Estaba todo listo para que Paula Navarro hiciera historia. La noticia de la posible llegada de la entrenadora a la banca del equipo masculino de Santiago Morning ilusionó a numerosas hinchas y generó eco entre los medios deportivos de la región, quienes apuntaron el hecho como un momento excepcional para las mujeres en el fútbol.
Pero no podía ser tan sencillo, menos en Chile. Apenas el presidente del club, Miguel Nasur, la apuntó como una buena candidata, recordando que “ha peleado todos los campeonatos últimamente”, un grupo de hombres del mismo plantel hizo sentir su furia masculina y se encargó de llenar de dudas el nombramiento.
El portero y capitán Hernán Muñoz salió a dejar en claro su rotundo rechazo a la idea, en una actitud pocas veces vista de parte de un jugador hacia un posible DT: “A mí modo de pensar, que una mujer esté en un camarín masculino se sale de contexto, por la comodidad de los jugadores”, argumentó. Luego fue el turno de ex jugadores y entrenadores de trayectoria, como Víctor Hugo Castañeda y Jorge Garcés.
“A mí no me deja de llamar la atención, me parecería muy raro (…) es una actividad demasiado ruda como para que las mujeres lo practiquen”, dijo Castañeda, mientras que Peineta sentenció que “no me parecería lógico que ella, sin experiencia, asuma la banca de un equipo profesional. La mentalidad chilena no está preparada. Sería un poco incómodo, para los jugadores y para ella misma”.
Soberbia, menosprecio y ninguneo: además de sus estudios en educación física, Paula realizó su curso de técnico deportivo y se graduó en 2011 como entrenadora del INAF. A sus 45, ha sumado estudios de psicología deportiva, certificaciones avaladas por la FIFA y 13 años ligada al club microbusero. También se desarrolló con éxito con las divisiones del fútbol joven y femenino, haciendo historia en el desarrollo de Colo-Colo y realizando cursos en el Barcelona y el Athletic de Bilbao, antecedentes aún insuficientes para un técnico como Garcés.
Finalmente, Jaime García fue nombrado el nuevo DT de Santiago Morning y Navarro fue seleccionada como su ayudante en el cuerpo técnico.
Durante aquella semana de rumores, las mujeres hinchas nos ilusionamos. Vimos en el paso de Paula una forma más de desafiar los límites que nos impusieron desde niñas, cuando ni se podía discutir que la pelota era asunto de hombres. La imaginamos repartiendo instrucciones de entrenamiento y táctica, ofreciendo un fútbol vistoso y desafiando a los rivales de la Primera B con talento, con categoría, sin que nadie le haya regalado nada. Porque a ella, a diferencia de sus pares, seguro le costó el doble y el triple llegar hasta ahí: soportar faltas de respeto y tener que saber más que cualquier hombre, evitar cualquier duda o error que inmediatamente la pondría en cuestión. Como nos pasa a todas en la cancha o en las discusiones con amigos.
Rápido vinieron ellos a decir que no, que hasta acá no más llegamos nosotras. Te tuvieron miedo, Paula, los dejaste muy asustados. La idea de recibir órdenes de una mujer los apabulló: tuvieron que argumentar incomodidad en el camarín. Como si la mayoría de los equipos de fútbol femenino no fueran encabezados por hombres. Como si una mujer repartiendo instrucciones a 11 jugadores fuera un insulto, una mala broma. Algo inconcebible, que podría inspirar a otras a seguir el mismo ejemplo.
Y esta vez ganaron, poniéndole una pausa al sueño de la primera DT mujer dirigiendo un equipo profesional en Chile. Una imagen que habría impulsado a muchas niñas que entrenan duro, desafiando las dudas y el prejuicio, las mismas que sueñan con el talento de Tiane Endler, hoy catalogada como una de las diez mejores arqueras del mundo. Nos habría envalentonado a todas las que seguimos por Youtube el juego de Coté Rojas, Pancha Lara y Sofía Hartard, entre tantas otras seleccionadas de talento invisibilizado por los medios de comunicación.
Aunque lograron truncar el paso de Paula, el tiempo corre de prisa. Quisieron decirnos que no sigamos intentando, que hay límites para nuestros sueños peloteros, pero a veces la mezquindad y la injusticia se pueden transformar en la mejor arenga. Llegará el momento, Paula, nosotras seguiremos entrenando con las amigas. Aprendiendo a dominar el balón o invitando a otras a disputar una pichanga que despierte de pronto un amor negado. Seguiremos tomándonos el lugar del que nos han excluido por ser mujeres, aunque les pese, si se nos antoja jugar. Aquí estaremos para verte triunfar a ti y a todas.
* Publicado en El Desconcierto