Cosecha Roja.-
A Laura Moyano la mataron por ser trans. El sábado a la madrugada la arrastraron por el piso de una obra en construcción, la asfixiaron y, una vez muerta, le rompieron la nariz de un ladrillazo: así lo indicaron los resultados de la autopsia. “Exigimos que la policía, la justicia y el gobierno provincial investiguen, actúen y condenen a los asesinos y cómplices de los casos de violencia y de los crímenes de odio hacia mujeres trans Córdoba”, escribieron desde la Asociación de Travestis Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTA) Córdoba.
Le apretaron el cuello con una soga o un cable. Los peritos encontraron en las uñas restos de piel y pelos que podrían apuntar a los sospechosos. Según dijo a Cosecha Roja Lara Gaitán (ATTA), los investigadores creen que hubo dos personas implicadas. “Ya barajan los nombres aunque no dieron a conocer las descripciones”, dijo. Los análisis de ADN y los videos de las cámaras de seguridad ya están en el Distrito 4 Turno 4°, a cargo de la fiscal Liliana Copello.
En el comunicado de la organización denuncian que a Laura la encontraron “brutalmente violada y asesinada”. En el cuerpo de la mujer trans no había signos de mutilación, tal como se dijo cuando se conoció la noticia.
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A Laura le decían ‘Cufa’, era trans y la encontraron muerta en Villa 9 de Julio, Córdoba, el mismo barrio en el que había nacido. El cuerpo estaba golpeado, con heridas y tirado en una obra en construcción. “Exigimos justicia, fue un homicidio de odio, fue un crimen transfóbico”, dijo a Cosecha Roja Leticia Veber, de Devenir Diverse. En Argentina la expectativa de vida de las personas trans es de 35 años, Laura tenía 34.
“¿Dónde está? ¿La habrá agarrado la policía? Siempre me avisa si viene tarde”, pensó la hermana de Laura. Ella solía volver de madrugada y ya se había hecho demasiado tarde. Las dos vivían solas porque meses atrás había fallecido la mamá. A la una y veinte del mediodía le tocó el timbre un policía y le preguntó cómo estaba vestida la hermana: “campera marrón, pantalón negro, zapatitos altitos azules”, respondió. Y agregó que era rubia, que tenía el pelo decolorado. Entonces supo que estaba muerta.
La vieron por última vez ese mismo sábado a las 8 de la mañana, cuando salía del boliche Santa Diabla. El cadáver apareció en un local abandonado en la Av. Donato Álvarez del barrio Argüello, en la ciudad de Córdoba. La policía lo encontró por un llamado anónimo que le avisaba. “Es un crimen de odio: el ataque fue salvaje”, dijo Gaitán.
Familiares, amigos y organizaciones marcharon el lunes desde el Centro de Salud 34, en Calle Coquena y Huarpes, hasta Donato. Pidieron Justicia: “Seguimos expuestas a violaciones de nuestros Derechos Humanos. No podemos seguir permitiendo que la población trans sea blanco fácil y que estos casos queden impunes”, dijo Gaitán. La mayor parte de los asesinatos transfóbicos no son investigados. Según la dirigente de ATTA, las propias chicas temen denunciar a los atacantes porque saben que la noche siguiente se los volverán a encontrar.
La expectativa de vida de una persona trans es de entre 35 y 40 años. Mueren por crímenes de odio, por enfermedades, mala atención en los hospitales, maltrato policial o depresión, entre otros motivos. “Para tener una buena calidad de vida necesitamos un trabajo, inclusión laboral y que la prostitución no sea la única salida, implica exponerse a muchos peligros”, dijo Gaitán.
Laura todavía no había llegado a cambiarse el nombre en el documento, pero estaba a punto de hacerlo. Desde que en 2012 se aprobó en Argentina la ley de Identidad de Género (26.743), más de 4 mil personas cambiaron su DNI. La norma reconoce el derecho a la identidad, al desarrollo de la persona, a ser tratada de acuerdo a la identidad de género y a ser identificado de ese modo en el DNI y cualquier otro documento. La ley especifica: “Se entiende por identidad de género a la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente”.
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