Federico Trofelli – Tiempo Argentino.-
Una psicóloga de 37 años que vive en Caballito fue su última víctima. Con la excusa de que el euro se iba a disparar la convenció de que le diera dinero y nunca más apareció. También engañó a mujeres en Italia, España y EE UU.
Hace una semana que Mariel apenas duerme en su departamento de Capital Federal. Los muebles, las paredes, todo, le recuerdan al hombre que la sedujo y la estafó. Esta psicóloga de 37 años cayó en las garras de un gigoló, seductor compulsivo, que con las peores artimañas y una gran historia logró engañar a varias mujeres de diferentes provincias argentinas y en otros países como Italia, Estados Unidos y España.
Después de estar tres años sin una pareja estable, Mariel –el nombre es ficticio para resguardar su identidad– había decidido darse otra oportunidad. Fue así como su prima, que vive en San Luis, la contactó con Marcos Ariel Serrate, a quien había conocido por chat. Según le contó Serrate a la mujer, la vida le había dado un trágico golpe: en un accidente de tránsito en España había perdido a sus dos hijas adolescentes y a su mujer.
“Mi prima me dijo que tenía un amigo virtual para presentarme, que era muy caballero y que estaba pasando por un mal momento. Él me pidió autorización en Facebook y comenzamos a chatear. Me pareció un tipo muy interesante y buena persona”, explica Mariel, todavía angustiada por no darse cuenta a tiempo de lo que estaba por sucederle.
El presunto viudo decía ser español, de Madrid, tener 48 años y un envidiable trabajo como piloto de la aerolínea Iberia, que le daba la posibilidad cada 20 días de visitar la isla griega de Mykonos donde, según él, había arrojado las cenizas de su familia.
El primer contacto virtual de Mariel con él fue el sábado 26 de julio. Fueron varias horas de chat y otras tantas de charla telefónica. Ella quedó encantada y se ilusionó. El hombre de mundo hacía por lo menos dos años que cultivaba un perfil en las redes sociales, donde pretendía “encontrar a una mujer de verdad y que no sea sólo para una noche”.
Según el cuento del gigoló, estaba a punto de adoptar una nena de 4 años llamada Candela, por lo que hacía un año que se encontraba en Argentina, prácticamente sin amigos y viviendo de prestado en un country de zona norte. Sin embargo, dinero no le faltaba. El hombre le llegó a comentar que al otro día, domingo, iba a comprar un vehículo cero kilómetro. En teoría, también estaba buscando una nueva casa para comprar, dado que se agrandaba su familia.
Por eso, ese domingo, el español la llamó y le contó que estaba por el barrio de Caballito, donde casualmente vive Mariel. El ardid delictivo estaba en marcha: “Ya que andaba por la zona, me pidió de vernos. Quedamos en encontrarnos en una confitería, pero cuando llegamos me dijo de ir para otro lado más lindo. Claro, después caí de que me llevó a un lugar que no tenía cámaras”, reflexiona la víctima.
“Tomamos un café –cuenta Mariel– y la verdad que el tipo me atrajo, me quemó la cabeza haciéndome bromas y hasta llegó a deslizar de mudarnos juntos. Me hizo toda la novela y terminamos en mi casa.” “Ese momento fue muy especial, se comportó de manera muy dulce y sensible”, recuerda la psicóloga.
Decidido, el impostor fue por más. “Me comentó que no había comprado el coche porque un amigo que trabajaba en una financiera le había advertido que el lunes el euro se disparaba. Entonces, la onda era darle dinero a esta persona y en la semana ganar más plata”, detalla Mariel. “Me la dejó picando y yo le dije que le daba lo que tenía encima, unos cinco mil pesos.”
El “Gallego” hizo algunos llamados telefónicos a su supesto amigo financista y la pareja se pidió un taxi para encontrarse con él en el Paseo La Plaza. La idea era que cenaran los tres, y luego, si todo salía bien, Serrate y Mariel irían al Hotel Hilton para coronar la noche.
Pero todo cambió. Cuando llegaron al Paseo La Plaza, el hombre se bajó del taxi y se perdió en el interior del espacio cultural. A los 25 minutos el chofer frenó el taxímetro porque la espera le parecía excesiva. El taxista le dijo: “Me parece que te afanó.”
La semana pasada ella denunció al estafador en la Comisaría 5ª. La investigación quedó en manos del fiscal Jorge Ballestero. La mujer aportó todos los datos que tenía a su alcance para dar con el impostor.
Sus víctimas lo escrachan por la web
Una mujer de 53 años de San Isidro escribió en agosto de 2013 en uno de los perfiles de Netlog del impostor: “¿Te escondes en una cueva ahora no? Lindo tu anillito, el percherito que se ve de casita. ¿Qué dirá tu mujer? ¿Seguro que hace lo mismo que vos no? Porque así la debes haber conocido pedazo de cornudo porque estoy muy segura que te caga con muchos.”
Otra señora lo denunció en una página de hackers: “Él sabe dónde vivo, mi número de teléfono, etc. No quiero enfrentarme a él, pero quiero detenerlo. ¡Él es una muy mala persona! Me sentí tan estúpida con todas sus mentiras… y ahora tengo miedo”, se animó a decir.
En cadena, las víctimas se fueron poniendo en contacto pero no hicieron mucho más que denunciarlo públicamente. Algunas explicaron que se llegaron a dar cuenta a tiempo del engaño, pero en la mayoría de los casos, el hombre logró seducirlas y robarles.
Otra mujer detalló que al no prestarle atención a sus encantos, el hombre “se puso muy agresivo y me mandó mensajes discriminatorios por el color de mi piel. Él es peligroso. Se contacta con mujeres para tener sexo y dinero.”
De Facebook a Badoo y Netlog
Marcos Ariel Serrate es sólo uno de los perfiles que el estafador tiene en las redes sociales, donde también se presenta como Marcos Ariel Monserrat o Ariel García. Además de su cuenta en Facebook, el hombre abrió otras en Badoo, Netlog, Twoo, entre otros sitios populares para conocer gente. En algunas fotos que posteó se lo puede ver en pose canchera, con camisa rosa y hablando por celular o vestido como piloto . En otras, a lo lejos y cerca de un avión de Iberia se ve un bulto, que podría ser él como cualquier otra persona. También posteó una foto de una niña que dice que se llama Candela y que estaría por adoptar aquí en la Argentina.
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