La madre tenía 50 años. La hija, 15. Las dos aparecieron enterradas en una casa de Punta Lara. Estaban en bolsas negras, tapadas con frazadas, un metro bajo tierra. Sus nombres eran Maruja Chacón Pérez, la madre, y Shirley Cielo Barrientos, la hija. Vivían en Ensenada. Todavía no se sabe como las mataron: la autopsia se podrá hacer recién el viernes, luego de que sus cuerpos sean enfriados durante 72 horas.
El principal sospechoso es Orlando Hidalgo, el novio de la madre. Todavía no fue detenido.
La última vez que se supo de ellas fue el 28 de enero. Ese día le dijeron a la dueña de la casa que alquilaban que se iban a pasear a Punta Lara. Desde entonces, no las volvieron a ver. El sábado, el hermano de la mujer llamó a una amiga y entre ambos desandaron esas últimas horas e hicieron la denuncia por averiguación de paradero.
Más tarde se supo que el viernes, a Hilgaldo lo vieron la menor de sus víctimas en el lugar donde trabajaba. Y después, luego de presentar la renuncia y decir ‘me mandé una cagada’, no se volvió a saber de él.
“El homicidio se habría producido el viernes por la noche o sábado, porque el viernes por la tarde fueron vistas”, dijo la secretaria de Seguridad de Ensenada, Susana González.
El domingo, una vez terminado del temporal, los investigadores llegaron hasta la casa que Hidalgo le alquilaba a un compañero de trabajo. En un sector encontraron el piso pintado con sintético negro: un cuadrado de un metro por un metro. Y luego, un mueble con manchas de sangre. El dueño de la casa señaló que en el lugar donde estaba la parrilla la tierra había sido removida.
Los investigadores decidieron llamar al fiscal Marcelo Romero, que ahora tiene la causa e investiga el doble femicidio.
El primer cuerpo apareció a un metro de profundidad. Era el de la niña. Estaba desnudo, envuelto en frazadas y bolsas negras. El cuerpo de su madre estaba en iguales condiciones. La ropa apareció en una tercera bolsa.
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