MOSTRAR SIN TRADUCIR

Por Gabriela Polit*

Las palabras tienen significado solamente respecto a un universo específico; por sí solas, no dan prioridad a ningún significado. Los significados emergen como fruto de una serie de relaciones. En ese sentido, quien quiere comprender y escribir sobre el narco —en cualquier lugar del mundo— tiene que tener una sensibilidad especial con las palabras que en ese lugar se usan para nombrar las diferentes actividades de la producción, tráfico y consumo de drogas ilegales.

Aunque el narcotráfico es un fenómeno global, su impacto cultural toma formas muy, pero muy distintas y específicas en el norte de México, en Centroamérica, en la frontera entre Perú y Ecuador y en Argentina. La gente que participa en el negocio viene de herencias culturales muy ricas y disímiles; tienen sistemas de creencias muy variados. Las negociaciones con la droga se convierten también en confrontaciones en las que un grupo busca imponer un orden simbólico sobre otro: la fe en la Santa Muerte por sobre la fe en San Simón, por ejemplo. Estos complejos universos, que además son muy violentos, se nombran con palabras propias, muchas son manifestaciones del sentido del humor, de la crueldad, de la misoginia,
de la conciencia del delito, de la pobreza, del exceso y de lo que sea que caracterice al grupo humano y el universo que habita.

Para los narradores del narco el lenguaje narco es también un instrumento de trabajo. El desafío es que en el texto, su uso no debe aparecer como una puesta en escena, tampoco una estetización exótica del otro ni como un distanciamiento que vuelva pintorescos a los personajes. Un buen narrador muestra sin traducir. Expone sin exagerar. El tema es incorporar esos lenguajes vernáculos al ritmo que la palabra hablada adquiere en el papel. El lenguaje del narco es sobre todo un lenguaje hablado. Un buen narrador siempre debe leer su texto en voz alta. Es la única manera de preservar el ritmo, y por lo tanto, de mantener equilibrio. Esto se traduce siempre en la fe del lector en la historia que tiene en sus manos.

*Polit es profesora de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Austin, Texas. Ha trabajado temas de poder y género. En la actualidad analiza narrativas del narcotráfico y la violencia.

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