Es politólogo, emprendedor y ex gerente de iNNpulsa. El 11 de marzo ganó una banca por Bogotá en la Cámara de Representantes, después de que 11 hombres homosexuales hubieran intentado sin éxito llegar al Congreso en los últimos 20 años.
Por Pilar Cuartas Rodríguez en El Espectador / Foto: El Espectador
No le gustan las corbatas, ha creado dos empresas y prefiere ser tío que papá. Mauricio Toro es politólogo egresado de la Pontificia Universidad Javeriana, aunque le hubiese gustado estudiar periodismo y derecho. Cree en la Alianza Verde y el 11 de marzo de 2018 ganó con ese partido una banca en la Cámara de Representantes. Un escaño histórico que lo convirtió en el primer congresista abiertamente gay en el Congreso de la República, después de que 11 hombres abiertamente homosexuales, como él, hubieran intentado sin éxito llegar al Legislativo en las últimas dos décadas.
En un país donde se ha intentado aprobar un referendo para prohibir que parejas del mismo sexo adopten, donde se cree en una ideología de género inexistente y donde los políticos ocultan ser homosexuales para no perder votos, Toro se atrevió a decir ante los electores que ama a los hombres y que no le da pena hacerlo. Su candidatura incluyó una agenda para la diversidad sexual, además de otras propuestas enfocadas en la innovación, la educación y el emprendimiento. Y así logró obtener 19.074 votos.
Pero al lanzar su candidatura a la Cámara, el clóset ya era cosa del pasado. Había salido de él hacía más de 10 años y fue gracias a su mamá. La escena la recuerda intacta: una llamada a medianoche la había levantado de su cama y al otro lado del teléfono alguien escandalizado le revelaba que su hijo universitario era gay, que andaba de fiesta con otros hombres y que tenía un video para probarlo. Ella, sin afanes, respondió que eso no era novedad y exigió que no se entrometieran en la intimidad de su familia. Colgó y esperó despierta a Toro hasta que llegó a las 5 de la mañana. En realidad, no lo sabía, pero lo negó en la llamada porque nadie tenía derecho a estigmatizar a su hijo.
“¿Usted es gay?”, preguntó la mamá. “Sí”, contestó él. Después de ir juntos al psicólogo y hablar varias veces del tema, la mujer terminó comprendiendo la orientación sexual del joven y ella misma se encargó de “aventarlo” de ese clóset donde estaba engavetado. Les contó a su hermano, a las tías, a las amigas y a todo el que averiguara. “Estoy cansada de que todo el mundo pregunte: ‘¿Y la novia de Mauricio?’. Yo voy a empezar a responder: ‘No, él es gay y tiene novio’. Si usted se siente orgulloso, yo también, porque usted es mi hijo”, dijo en ese momento la mamá de Toro.
Desde entonces, el nuevo congresista no pone trabas a la hora de hablar de su orientación sexual. Cuando llegó a iNNpulsa, entidad del Gobierno que promueve la innovación y de la que fue gerente, él mismo se encargó de contarles a los empleados que era gay. Era la fiesta de fin de año, estaban rifando tiquetes y tenía que imitar a Shakira para que los demás asistentes adivinaran el personaje. “Yo seré muy gay pero no tengo idea de bailar como ella. Haré mi mejor esfuerzo, pero inspirado en Piqué”. Aprovechó el siguiente silencio y presentó después a Sergio León, quien había sido su pareja por 11 años.
No iba a permitir que el miedo a la discriminación le ganara. Ya lo había padecido en el colegio, donde se esforzó por invisibilizarse para que no lo señalaran. Jugó fútbol, a pesar de que no le gustaba; compró revistas de mujeres desnudas, aunque las archivaba debajo de su cama, y nunca se sentó en la primera fila ni en la última del salón con tal de pasar desapercibido. Se camufló hasta casi terminar la universidad.
“Uno cae de nuevo en ese círculo de miedo a la discriminación, que es una realidad. Yo salí del clóset tarde. La mejor historia de uno es la universidad: fiestea, conoce gente, va a cine, tiene sexo y hace planes románticos. Y tener que estar solo por disimular fue complicado y doloroso. En ese momento yo sentía como si estuviera cometiendo un delito, con algo tan normal como el amor. El amor es simplemente el amor. Es como poner muchos vasos de agua, no se distingue y no tiene color”, afirma Toro.
