Desahogo sexual: la lengua patriarcal de la justicia argentina

En las redes sociales todxs se indignaron ayer con el eufemismo que usó un fiscal para hablar de una violación. Lo que la mayoría no sabe es que es un término muy común en la jerga judicial. La perspectiva de género parece no llegar nunca a los tribunales ni a sus representantes machistas.

Desahogo sexual: la lengua patriarcal de la justicia argentina

Por Cosecha Roja
04/06/2020

El fiscal Fernando Rivarola usó la frase “desahogo sexual” en un caso de violación de 2012 en Chubut, donde seis varones abusaron de una adolescente de 16 años.    

Rivarola pidió que la causa pase de “abuso sexual gravemente ultrajante con acceso carnal agravado por la participación de dos o más personas” a “abuso sexual simple”. Hizo un acuerdo con las partes y pidió un juicio abreviado: tres años de prisión en suspenso. 

La denunciante aceptó el acuerdo: ya no quería exponerse más.

En las redes sociales todxs se indignaron ayer con “desahogo sexual” y lo hicieron trending topic. Lo que la mayoría no sabe es que es un término muy común en el lenguaje judicial.

La Justicia todavía sigue citando autores de hace un siglo: una doctrina de cuando la ciencia médica decía que el cerebro de las mujeres pesaba menos que el de los hombres y que eso incidía en la capacidad intelectual.

Cuando se habla de desahogo sexual se está siguiendo una línea de la doctrina subjetivista, que “se sustenta en el hecho que el delito únicamente se tipifica cuando el autor se propone con su acto desahogar un apetito de lujuria”, escribe el penalista Rubén Figari en uno de sus más de 20 libros publicados.


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En esos tratados del derecho existió el débito conyugal: si estaban casadxs, un hombre podía abusar de la mujer y no era violación. 

Todavía siguen allí los tocamientos inverecundos: manosear a alguien por un impulso sexual.

Y el desahogo sexual: una forma ‘elegante’ de invisibilizar la violencia y decir que los varones son seres incapaces de controlar sus instintos sexuales. Un eufemismo de violación. 

“Tiene que ver con cómo estudiamos y enseñamos el derecho, no sólo en la universidad sino cuando se aplica”, dice María Piqué, profesora de Garantías Constitucionales del Derecho Penal en la UBA.

 “Seguimos apelando a la doctrina de autores que escribieron hace varias décadas y ni siquiera podemos decir que no tenían perspectiva de género: eran directamente machistas”

“El problema sigue siendo qué fuentes usamos para aplicar la ley. Las feministas venimos insistiendo un montón sobre el consentimiento sexual, pero cuando se llega a la instancia de la ley se sigue citando a esas obras viejísimas que dicen barbaridades”. 

Si es un tema de una mujer, debería por lo menos haber una persona en el tribunal que tome las decisiones con perspectiva de género”, agrega. 

Consultado por Cosecha Roja, Rivarola dijo que por ahora no podía dar explicaciones a la prensa: “En el caso hay menores de edad involucrados tanto víctima como imputados”, dijo y adelantó que cuando cierre el juicio podrá aclarar “algunas cuestiones que han sido tergiversadas. El silencio de la fiscalía es fundamentalmente en protección de la víctima que está informada de todo lo que peticionamos en el trámite”.


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El Ministerio Público Fiscal de Chubut publicó un comunicado para “aclarar los términos”:  

“En palabras simples, el abuso sexual es justamente un conducta que busca el desahogo sexual del autor sabiendo que lo hace sin el consentimiento de la víctima, que va a cometer una ataque sexual, que se trata de un delito, y consciente de ellos avanza sin consideración del daño que va a provocar en esta. Eso es dolo”.

Con una prosa algo rebuscada, se justificaron diciendo que el término se tendría que haber “utilizado en el contexto de audiencias o escritos reservados a los que solo debieran acceder profesionales del derecho que conocen el alcance del término dolo”. Y que para el resto de la humanidad, procuran “aclarar los términos legales para que se comprendan por quienes no son abogados”.

La justicia emite fallos con lenguaje que parece de una secta oscurantista. Es regla: si alguien hace difícil lo que podría decirse fácil, algo esconde.

José Grazzini, ministro de Gobierno y Justicia de Chubut, habló anoche en un programa de América TV: “Estamos evaluando pedir ante el Consejo de la Magistratura que se abra una causa contra el fiscal, es muy grave el cambio de carátula y los términos jurídicos que ha utilizado”.

En 2018 la Corte Suprema de la provincia de Buenos Aires dictó sentencia por una violación e hizo mención al “desahogo sexual”. Y si se busca fallos al azar en el SAIJ (Sistema Argentino de Información Jurídica) o en el CIJ (Centro de Información Judicial) las palabras sin perspectiva de género se multiplican. 

En las aulas de Derecho de la UBA Piqué ve una esperanza: “A partir del Ni Una Menos, de la Ley Micaela y del debate sobre el aborto legal la perspectiva feminista está instalada entre estudiantes. Y no solo hablo de mujeres, sino también hombres que se dan cuenta que no se puede evadir el tema. Creo que en la generación que se viene la justicia va a tener grandes cambios”.