Cristian Aldana lleva un año y cinco meses detenido en el penal de Marcos Paz y podría pasar otros 20 años preso. Desde mañana el cantante de El Otro Yo estará sentado en el banquillo en la primera audiencia del juicio en el que está acusado por abuso sexual con acceso carnal gravemente ultrajante y corrupción de menores contra siete víctimas.
La principal prueba en su contra es el testimonio de las siete chicas que se animaron a denunciarlo públicamente y en la Justicia. ¿Es prueba suficiente para condenar a un acusado? “Eso va a depender de la valoración del tribunal”, explicó a Cosecha Roja Mariela Labozzeta, titular de la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM), quien intervino activamente en la etapa de instrucción de la causa.
“La posición de la UFEM es que en estos casos de violencia sexual, donde el principal problema probatorio es que ocurren en ámbitos privados, se considere el testimonio de la víctima”, explicó. La fiscal remarcó que los testimonios de las chicas “son coherentes” y demuestran que hubo un modus operandi en la conducta de Aldana: todas tenían entre 13 y 16 años cuando se cometieron los abusos y eran fans de El Otro Yo él aprovechaba ese acercamiento para abusar de ellas.
La acusación de abuso sexual con acceso carnal gravemente ultrajante y corrupción de menores es provisoria. A lo largo del juicio el fiscal Guillermo Pérez La Fuente deberá decidir si lo acusa por los mismos delitos o cambia la figura penal con la que se instruyó la causa. El fiscal contará con el apoyo (aunque no formalmente) de la UFEM.
Las primeras dos audiencias están previstas para el martes 22 de mayo y el jueves 24. Los jueces a cargo del debate son Rodolfo Bustos Lambert, Ana Dieta de Herrero y Rodolfo Goerner, del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°25.
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“El primer hecho fue una orgía en la que éramos todos menores. Fue en el año 2002, yo tenía 14 años. Fue mi primera experiencia sexual”, contó Felicitas Marafioti, una de las víctimas, en un video publicado por Matria.
“La primera ocasión que estuve con él tenía 14 años y era la segunda vez que lo veía. Entré a su casa y me dijo: ‘así que sos muy puta’. Me dio vuelta y me penetró por atrás sin preguntarme. Era la segunda vez que tenía sexo”, contó Charlie Di Palma, otra de las chicas.
Los siete casos de abuso denunciados ocurrieron entre 1999 y 2010. En abril de 2016 después de la denuncia pública de una chica contra Miguel del Pópolo, cantante de La Ola Que Quería Ser Chau, Aldana publicó un mensaje de apoyo a la víctima. La publicación generó el rechazo de las chicas que habían sido víctimas del cantante de El Otro Yo y que nunca se habían animado a hablar.
Primero lo denunciaron por Facebook. Después presentaron la denuncia en la UFEM. La fiscal Labozzetta investigó y recopiló los testimonios de las víctimas. El juez Roberto Oscar Ponce ordenó la detención de Aldana y le negó la excarcelación. “Sabiendo de su condición de ídolo musical de las víctimas menores de edad y, en aprovechamiento de la adoración que éstas le dispensaban, como así también de su inmadurez sexual, las forzó a mantener relaciones sexuales con él en forma violenta e intempestiva, accediéndolas carnalmente por vía vaginal y anal, y a practicarle sexo oral”, sostuvo el juez en su resolución.
“Logró manipularlas para que participaran de orgías sexuales que organizaba con otras menores de edad, como así también las incitó a incorporar a otras niñas a dichas prácticas”, dijo el juez.
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“Estar en la cárcel es estar en el infierno”, dijo Aldana en una entrevista a través de correspondencia con la Revista Rolling Stone desde Marcos Paz. “Me acerqué a Cristo por medio de la oración y pude recuperar un poco de paz. Hoy le encuentro un especial sentido a la libertad y me aferro al amor de mi familia, a los amigos y a la música”, contó.
Aldana negó todas las acusaciones: dijo que las denuncias forman parte de la estrategia de su ex pareja Carolina Luján –una de las denunciantes-. “Tienen un discurso único, prefabricado y encaminado a resaltar el morbo y la pornografía como ‘gancho’ para vender sus mentiras. No existieron tales encuentros, individuales ni grupales. Ni siquiera tengo conocimiento personal con las denunciantes, más allá de que ellas, como seguidoras de El Otro Yo, hayan ido a los shows”, dijo.
En el penal tiene una rutina con horarios y actividades. “Gracias a Dios una guitarra me permitió compartir música con las personas que me acompañan. Intento volcar esta difícil circunstancia en nuevas composiciones, y agradezco la aprobación de los que se animan a escucharme”, cerró la carta.