Débora estaba sola con su bebé en su casa del barrio Alto Verde de la ciudad de Santa Fe. Eran alrededor de las 11 de la noche del martes 13 de febrero. Darío Carrel, su ex pareja y padre de sus dos hijos, entró por la puerta de atrás. Cuando ella intentó llamar al 911, él le arrebató el celular y lo rompió contra el piso. La agarró de los pelos, le pegó y le puso un cuchillo en el cuello. Le dijo que la iba a matar. Con el mango le abrió una herida de varios centímetros en la cabeza.
Ella soportó los golpes con el bebé en brazos e intentó calmarlo. Le dijo que lo amaba, que si quería podía volver a vivir con ellos. A través de la herida de la cabeza seguía saliendo sangre. Él la llevó hasta la habitación del fondo para que no escucharan los vecinos.
“Me hizo acostar para que durmiera al nene. Él tapó todas las ventanas. Se aseguró de que estuviera todo cerrado”, contó a Cosecha Roja Débora. Carrel buscó una garrafa.
—Dejame sacar al nene —pidió ella mientras él abría y cerraba la llave de gas.
Carrel empezó a revisar los cajones.
—Vamos a volver. Podemos empezar todo de vuelta —intentó calmarlo. Pero él seguía diciendo que la iba a matar.
Débora pensó que la única salida para que no la asesinara era teniendo relaciones sexuales. Y así fue: él se calmó.
A ella le dolía la cabeza por el golpe y tenía parte de la cara bañada en sangre. Se fue a bañar. Mientras estaba en la ducha, pensó en escapar. Calculó el tiempo que le llevaría agarrar al bebé, abrir las puertas y la reja del frente y desistió.
Después se duchó Carrel. Cuando salió del baño, se acostó y se durmió. En la cama quedó el cuchillo ensangrentado. Ella salió hasta la puerta envuelta en una toalla, pidió a unos adolescentes que llamaran al 911 y volvió a la habitación. “Dejé las puertas abiertas y nadie entraba. Se me hizo eterno”, contó Débora.
Ella se vistió en silencio en la oscuridad. Agarró a su hijo y salió corriendo. En la calle paró un auto y llamó al 911. Carrel despertó rodeado de policías. Lo hicieron vestirse y lo sacaron sin esposarlo. Cuando llegaron a la puerta, escapó corriendo.
Los vecinos y la policía salieron a buscar al fugitivo. Una prima de Débora se sumó a la persecución en moto. Ella quedó sola con su hijo en el living de su casa.
Mientras esperaba salió a fumar un cigarrillo. Cuando levantó la vista vio a su ex pareja que venía corriendo. “Volvía para meterse y pegarme”, contó. Un vecino alcanzó a empujarlo antes de que la atacara. Lo agarraron entre varios y le pegaron. Lo dejaron tirado en la esquina hasta que volvió la policía.
Débora tiene 26 y él 27. Estuvieron juntos seis años y tuvieron dos hijos: una nena de cinco años y el bebé de uno. Tras la separación, en octubre pasado, empezó a amenazarla a ella y a su familia. Débora lo denunció tres veces: la Justicia le entregó un botón de pánico y a él le dictó una medida de restricción. “Para que la medida surta efecto es necesario que él sea notificado por el Juzgado de Familia. Por alguna razón eso no pasó”, explicó a Cosecha Roja una fuente judicial. La perimetral quedó en suspenso.
El lunes él fue hasta la casa de su ex pareja. Rompió la puerta de atrás, le robó televisores y un aire acondicionado. Al día siguiente volvió. “Se salvó de milagro porque se durmió”, contó Alejandra, la hermana de Débora.
El fiscal Eric Fernández lo imputo este mediodía por los delitos de violación de domicilio, amenazas, lesiones leves dolosas agravadas por haber mediado relación de pareja y violencia de género y abuso sexual con acceso carnal. También está acusado por el robo del aire acondicionado y los televisores. El próximo sábado el fiscal pedirá la prisión preventiva.
Débora todavía tiene miedo.