El fotógrafo alemán Stefan Borghardt fue detenido el lunes pasado por la policía neuquina cuando sacaba fotos en un basurero petrolero en la empresa Treater Neuquén SA como parte del trabajo para un documental sobre la explotación no convencional de hidrocarburos en Vaca Muerta. Según denunció, los policías le pegaron durante el traslado, le revisaron el teléfono, lo amenazaron y le quitaron los equipos.
Borghardt es reportero gráfico freelance. Llegó al país para cubrir la fallida final de la Copa Libertadores en el Monumental y la cumbre del G20. A comienzos de este año viajó a Neuquén para trabajar en el documental. El lunes estaba sacando fotos a dos piletones de la planta de Treater, a metros de la ruta provincial 17, en la localidad de Añelo, con restos de fluidos derivados de la explotación petrolera en Vaca Muerta.
“La explotación petrolera no convencional trae aparejada una cuantiosa generación de residuos. Cada perforación que se hace genera residuos que terminan en estas plantas de tratamiento, a los que les llamamos basureros petroleros”, explicó a Cosecha Roja Fernando Cabrera, del Observatorio Petrolero Sur de Neuquén. Estos basureros petroleros a cielo abierto son grandes extensiones donde se acumulan montañas de más de seis metros de barro empetrolado y piletones donde se acopian los residuos acuosos.
Un supervisor de la empresa vio a Borghardt cuando fotografiaba uno de estos piletones y avisó a los empleados de seguridad, que expulsaron al fotógrafo y llamaron a la policía. “En las pocas fotos que alcanzó a recuperar se ve la precariedad del lugar”, explicó Cabrera. Las imágenes confirman la denuncia que hicieron en diciembre la Confederación Mapuche de Neuquén y Greenpeace ante la Fiscalía de Delitos Ambientales y Leyes Especiales. En esa denuncia plantearon que en Treater los residuos están depositados directamente en el suelo sin zanja de drenaje adecuada ni revestimiento de impermeabilización. Además el vertedero está ubicado a 5 kilómetros de la ciudad de Añelo, lo que viola el decreto provincial N° 2263.
Cuándo llegó la policía Borghardt les mostró un escaneo del pasaporte en el teléfono. “La mujer policía anotó los datos y después se quedó con mi celular”, contó Borghardt en Facebook. Mientras lo llevaban en la camioneta entraron mensajes a su teléfono, que seguía en manos de la mujer policía. “Empezó a meterse en mi whatsapp. Reprodujo varios mensajes de voz y leyó mensajes enviados y recibidos en altavoz. A la pregunta mía si tenía derecho a meterse en mi celular, no hubo respuesta alguna”, contó.
Durante el trayecto los policías le hacían preguntas sobre el contenido de los mensajes privados. La primera parada fue para una supuesta revisión médica: “Consistía en pedirme que sacara la lengua y anotar otra vez mi nombre completo”, dijo Stefan.
En la comisaría 10 de Añelo hicieron una acta que le obligaron a firmar. “Un oficial que parecía ser un superior me hacía más preguntas y me decía, haciendo gestos con un destornillador eléctrico en la mano, que ya se iban a enterar de la verdad”. Después lo llevaron a empujones por un pasillo mientras lo insultaban.
“Al testigo que firmó el acta no lo alcancé a ver. En el pasillo estaba parado otro oficial que me pateó al pasar. Llegamos al calabozo y yo me encontré rodeado por unos cinco a siete oficiales, no me acuerdo bien, fue todo muy turbio y atemorizante para mí”, contó. Dijo que al menos tres le pegaron. Lo pateaban y lo insultaban. Otro le daba con un palo de escoba mientras le decía que odiaba a los alemanes.
“Después tuve que quitarme los cordones de los zapatos y un policía me dijo que me apurara porque sino me ayudaba él, y sacó una navaja del bolsillo”.
Borghardt recuperó su libertad pero no sus equipos. Hoy el sindicato de prensa de Neuquén y la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (A.R.G.R.A) convocó a un camarazo frente a la gobernación en Neuquén.