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Por Darío Martelotti

El Melli Valenzuela Negro nació en marzo de 1978 en cautiverio en el Hospital Militar de Paraná. Lo trasladaron junto a su hermana melliza al Instituto de Pediatría Privado de Paraná, donde los anotaron como NN. Ella recuperó su identidad 30 años después. A él todavía lo buscan. Los médicos de la clínica, los únicos que saben qué pasó con ‘el Melli’, todavía mantienen el pacto de silencio. Desde el 6 de agosto están siendo juzgados por la apropiación del bebé en el primer debate oral en la provincia contra los responsables civiles de la dictadura.

En el banquillo están los médicos David Vainstub, Miguel Torrealday y Jorge Rossi, acusados por la retención, ocultación, sustracción y sustitución de la identidad de Sabrina Valenzuela Negro y su hermano mellizo. El cuarto acusado, Ángel Luis Schroeder, uno de los dueños del Instituto de Pediatría de Paraná, murió el año pasado. “Es un juicio histórico y una oportunidad para que los médicos rompan el silencio. Ellos saben qué pasó con el Melli”, dijo Florencia Amestoy, referente de HIJOS Paraná.

Las audiencias seguirán durante al menos un mes. “Se trata de un juicio histórico para el movimiento de derechos humanos de la provincia. Es la primera vez que se juzga en Entre Ríos la responsabilidad civil en crímenes de lesa humanidad cometidos durante el genocidio. En este caso en la intervención de los profesionales de la salud en el Plan Sistemático de Robo de Bebés”, dijo Lucía Tejera, abogada querellante por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

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Operación México

El 2 de enero de 1978 Raquel Negro y Julio “Tucho” Valenzuela paseaban por el centro de Mar del Plata con su hijo Sebastián, de un año y medio. Los dos eran montoneros y habían pasado a la clandestinidad. Ella tenía 29 años y una panza que la identificaba fácilmente: tenía un embarazo de siete meses y esperaba mellizos. El grupo de tareas del Destacamento de Inteligencia 121 del Segundo Cuerpo del Ejército los secuestró en la esquina de Luro y Catamarca.

Ese día los militares festejaron una pequeña victoria. Tucho era oficial de Montoneros y uno de los pocos cuadros altos de la organización que permanecía en el país. Era la llave para alcanzar a la cúpula. Raquel, embarazada, era la garantía para que él colaborara.

Primero los llevaron al centro clandestino de detención Quinta de Funes, en las afueras de Rosario. Valenzuela fue enviado a México para infiltrarse en Montoneros y entregar el paradero de la conducción. Una vez allá, denunció a los militares en una conferencia pública. Era una decisión que había tomado junto a su compañera antes de abandonar la Quinta de Funes. Esa fue la sentencia de muerte para Raquel: dos meses después de la detención la trasladaron al Hospital Militar, donde dio a luz a una nena y a un varón. Desde ese día Raquel está desaparecida. Tucho fue juzgado por sus compañeros en un tribunal revolucionario por haber colaborado con el enemigo y degradado. Murió en 1979 durante la contraofensiva montonera.

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Los bebés quedaron internados en el Instituto de Pediatría Privado de Paraná. El 27 de marzo salieron juntos de la clínica, según consta en los registros. Sabrina fue abandonada y adoptada en buena fe. Recuperó su identidad 30 años después.

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La búsqueda del ‘Melli’ todavía continúa. Hasta 2011 se creyó que había nacido muerto: durante el juicio por la causa Hospital Militar las enfermeras del Instituto de Pediatría derrumbaron la versión de los dueños de la clínica. Contaron que el Melli había nacido vivo, que había salido del Hospital Militar con su hermana y que después pasaron por el Instituto de Pediatría, donde estuvieron internados al menos 20 días. Los registros del propio Instituto lo avalan. El Melli había sido anotado como NN, sin identidad.

Desde entonces la búsqueda del Melli se intensificó. Los organismos de derechos humanos y la familia llevaron adelante múltiples intervenciones y estrategias para visibilizar el caso. Cada 27 de marzo realizan un acto multitudinario frente al Instituto de Pediatría de Paraná. Este año la campaña para encontrar al Melli se viralizó en redes con los hashtags #RompanElSilencio y #DóndeEstáElMelli.

“Los únicos que saben qué pasó con ‘el Melli’ son los médicos que los recibieron y atendieron en el Instituto de Pediatría privado de Paraná y hasta ahora se han mantenido en un pacto de silencio”, dijo Florencia Amestoy, militante de HIJOS Paraná, quien alterna entre la exigencia y el pedido a los acusados para que digan la verdad. “El juicio es una oportunidad histórica para obtener justicia, pero también para que los médicos rompan ese silencio”.

El Melli es uno de los 300 nietos y nietas que aún falta restituir, una búsqueda contra el tiempo para las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Tanto Tejera como Amestoy coinciden en el juicio es una oportunidad histórica para que los médicos digan dónde está, cómo y a quiénes se lo entregaron.

“Desde nuestro lugar de abogados en causas de lesa humanidad entendemos que la pena que pedimos para los genocidas no puede tener fines de resocialización, porque lejos de mostrar arrepentimiento persisten en el pacto de silencio no otorgando información sobre cuál fue el final de los que aún continúan desaparecidos”, dijo. “La pena en estos juicios tiene un fin reparatorio: la única reparación posible es encontrarnos con el Melli.