Cosecha Roja-. Hoy a las nueve de la mañana empezó el juicio por el crimen de la adolescente Natalia Di Gallo. Su cuerpo fue encontrado en el año 2003 en el Parque Pereyra Iraola, partido de Berazategui. Hay dos hombres imputados: Nicolás Gómez –novio de Natalia- y Daniel Feliciano Ojeda –remisero-.
Se prevé que serán 40 jornadas donde declaren 200 testigos.
Algunos de los primeros, citados para esta primera audiencia, son Juan Di Gallo e Hilda González, padres de la víctima, y Karina Di Gallo, una prima de Natalia. “La prima es una especie de interlocutora porque fue a quien Natalia le contó lo que hizo con Nicolás Gómez (uno de los imputados) la noche anterior a ser raptada”, explicó a Télam Daniel Mazzochini, abogado de la familia Di Gallo.
El fiscal de juicio será Claudio Pelayo, el primer instructor que tuvo la causa y que luego fue sucedido por tres colegas distintos.
Tanto Nicolás Gómez como Daniel Feliciano Ojeda están imputados como partícipes de los delitos de “privación ilegal de la libertad agravada por el resultado de muerte en concurso real con de abuso sexual”, aunque Gómez llega al debate preso y Ojeda con falta de mérito.
Gómez estaba con Natalia en su Renault 11 el 28 de diciembre de 2003 cuando la chica desapareció y estuvo preso entre enero y abril de 2004, cuando fue liberado por falta de pruebas.
En 2011 volvió a quedar detenido tras la declaración de un testigo que presenció cuando desde un Renault 11 como el de Gómez, un muchacho con ropas y características fisonómicas similares a las de él, pasaba por la fuerza a una chica a otro auto en el que había otras personas.
Ojeda era un remisero que primero fue detenido por el robo de un Peugeot 504 blanco señalado por un testigo como el mismo tipo de auto en el que vio a una chica parecida a Natalia pedir auxilio la noche en que desapareció la víctima.
Entonces, Ojeda quedó preso por el crimen de la adolescente aunque en 2005 fue excarcelado también por falta de pruebas.
Si bien la fiscalía pidió el sobreseimiento de Ojeda, la Justicia de Garantías lo envió a juicio al tener en cuenta que su rostro coincidía entre un 80% y 90% con el identikit que hizo Gómez sobre el supuesto delincuente que lo asaltó a él y raptó a Natalia.
En la requisitoria de elevación a juicio a la que accedió Télam, también se tomaron en cuenta tres testigos, dos que afirmaron que el del identikit era Ojeda y un tercero que se refirió a una “fiesta negra” en la que supuestamente violaron y mataron a Natalia y en el que había un hombre en un Puegeot 504 blanco.
Para la familia Di Gallo, el remisero siempre fue un “chivo expiatorio” para desligar del caso a Gómez, a quien consideran fue el “entregador” de Natalia a un grupo de hombres que luego violaron y asesinaron a la adolescente.
El padre de Natalia siempre estuvo convencido de la responsabilidad de Gómez en el caso y espera que en el juicio no sólo sea condenado sino que “hable” y revele quiénes fueron los autores materiales del crimen de su hija.
Natalia tenía 16 años. La noche que desapareció, el 28 de diciembre de 2003, Gómez la había pasado a buscar por su casa de Florencio Varela.
Él siempre declaró que fueron al Parque Pereyra Iraola y cuando estaba con Natalia en su Renault 11 un hombre rompió la luneta del auto, los amenazó con un arma, lo encerró a él en el baúl y secuestró a Natalia. Y agregó que luego logró salir del vehículo y fue hasta una estación de servicio de la zona para pedir auxilio.
A partir de esa denuncia se comenzó a buscar a Natalia. Cuatro días más tarde, el 1 de enero de 2004, apareció asesinada envuelta en bolsas de nailon en el mismo parque.
Los forenses llegaron a la conclusión de que Natalia fue abusada sexualmente y murió por una “asfixia mixta” producida por la obstrucción de las fosas nasales y la boca, en combinación con la compresión torácica-abdominal que la chica sufrió cuando soportó el peso de una de las personas que intentaba violarla.
También se demostró que fue asesinada en otro sitio y luego envuelta en bolsas de nailon, atada con sogas y depositada en el parque donde fue encontrada.
La versión de Gómez fue sumando pruebas en contra. Como el resultado de un peritaje del Centro de Investigaciones de la Universidad Nacional de La Plata que determinó que las prendas que él vestía en el momento del hecho, “bermudas negro y remera negra con vivos turquesas e inscripciones orientales no poseen sedimentos adosadas a las mismas y lucen demasiado limpias como para haber estado en el baúl de un auto”.
Los peritos tampoco encontraron restos de vidrio en la ropa del acusado ni en la de la víctima, lo que contradice la versión de Gómez acerca de que el supuesto delincuente rompió la luneta cuando ambos estaban dentro del auto.
Durante la investigación se descubrieron irregularidades como la presencia de una astilla de vidrio con sangre de Natalia en los restos tierra tomados del interior del auto de Gómez, lo que se debió a una “ausencia de custodia” de las muestras y que en su momento permitió sostener la versión del acusado.
Fuente: Télam.
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