Estaríamos muy equivocadas si dijésemos que el 8M fue sólo una marcha y un paro global coordinado entre más de 50 países que sucedió en un espacio de tiempo reducido al 8 de marzo.
Por María de las Nieves Puglia*
Foto: Colectivos Pandilla Feminista
Flaco honor le daríamos al entrelazamiento de deseos, eventos, discusiones y decisiones que nos trajeron hasta aquí ayer. La movilización del 8M fue una inmensa marea en un gerundio espacial y temporal. Se está haciendo de manera permanente en una articulación de deseos pero también de diálogo político e internacional entre organizaciones de mujeres, sindicatos y partidos.
En términos espaciales fue una marcha hermosa y danzante de dimensiones masivas. Mujeres, lesbianas, travestis y trans bailando, abrazándose, encontrándose, riendo, charlando, cantando a los gritos de esquina a esquina, cuadras y cuadras en múltiples ciudades del país y del mundo.
Pero también es una marea con una temporalidad extendida. No fue sólo una marcha. La movilización se revela como una condensación de diferentes flujos que venimos tejiendo hace rato. El 8M es el proceso asambleario en la Mutual Sarmiento, en las organizaciones, en los movimientos de los barrios del conurbano, en las provincias del país. Es un cantar hitazos que nos regalaron diferentes espacios. El 8M también es el lanzamiento de redes como la de defensoras del ambiente y el buen vivir y de causas que emergieron con potencia como la lucha por los derechos del bloque migrante que rápidamente tomaron la consigna del Ni una Menos. Son los videos que llegaban de otras latitudes alentando la marcha hacia este día. Son las mujeres presas, las originarias, las campesinas que pararon. Son las centrales obreras nacionales sumándose de una forma inédita al paro. El 8M es una nueva presentación del proyecto por la despenalización del aborto que esta vez sí será discutido en el recinto y que se cristalizó en una marea de pañuelos verdes entre tantas remeras violetas. Es el orgasmatón, el paro, la insoslayable internacionalización de una agenda de mujeres, lesbianas, travestis y trans.
Pero también es la disconformidad con la articulación de una oposición que pretende hacerse sin mujeres adentro. Con las frases desafortunadas de referentes masculinos de movimientos sociales suplantando las voces de sus compañeras mujeres. Con la negación del gobierno a tener paritarias docentes libres, en un gremio abrumadoramente femenino. Con un protocolo para detener a las personas del colectivo LGBTTTI elaborado por el ministerio de Seguridad. Con los feminicidios que se llevan una mujer cada 29 horas. Con la criminalización de las personas migrantes, de las que ejercen su derecho a abortar, de referentes políticas.
El 8M es un espacio de discusiones: varones sí o varones no en la marcha, cómo paramos cuando cumplimos tareas reproductivas, cómo nos cuidamos en una marcha dentro de un contexto represivo de la protesta social, cómo dejamos a nuestras personas a cargo para marchar sin cercenar el derecho de la persona contratada para cuidarlxs, cómo instalamos nuestra agenda en programas de televisión populares sosteniendo la alta calidad del debate, cómo mantenemos la interpelación a los demás espacios políticos más allá de ciertas fechas de movilización, cómo logramos romper estructuras patriarcales dentro de nuestros propios partidos, sindicatos y movimientos sociales.
Lo que sí nos queda claro es que el feminismo se renueva con todas esas mujeres muy jóvenes que ocuparon las asambleas y las calles y que se van sumando a un movimiento que las espera, crece y se reconvierte con ellas. Y la clave de esa interpelación tan masiva está en un feminismo que muy hábilmente logró conectar luchas que parecen fragmentadas. Esas luchas que según los medios hegemónicos no deberían interesarnos a las mujeres. ¿Qué más propio a nuestra agenda que proclamarnos contra el ajuste que siempre nos afecta con más fuerza a nosotras y contra un G20 que viene a socavar nuestra soberanía nacional y que nos coloca como las principales endeudadas del sistema financiero, a favor de paritarias libres y de la soberanía de nuestras semillas y nuestros territorios? La novedad de esta marea constante no es sólo parar el mundo y correrlo de su eje, es también la astucia política para continuar entretejiendo este entramado de flujos.
*Socióloga y feminista. IDAES/UNSAM