Lola Melendi – Cosecha Roja.-
Quién sabe si llegó a sospechar que su vida terminaría así: flotando en un río urbano, esposado por la espalda y con la cara envuelta en abundante papel film. El hombre que apareció muerto hace casi un mes en Avellaneda todavía es un NN. No se sabe quién es, no se le conoce la cara ni el nombre y, mucho menos, por qué lo mataron. Hay una sola posibilidad de reconocerlo. La madre de un desaparecido en Quilmes se presentará esta semana para ver si coinciden las huellas de su hijo con las del misterioso hombre hallado en el arroyo Sarandí.
El martes 13 de mayo, mientras el país entero entraba en la cuenta regresiva hacia el mundial y en cada esquina hombres y mujeres se batían a duelo apostando por el futuro de Carlitos Tévez en la Selección, el fiscal Alejandro Rojas recibió un llamado en su teléfono móvil: “encontramos un cuerpo”, le dijeron. Cuando Sabella confirmó en conferencia de prensa que el Apache no integraba la lista de 30 jugadores preseleccionados para representar a la Argentina, Rojas no pudo escucharlo: estaba a orillas del arroyo Sarandí, en Avellaneda, dando inicio al expediente por “averiguación causales de muerte” de un NN masculino. El cuerpo fue encontrado por efectivos de la Comisaría Tercera de Avellaneda tras una denuncia al 911: entre la basura y los desechos químicos que las fábricas vierten clandestinamente a esas aguas estaba el cuerpo de un hombre joven, de entre 35 y 45 años, con las manos esposadas, la cabeza envuelta en plástico y en avanzado estado de putrefacción.
Estaba vestido, pero no tenía documentos ni tatuajes ni cicatrices que permitan identificarlo. Así dice en el expediente abierto en la UFI Nº3 de Lomas de Zamora descentralizada en Avellaneda. “Nos llamó la atención que nadie se haya acercado a preguntar por él, porque es un hombre joven, es raro”, dijeron a Cosecha Roja los voceros judiciales. Y confirmaron que la semana pasada apareció una búsqueda de paradero en Quilmes que podría coincidir con las características del cuerpo encontrado. En la fiscalía esperan que la madre que busca a su hijo lo encuentre.
Por el estado de descomposición del cuerpo, que se calcula estuvo en el agua entre 3 y 10 días antes de ser encontrado por la policía, no pudieron tomar sus huellas digitales. El fiscal ordenó extraer las manos y enviarlas a La Plata, donde el Laboratorio de Necropapiloscopía de la Dirección de Asuntos Periciales de la Corte Suprema de Justicia de la provincia de Buenos Aires hará lo posible por recuperar las huellas. La autopsia determinó que el hombre murió por asfixia, pero aún no se confirmó si ésta fue producida por el papel film, ni si murió antes o después de ser arrojado al agua: se sabrá recién en unos meses, cuando esté el dictamen definitivo. Su condición de NN entorpece las posibilidades de tejer hipótesis y buscar culpables, pero por la forma en que apareció el cuerpo se trataría de un caso de “discusión, riña, ajuste de cuentas o venganza”, uno de los tantos de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense. Podría tratarse incluso de un crimen mafioso.
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El arroyo Sarandí nace en Almirante Brown y atraviesa el partido de Avellaneda antes de desembocar en el Río de la Plata, a la altura de Dock Sud. Sus niveles de contaminación son similares a los de la cuenca Matanza-Riachuelo, generados por la misma desidia de curtiembres y fábricas que arrojan todo tipo de desechos tóxicos sin que nadie los controle. Está entubado y tiene sólo dos tramos a cielo abierto: unas cuatro cuadras entre Crisólogo Larralde y Casacuberta y los últimos mil metros antes de la desembocadura, donde el cauce se ensancha y está rectificado: ahí encontraron el cuerpo. El lugar es desolado, está rodeado de quintas y baldíos, tiene poca iluminación y un olor a podrido que disuade a cualquiera de acercarse. Contrasta con el movimiento constante de la Autopista Buenos Aires – La Plata que lo cruza a 150 metros de ahí, donde están la cancha de Arsenal, el supermercado Wal-Mart, los cines Village y las paradas de todos los colectivos. No es la primera vez que un cuerpo se descarta en ese arroyo, y hay casos similares en casi todos los afluentes del Río de la Plata que surcan la provincia. Los investigadores revisan las cámaras de seguridad para determinar en qué lugar arrojaron los restos, pero los pronósticos no son auspiciosos: depositan sus esperanzas en las huellas dactilares o en la aparición de algún familiar.
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En Argentina no existe un registro nacional de personas adultas extraviadas. Las búsquedas se hacen entre departamentos judiciales, consultando jurisdicción por jurisdicción. Los resultados no suelen ser buenos. Lucas Rebolini –hijo de los actores Antonio Grimau y Leonor Manso- murió en el Hospital Fernández y estuvo 34 días en la morgue mientras sus padres lo buscaban sin éxito. El uruguayo Fernando Cuevas estuvo tres años como NN en un hospital de Corrientes. Ambos casos se resolvieron a partir de la viralización de fotografías en las redes sociales.
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Pero no se puede tomar una fotografía de la cara de este hombre, que fue destruida por el efecto del agua, los químicos y el papel film.
El cuerpo descansa en la morgue judicial de Lomas de Zamora. Sus manos esperan las pericias en La Plata. Su familia y sus asesinos, quién sabe.
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