Diario de una marica mala

“Las maricas no somos varones homosexuales. Las maricas tampoco somos gays. Las maricas existimos”, dice Ulises Rojas en su libro “Diario de una marica mala”, recién publicado por Pixel Editora. Este compendio narra el cotidiano de maricas y “drag queens del subdesarrollo”, las relaciones amorosas y el éxtasis de montarse para “¡darlo todoh!” en la maricoteca. En Cosecha Roja te compartimos un adelanto.

Diario de una marica mala

Por Cosecha Roja
04/09/2019

Foto: Agustín Jáuregui Lorda

Cuando niño detesto la palabra “marica”. Pronunciarla o escucharla es como mirarme al espejo. Un reflejo que no quiero ser. Muy a mi pesar en ese entonces la masculinidad es un lugar extraño. Una isla inalcanzable. La femineidad o el estado intermedio, ambigua, me sienta como anillo al dedo. Me la pasó dibujando niñas, mujeres, me encanta que tengan forma, curvas. En cambio dibujar niños, varones, rectos, de pantalones nada más, me aburre. Madre no tarda en notarlo. De manera cuidada y amorosa me dice que dibuje autos o pelotas. Madre también se encarga de que no juegue mucho con mis primas Silvana y Yanina, de las que soy inseparable. Que juegue pelota como todos los nenes, que juegue a la bolita como todos los nenes. Que no le haga ropa a la perra, que no limpie ni adorne la casa con flores. Por suerte Abuela Haydeé vive cerca de casa, soy su favoritx y ella la mía. Madre es la institución heterosexual en su máximo esplendor. Como en la canción de La Prohibida, mujer de bien. Madre también se encarga de que yo sea un niño feliz, que pueda ir a tango, básquet, natación, haga radio. Que tenga todo lo que deseo y de estar siempre ahí presente para mí. Madre además es docente en escuelas rurales y cría 4 hijxs más. 

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Estoy sentado en frente de casa, es la única vez que Padre me dice o hace algo con respecto a que yo sea un nene-marica. Con un marcador me pinto las uñas de negro. Me siento una mezcla de diosa gótica del mal con rockstar. Padre llega y me ve, me pega una cachetada (despacio y re trucha). Padre nunca me había tocado un pelo aun cuando lo tenía que hacer obligado por Madre. Yo era Chucky. Esa única vez que lo hace y por ese motivo, me destroza el corazón. Siento mucha tristeza. Armo una perfo enorme de llanto. Padre se espanta y se va. La cachetada ni la siento. Duele otra cosa. Dolor es sentir que yo lo desilusioné al no cumplir con mi papel de nene-varón. Padre también docente de escuelas rurales, siempre atento a mis caprichos. Malcriando pero hasta un punto: el límite no salirse de la heteronorma. Madre y Padre siempre me amaron, lo demostraron aún más el día en que les dije lo que ya sabían pero no lo querían ver.

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Pienso: Escribo sobre mi vida y es la vida de una mostra. La vida de una mostra en un año intenso. Después pienso: puede que todos mis años sean intensos. Por último: mi vida es intensa. Pero es mi vida, por la que luché con uñas y dientes, la que construí. No soy unx periodista escribiendo de o sobre. No soy un hombre escribiendo sobre una marica. Sobre “lo otro extraño” “Admiremos la vida del puto con sus cosas raras y fetiches”. No soy una persona cis heterosexual describiendo un mundo ajeno y cool como galería de arte o feria de fin de semana. Soy la marica mala contando su vida y la de su círculo en primera persona. 

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En mi muro de Facebook con fecha 3 de enero de 2018 escribí: 

Mi no masculinidad en el pueblo se pone tosca, austera. De cuando niñx/adolescente las lecturas sobre mi cuerpo, sobre mis modos repercutían en lecciones, en insultos y violencia. Muchos años después siempre vuelvo a mi pueblo pero el tema de la masculinidad 4ever, en las calles, en los hijos de mis amigas, en mis sobrinos. No es natural es una construcción. 

La mía se construyó acá durante la infancia, a partir de mis amigas machonas, después en la Plata de las amigas butch, de las camioneras. Pero nunca jamás de los varones cis heterosexuales, nunca. Mi masculinidad nunca fue hegemónica. “Tiene voz de puto” “mira cómo se viste” “no te pongas así, así hacen las nenas” “que le van a gustar las nenas si es maricón” yo nunca había tenido la suerte de besar un chico pero ya me habían definido. Igualmente gracias. 
Mi no masculinidad siempre, ahora empoderada en su máximo nivel, nivel Dior, me llena de éxito y rechazo, acá en pueblo y donde sea. Resistiendo con fervor. 

Pero no falta nunca un feminismo biologicista que aún con todo el costo en mi cuerpo y todas mis heridas, con toda la rabia que tengo, me quiere ubicar en ese lugar, en esa etiqueta, me quiere catalogar de lo que nunca formé parte. “Acá no podes, sos varón” para esos momentos tengo mis mejores perfos, mucho voguing, mucho pelo, peluca, pelucón, porque quiero, porque puedo, me lo merezco. Pero no estoy sola: besos a las maricas amigas, a las maricas lesbianas, a las maricas no binarias, a las maricas trans, a las maricas drags, las maricas que aman a otras maricas. A las que rechazan por locas, a las que ya no garchan con varones homosexuales/heterosexuales homofóbicos. Gracias por existir. 
Mi no masculinidad siempre, por suerte.

Soy una marica a la que le gustan las maricas pero las maricas no gustan de mí. Pequeño detalle: con todas fracasé. Mi sueño es tener una historia con una mostra deconstruida con quien romper todo. Me encantan las locas malas, vivo por ellas. Sé que puede pasar, sé que va a pasar, puede que haya pasado antes. Pero a veces unx bloquea lo que duele. Por eso repito la historia: Vuelvo a caer en lo que juré no volver a hacer. No aprendí a querer como me gustaría, ¿o sí? Nivel de éxito. Triunfando.  

 Una vez me gustaba mucho una marica trans, un pibe trans puto. (Me gusta aún pero ya no nos hablamos ni vemos) De nuevo no supe comunicarme, de nuevo no supe expresarme como debía y lo que estaba arrancando se truncó o arrancó truncado. La verdad ya no me lamento pero sí siento deseo, eso es algo que me gusta, me motiva. Algún día añorar va a dejar de ser destino y mi canción no va a ser más porcelain de Moby. Una vez escribí: 

Las Maricas no somos:

Las maricas no somos varones 

Las maricas no somos varones homosexuales 

Las maricas tampoco somos gays 

Las maricas existimos 

Le dimos color a este mundo de mierda desde sus inicios 

Dejen de ponernos en lugares que no nos llaman

Ni nos llamaron nunca

Dejen de generalizar y ponernos en la misma bolsa

Dejen de pensarnos

Dejen que nos pensemos nosotres 

Que yo no soy marica por lo que hago o no en lo sexual

Soy marica por toda mi existencia y hasta que me muera y después de muerta también.

Diario de una marica mala se consigue en La Libre, La Coop, Norte, El Rincón del Anticuario, Malisia libros (La Plata) o contactando a Ulises en sus redes: @odiseorojo.