La potencia de un discurso político en medio de los piquetes que poblaron la Ruta 3, columna vertebral de La Matanza, al calor de la crisis de 2001. La rebeldía frente a las instituciones que llevó a sus hermanos menores a sumarse a la militancia por los Derechos Humanos y LGBTQI. La lucha incansable por el cupo laboral trans en el Estado. Todo eso condensaba la figura de Diana Sacayán, la militante que murió víctima de un travesticidio hace dos años.
Esta tarde, amigos, compañeros de militancia y organizaciones que acompañaron las distintas luchas que libró Diana la recordaron con un acto en la Cámara de Diputados de la Nación. Mañana, el homenaje se repetirá a las 15 en la ronda que cada jueves encabezan las Madres de Plaza de Mayo cuando Hebe de Bonafini resalte la importancia histórica de su lucha. Y el sábado, en el Encuentro Nacional de Mujeres en Chaco, la cara de Diana se repetirá en pancartas y banderas en una marcha contra los travesticidios.
“Diana era única. La lucha que hoy seguimos como continuidad de su militancia la mamamos y aprendimos de ella”, contó a Cosecha Roja su hermano Sasha, querellante en la causa que investiga su travesticidio y actual coordinador del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL) que ella había fundado en 2002 en Laferrere. El barrio matancero la acogió durante décadas cuando su familia dejó su Tucumán natal. De Diana, su hermano dice que heredó la perseverancia para visibilizar los derechos LGBTQI, algo que incorporó desde chico, cuando su casa se convirtió en un punto de encuentro para la militancia del colectivo o cuando aprendió qué puertas tocar cada vez que la policía la golpeaba y llevaba presa por reclamar.
Darío Arias, coordinador de Conurbanos por la Diversidad, también recuerda a Diana como su referente. Se conocieron en plena crisis de 2001, en medio de una olla popular montada sobre la Ruta 3, en La Matanza. A pesar de la multitud que la rodeaba, la figura de Diana le llamó la atención por la claridad de su discurso.
“Estaba a media distancia de ella, escuchando sus palabras. Me causó un fuerte impacto. No me animé a acercarme porque yo estaba en pleno proceso de autoaceptación de mi identidad pero la vida me dio revancha: vivíamos a 15 cuadras, en Laferrere, y a los pocos años nos convertimos en hermanos de militancia. Haberme cruzado con una compañera de la generosidad, la entereza y la lucidez de Diana fue un antes y un después en lo personal y, como lo personal es político, también en mi militancia. Diana era una revolucionaria y es quien nos sigue guiando en este camino de lucha por los derechos no sólo sectoriales, sino de todos y todas en general”, contó a Cosecha Roja.
La causa
El 13 de octubre de 2015 encontraron el cuerpo de Diana en su departamento de Rivadavia 6.700, en el barrio de Flores. Tenía 27 heridas y había sido apuñalada. La investigación de su travesticidio hoy consta de dos partes: uno de los procesos, en el que está imputado Gabriel David Marino, está a cargo de la fiscalía de Ariel Yapur y a punto de llegar a juicio oral.
Los querellantes son dos: la familia de Diana, encabezada por Sasha, y el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), quienes siempre destacaron la actuación de la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM), y a su titular, Mariela Labozzetta, por respetar la perspectiva de género durante el proceso. Desde el entorno de Diana estiman que el juicio comenzará en marzo de 2018, algo clave para que Marino, preso desde el 28 de octubre de 2015, no logre su excarcelación: está a punto de cumplir dos años de prisión preventiva sin condena.
La otra pata del proceso es la investigación que está llevando adelante la fiscal Cristina Caamaño para dilucidar la responsabilidad en el crimen de Diana de los otros dos procesados, Félix Alberto Ruiz y Federico Cardozo.
El proceso judicial no estuvo exento de luchas: en diciembre los compañeros y familiares de Diana lograron que la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de Capital Federal rechazara la decisión del juez Gustavo Pierreti, quien pretendía cerrar la etapa de instrucción cuando sólo había certezas acerca de la participación de Marino en el travesticidio. A raíz de esa demanda, el proceso avanzó hasta llegar a la etapa preparatoria del juicio oral en su contra. Mientras, la Justicia continúa investigando la responsabilidad de Ruiz y Cardozo.
En marzo la querella encabezada por Sasha consiguió que el fiscal Marcelo Saint Jean se autoexcluyera de la investigación después de que descubrieran sus antecedentes como defensor de genocidas en la causa “Circuito Camps” y de policías acusados por gatillo fácil. En su lugar fue designado Yapur.
Ahora, la lucha se concentra en lograr que el crimen de Diana sea caratulado como travesticidio, porque si bien durante todo el proceso se aplicaron protocolos con perspectiva de género, el Código Penal reconoce sólo la figura de femicidio. “Históricamente, la Justicia no ha actuado como corresponde en estos casos y es lo que estamos exigiendo. A mí no me da lo mismo que los asesinos de Diana vayan presos por femicidio que por travesticidio porque sobre el cuerpo de Diana y el ataque que sufrió se esconden otras cuestiones vinculadas a las violencias contra la comunidad trans y travesti. La muerte de Diana es una muerte política y por eso queremos convertirla en un hecho político porque la Justicia tiene la oportunidad de resarcirse por la invisibilización que ha operado desde siempre sobre el colectivo. Queremos una condena ejemplar por travesticidio”, dijo Sasha.
El legado de Diana
Diana fue una referente social y política todo terreno: militó por los vecinos de La Matanza, luchó contra la contaminación del Ceamse, quedó a las puertas de ser electa Defensora del Pueblo de ese municipio del Conurbano bonaerense en 2012 y ese mismo año se convirtió en la primera travesti en recibir el documento con su identidad de género autopercibida de la mano de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Uno de sus principales legados fue conseguir, el 17 de septiembre de 2015, menos de un mes antes de su crimen, la sanción de la Ley de Cupo Laboral Trans Travesti en la Legislatura bonaerense. La legislación que lleva su nombre como homenaje establece que al menos uno por ciento de los empleos de la administración pública deben ser reservados para personas del colectivo. La inclusión laboral para mejorar la calidad de vida de las personas trans era una de las obsesiones de Diana, la militó durante décadas. A dos años de su sanción la ley aún no fue reglamentada.
“Es una ley histórica y revolucionaria pensada y militada por Diana y representa uno de los hitos más importantes para el colectivo, junto a la Ley de Identidad de Género y la Ley de Matrimonio Igualitario. La falta de reglamentación e incumplimiento por parte de la Gobernadora María Eugenia Vidal contribuye a profundizar la situación de violencia y exclusión estructural a la que son sometidas las travestis y trans”, dijo Arias.
Durante todo 2016 las organizaciones LGBTQI trabajaron para visibilizar el reclamo y la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense las convocó a tres reuniones para iniciar su puesta en práctica. “El proceso de formalización del decreto de reglamentación se inició, pero tenemos entendido que el documento hoy está durmiendo en el despacho de Vidal a la espera de su firma, lo único que falta es su decisión política para avanzar y por eso seguiremos peleando, porque la puesta en marcha de esta ley es también hacer justicia por Diana”, explicó Arias.