¿Un Congreso de todos los colores?
El ex gerente de iNNpulsa llegará al Capitolio Nacional el 20 de julio con varias promesas en su agenda. Algunas de ellas son acabar el 4 x 1.000, crear incentivos tributarios para los emprendedores, reducir las tasas de interés bancarias, reformar el Icetex para evitar cobros de intereses abusivos y legalizar plataformas tecnológicas de transporte como Uber. A la comunidad LGBT le promete defender todos los modelos de familia, matrimonio y adopción; luchar para que los delitos contra lesbianas, gais, bisexuales y trans no queden impunes; implementar servicios de salud con enfoque diferencial, e incentivar emprendimientos.
Mientras el tiempo dirá cuáles de esas promesas se cumplieron, activistas de la población LGBT ya consideran su paso por el Congreso como una victoria. Es el primer hombre abiertamente gay que logra ganar un asiento en el Legislativo. “Nunca pensé que ese fuera a ser un titular el día de las elecciones, porque para mí es algo normal. Ojalá para toda nuestra comunidad eso fuera así y todos pudiéramos sentirnos tranquilos y relajados”, cuenta Toro.
“Creo que abiertamente voy a ser el único hombre, pero de que hay los hay. Creo que muchos caminan rapidito, pero eso debe haber mucha gente. Es que somos muchos, estamos en todo lado. Es natural”, agrega el representante por Bogotá.
Su candidatura para la legislatura 2018-2022 se suma a las de 16 personas LGBT que aspiraron al Congreso este año, según el Observatorio de Participación Política de Personas LGBT en Colombia, liderado por Caribe Afirmativo, Victory Institute, Friedrich Ebert Stiftung (Fescol), NDI y NIMD. La cifra casi triplicó las seis candidaturas LGBT que se identificaron para la legislatura 2014-2018.
La totalidad de votos obtenidos por estos candidatos pasó de 36.876 en 2014 a 157.983 en 2018. Esta es, según Caribe Afirmativo, una de las grandes ganancias para el movimiento LGBT en estas elecciones. Aunque la suma general es positiva y muestra un aumento, si se analiza sólo la votación por personas LGBT en la Cámara de Representantes, la cifra cayó ahí en 5,7 %.
Lo cierto es que, en los últimos 20 años, unas 25 personas de la comunidad LGBT han aspirado a llegar al Congreso haciendo pública en campaña su orientación sexual o identidad de género. Sólo dos personas lo han logrado: Angélica Lozano (2014 y 2018), la primera congresista LGBT en el país, y Mauricio Toro (2018) . De acuerdo con el observatorio, la senadora y hoy fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo, Claudia López, se hizo visible como mujer abiertamente lesbiana después de ser elegida en 2014, y también dio la pelea por los derechos de las personas LGBT. Su participación en el Congreso fue vital para la visibilización de los derechos de esta población y su rol como senadora contribuyó a que más miembros de esta comunidad se motivaran a participar en política.
Por su parte, las mujeres trans también hicieron historia en esta campaña legislativa. Por primera vez en el país, dos de ellas aspiraron a ser senadoras: Akemi Sofía Rave, activista que considera necesaria una ley de identidad de género, y Tatiana Piñeros, contadora pública y exdirectora del Instituto Distrital de Turismo de Bogotá. Pese a que ninguna de las dos ganó una curul, Lozano, quien es abiertamente bisexual, sí ganó un asiento en el Senado. En cuatro meses, ella y Toro serán los dos únicos congresistas abiertamente LGBT.
“Creo que es una muestra de que sí se puede. Este paso sirve para empezar a visibilizarnos. Ya hay gente que ha avanzado mucho, como Angélica y Claudia, y otras personas en el Congreso defensoras de la igualdad. Una de nuestras tareas es seguir defendiendo los derechos LGBT, porque en este país no pueden seguir existiendo personas de diferentes categorías”, concluye Toro.