Otros expedientes de la pesquisa de los asesinos de Aranguren Castiello y Garza Sada tan sólo contienen notas periodísticas plagadas de eufemismos y que ofrecen poca información. Pero hay un documento asegurado en 2005 mediante una diligencia solicitada por la investigadora Ángeles Magdaleno, “para evitar la mutilación de documentos clave en los trabajos de nuestra memoria histórica”. Se trata del Expediente 11-235-L6, que de la página163 a167, consigna la presencia del guerrillero Salvador Corral García en la Ciudad de México el 1 de febrero de mil 1974, donde fue interrogado “por el licenciado Julián Slim H. quien se desempeñaba como jefe del Departamento Jurídico de la DFS”.

Este documento demuestra algo que hace treinta años se dio como un hecho en los círculos opositores al gobierno, pese a que no se conocían las pruebas oficiales que lo probaran: que el guerrillero Salvador Corral García había sido detenido en Sinaloa y llevado a la Ciudad de México para ser interrogado, y que cinco días después fue asesinado y su cadáver acabó siendo arrojado en San Pedro Garza García, Nuevo León, como tributo de sangre ofrendado por el gobierno priista al empresariado mexicano.

5.- UN POLICÍA LIMPIO EN UNA GUERRA SUCIA

En 2006, tras conocerse los informes con los resultados de las investigaciones especiales de la guerra sucia, tanto de la CNDH como de la Fiscalía Especial, estos fueron menospreciados y criticados prácticamente por todos los involucrados: por un lado, los funcionarios y ex funcionarios señalados descalificaron las conclusiones como “tendenciosas”; lo mismo pasó con los familiares de las víctimas y los antiguos guerrilleros para quienes los reportes eran insuficientes y sus conclusiones encubridoras. En suma, la memoria oficial que se trató de hacer de aquellos años turbios recibió pocos comentarios encomiásticos.

En ambos informes hay reportes internos y cientos de testimonios recogidos después de treinta años. En esos documentos están las voces contudentes que confirman, una tras otra, secretos que ya no se pueden negar: el hecho de que en la DFS la tortura era un método común de investigación policial, que la DFS era la principal máquina represiva del poder y que hubo cientos de testigos y víctimas de sus atrocidades. Luego de ser detenidas -la enorme mayoría de las veces sin órdenes judiciales de por medio- las personas eran interrogadas con los ojos vendados y se les obligaba a firmar declaraciones y confesiones en medio de amenazas, golpes y tortura mediante la aplicación de toques de corriente eléctrica en los genitales. O se les desaparecía para siempre. Son tantos los casos y tan vasta la documentación al respecto que se necesitarían entre ochocientas y novecientas notas a pie de página para incluir a cada una de las víctimas en este reportaje.

También aparecen los nombres de casi un centenar de policías que participaron en esta guerra sucia: Arturo Durazo Moreno, Salomón Tanús, Jorge Obregón Lima, Francisco Sahagún Baca, Luis De la Barreda Moreno, Francisco Quirós Hermosillo, José Guadalupe Estrella, Florentino Ventura, Miguel Nazar Haro… Sin embargo, un nombre que nunca se menciona en los informes históricos de la CNDH ni de la Fiscalía Especial es el de Julián Slim Helú, quien ni siquiera fue citado a declarar como testigo, como sí sucedió con la mayoría de los policías de la DFS.

Después de tener en mis manos los documentos oficiales en los que se revelaba que Slim Helú había interrogado a Corral García antes de que fuera asesinado y tirado en una calle de San Pedro Garza García, Nuevo León, pregunté a varios sobrevivientes de esos años, como los ex-guerrilleros Héctor Escamilla Lira, Elías Orozco, Alberto Sánchez, Manuel Saldaña, si habían oído hablar del policía Slim Helú. Ninguno lo recordaba bien. Sólo alcanzaban a señalar que al parecer se trataba de un pariente -“primo o tío lejano de Carlos Slim Helú”- el cual al parecer después de estar en la DFS se había ido de comandante a la Procuraduría General de la República y del que luego no se volvió a saber nada.

El apellido Slim Helú sí ocuparía un lugar en la memoria nacional, pero en los noventa por la venta de Telmex, la empresa paraestatal más importante de todas las que privatizó el régimen priista en su recta final, antes de que llegara el 2000 y la transición democrática a México.

6.- EL COMANDANTE SLIM

El 27 de mayo de2008, através del Insituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), solicité a la PGR el expediente laboral de Julián Slim Helú, en caso de que éste existiera. El 3 de julio, la Unidad de Enlace de la PGR me respondió: sí existía un expediente de un policía con ese nombre, pero no podía entregarlo debido a que era información confidencial. Apelé la decisión de la PGR argumentando que el policía Slim Helú ya no estaba en funciones y habían transcurrido los 20 años reglamentarios para mantener bajo reserva cualquier documento catalogado como confidencial.

Convencida de que debía hacerse pública dicha documentación, la comisionada del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), María Marván Laborde, tomó el caso y me ayudó a ganar el recurso de revisión, un año después. El IFAI exigió a la PGR entregarme el expediente donde constaba que Julián Slim Helú había iniciado labores como primer comandante de la PGR el 16 de junio de 1983 y había renunciado el 7 de junio de 1984, una semana después de la muerte del entonces columnista político más influyente de México, Manuel Buendía Tellezgirón, asesinado por un pistolero contratado por la DFS.

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