez Alejandro Defranco e integrado por las juezas Ivana González y Laura Servent, absolvió a los policías acusados del crimen de Julián y condenó con penas leves a los involucrados en el caso Aballay. El cabo Jorge Abraham y el oficial Diego Rey recibieron cuatro años de prisión y ocho de inhabilidad para ejercer cargos públicos; el cabo Martín Solís un año de cárcel condicional y dos de inhabilidad; la agente Analía Di Gregorio un año y tres meses de prisión y tres de inhabilidad, y Carlos Sandoval dos años de cárcel de ejecución condicional y tres de inhabilidad.
Desde su denuncia por el abuso policial los hermanos Aballay habían tenido mala relación con la policía. Percibían “controles vehiculares” y cuando tenían trámites en la comisaría segunda sus documentos no aparecían. El padre dijo que asistirá a la marcha de esta tarde y mañana irá a otra que se llamará “Por más seguridad”, organizada por las amigas de sus dos hijas mujeres.
Foto: www.imagenestw.com
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