Cosecha Roja.-
Susana Giménez revolea un cenicero con destino Humberto Roviralta porque se enteró de que le fue infiel. Y es violencia. Pero no es violencia de género porque no transmite y reproduce la dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales ni naturaliza la subordinación.
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Una pareja camina por las calles de Londres. Discuten. Él le grita, la empuja, la agarra de la ropa. Entonces los que pasan miran indignados, calculan y, en determinado momento, intervienen. Le dicen al tipo que se calme, que si lo sigue haciendo lo van a denunciar. Es un video de la organización “Man Kind Initiative” en el que, ni bien termina la escena, el tiempo vuelve hacia atrás y pasa todo lo mismo pero exactamente al revés. Ella lo golpea a él. Los que pasan no lo defienden, se ríen. El clip, que se viralizó en Internet y ya llegó a más de dos millones de personas, termina con un dato: “el 40 por ciento de la violencia doméstica es sufrida por los hombres”.
Para que se entienda: la escena de la mujer golpeando a su marido representa el 1% de los casos de violencia familiar.
Los datos surgen de los informes de diciembre de 2013 del Programa Las Víctimas contra las Violencias del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (atención telefónica) y el de la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia Nacional (demanda espontánea y casos derivados de comisarías, hospitales y ONG de la Ciudad de Buenos Aires).
“El video trata de equiparar, de abrir una discusión al respecto: es maniqueo”, dijo a Cosecha Roja Miriam Maidana, psicoanalista, docente e investigadora de la Universidad de Buenos Aires. El problema, destacó, es que “hay un femicidio por día”. Esto le parece patear la pelota para afuera: “No me parece casualidad que aparezca justo en un momento histórico en el que se está logrando instalar que la mujer es una víctima”, agregó.
En Argentina, en las últimas semanas, hubo tres casos resonantes que pusieron sobre la mesa que, cada vez más, los distintos poderes del Estado reconocen a la violencia de género como un problema estructural. Romina Ragoñese mató a su marido en abril de 2013 y el fiscal pidió perpetua, pero este año el juez la absolvió porque se demostró que él la maltrataba. La Corte Suprema de Justicia de Tucumán absolvió a otra mujer que asesinó al marido con un cuchillo que le alcanzó su hijo. Consideraron, y sentaron precedencia, que la mujer actuó en defensa propia. Porque estaba, siempre, todo el tiempo, hacía años, amenazada.
En otros casos, en cambio, las mujeres siguen siendo condenadas aunque su vida esté en peligro. A los 19 años Daiana Fernández mató al novio que le pegaba. La condenaron a tres años y seis meses. Cuando salió la Cámara de Casación pidió que se eleve la pena a ocho años y vuelva a la cárcel. Además, las mujeres asesinas son casos excepcionales: “por cada mujer que hace eso, debe haber cien hombres que golpean mujeres”, dijo.
Maidana también destacó la diferencia física entre hombres y mujeres. “A las mujeres les quiebran los brazos, las tiran contra la pared, las golpean hasta el hematoma, tan fuerte que las veces que no las matan es casualidad: ¿cuántas mujeres hay que puedan hacerle eso a un hombre?”.
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