Elider Pecile es un médico cirujano especializado en obstetricia que integra el plantel del Hospital público de Puerto Santa Cruz.
“Ahora piden cesárea y ligarse las trompas. Les digo no, esperá, hacé un parto natural y después te ligás con laparoscópica. ¿Sabés qué me contestó una? no, porque soy dueña de mi cuerpo”, cuenta el médico en tono burlón durante una entrevista en la que pudo despacharse con decenas de conceptos vetustos de fuerte raigambre antiderechos.
La “semillita”
Hace más de 25 años que Pecile es médico en el hospital de una localidad que no supera los 5 mil habitantes y probablemente porque todavía en muchas comunidades pequeñas los y las profesionales son muy respetados y respetadas, también es muy sencillo volverse impune.
“Cuando cada uno de nosotros nació, muchos otros no nacieron, porque nuestra mamá tiene dos ovarios y cada ovario tiene 200 mil semillitas. Todos los meses una semillita de esas empieza a crecer, produce el óvulo y si hay una relación sexual… ¿cuántos espermatozoides hay en una eyaculación?, hay millones. Por esos millones, uno sólo fecundó a aquel óvulo de mi mamá y los espermatozoides se perdieron, pero podría haber nacido uno mucho más inteligente que yo. Por eso defiendo la vida”, explicó cuando el locutor, Ariel Aguirre, le consultó qué opinaba del aborto en el programa Sábados informarles por Radio Nueva Cañadón 99.5.
Cualquier profesional de la salud puede objetar la interrupción voluntaria del embarazo y preferir que las mujeres sigan abortando en la clandestinidad. No está bien, está mal, pero nada se los impide. Forma parte del proyecto de ley que el presidente Alberto Fernández se comprometió a llevar al Congreso de la Nación después más de tres décadas de lucha feminista. Es lo que se conoce como objeción de conciencia.
Sin embargo, lo que quedó claro en la entrevista con Pecile fue que tampoco cumplen con el aborto legal, aquel que es por causales.
“A muchas logré convencerlas y tuvieron el hijo” se jacta el obstetra, que hasta contó: “Con mi esposa teníamos cuatro hijos, y quedó embarazada de la quinta hija, teníamos 40 y pico de años cada uno. Su planteo fue que no se podía ¿cómo que no se puede? Tenemos que recibirlo porque es una gracia de Dios… le hice psicoterapia durante tres meses, al cuarto mes, cuando se comenzó a mover la criatura, ahí lo aceptó”.
-¿Usted me dice que hay profesionales de la salud que en la actualidad hacen abortos?-, le dijo el locutor sin poder dar crédito, en pleno 2020, que las mujeres abortamos.
“Yo estoy plenamente seguro de que en el hospital no se hace ningún aborto, se lo firmo y lo aseguro”, respondió el ginecólogo, que luego admitió que cuando vivió en Mendoza se ocupaba de denunciar a las mujeres que llegaban con hemorragias por abortos clandestinos.
Pecile dejó en claro una y otra vez que si el aborto es ley, se va a abstener, tal como ahora con los casos donde las mujeres y niñas son abusadas, por ejemplo. “Ya me lo advirtió el subdirector, que como la esposa es abogada, le dijo que si la ley aparece y me mandan una paciente yo tengo que hacerle un aborto, pero le dije que no”, insistió.
“Lo sacrificamos”
Hasta ahí, todo legal. El asunto se pone sombrío cuando arroja alternativas para las mujeres que no desean ser madres.
“Hay muchos caminos. Que venga la mujercita con el problema, que no venga ni su madre ni su abuela ni nadie. Entonces le decimos señora, mijita, cuántas personas en el mundo están anotadas para adoptar un bebé y vos tenés uno y lo vas a tirar. Te cuidamos, te tenemos en sábanas de seda, te brindamos todo lo que necesitás, tenés tu hijo y lo regalás, lo donás, lo das en adopción, pero no lo tirés, ese es el camino correcto”.
“Y si no, el otro camino criminal sería tengo cuatro hijos y no puedo tener éste, entonces señora tráigame uno y lo sacrificamos”.
La farsa del abuso
Pero si hablar de aborto y el derecho de las mujeres le genera resistencia, tanto como para exponer semejantes ideas al aire por una emisora, lo que siguió roza la apología del abuso infantil.
El médico habló de la “iniciación sexual” cada vez más temprana de las “niñas”, haciendo la salvedad de que los varones “como planta de rabanito, dejan la semillita y se van”, pero “la niñita tiene que quedar con la semillita, y la niñita tiene 9 años, 10, 11, 12 años”, opinó el médico, con la mayor de las confianzas.
Aunque claramente con esas edades debería hablarse de un embarazo producto de una violación, el ginecólogo dijo que “al abuso lo tengo muy entre comillas”, porque, “llegado a una intimidad, donde solamente las paredes escuchan… y bueno… aunque ahora está este sistema que es peligroso, porque te agarran con las manos en la masa y no te falta ADN, no te hace falta nada”, lanzó en referencia a las filmaciones como las que se llevaban adelante en el estudio de radio.
Si bien muchas de las declaraciones de Pecile son repudiables, porque se trata de una mirada a todas luces misógina, levantó muchas muestras de admiración y apoyo de vecinos y vecinas que piensan como él.
Esta nota fue publicada originalmente en La opinión austral y republicada por Cosecha Roja.