Semana.-
La historia de Velasco recuerda a la de algunas mentes criminales quienes vivían una doble vida. Por un lado, mantenían buenas relaciones con las personas más cercanas y por otro, eran capaces de cometer los más aterradores actos.
Las buenas calificaciones que sacaba Javier Velasco Valenzuela en el colegio, su trato amable con los profesores y alumnos a quienes saludaba de mano y a las mujeres de beso en la mejilla, contrastan con el perfil de un hombre que asesinó a una mujer con un machete, aparentemente abusó y empaló a su compañera de colegio a la que dijo que amaba y presuntamente violó a dos hijastras hace unos años.
En la jornada de la noche del colegio Manuel Beltrán, Javier era uno más. Solo se diferenciaba de algunos alumnos por querer mostrar una apariencia juvenil a pesar de tener 44 años. No son gratis las extensiones (perforaciones) en los oídos, ni su pinta de motociclista con la que usaba regularmente una chaqueta negra con la bandera de Estados Unidos en una manga.
Para ocultar su calvicie usaba a diario pañoletas. Incluso, en un acto de respeto hacia sus profesores y antes del inicio del semestre Javier Velasco, la persona que para muchos es un “monstruo que merece la penal capital”, con humildad le pedía a los maestros que le permitieran usar esta prenda.
Pero más allá de su forma de vestir lo que más rescatan algunos de los compañeros o profesores son las calificaciones y la asistencia a clase. Este hombre que el 4 de junio cumplió 45 años, sacó en sociales y democracia notas de 4 sobre 5.
En otras instituciones los promedios de las calificaciones también fueron buenos. En el colegioCamilo Torres donde estudió en el 2011, tenían notas con promedio a 4,5. Incluso, es aplaudido por el profesor que firma el boletín. “Felicitaciones por su excelente comportamiento académico”.
La rectora del colegio Manuela Beltrán, Doris Stella Vergara, asegura que lo conoció porque en algunas ocasiones Javier les traía plumillas para los parabrisas y censores de reversa a los carros de los profesores. La rectora destaca que Javier mantenía un trato cordial con sus compañeros y maestros. “Supongo que tenía dos caras, una dentro de la institución y la otra fuera de ella”.
En la clase de ética el profesor lo destaca por tomar: “decisiones responsables frente al cuidado de su cuerpo, de su familia y sus relaciones con los demás”. Javier Velasco el hombre que le dio risa en la audiencia cuando le leyeron los cargos por la muerte de Rosa Elvira Cely, al parecer era experto en ocultar su otra personalidad.
¿El rostro de la muerte?
La cara que Javier presentaba en el colegio no era la misma fuera de este. Un análisis de Medicina Legal elaborado en el año 2002, luego de ser acusado de la muerte de una mujer, lo señalan como una persona “con un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales”.
En el informe de esa entidad el médico psiquiatra encontró que una versión con varias inconsistencias sobre el crimen. Ese mayo del 2002, Javier contó que conoció a la mujer en una cabina telefónica, la invitó a almorzar y tras unos tragos, la llevó a su local donde reparaba radios para tener intimidad.
Según su versión, Javier le dijo a la mujer que era soltero. Horas después ella descubrió que eso era mentira y lo agredió con un machete. Contó que él se defendió con otro machete más corto. Sabe que la atacó pero luego dice que no se acuerda de nada. En esa versión y para evadir su culpa, Javier le dijo al psiquiatra que estuvo en el local con dos personas más, pero tras la borrachera no supo que pasó con ellos.
“Cuando yo estoy en los cinco sentidos soy muy amoroso, sensible con las personas, no en el sentido homosexual, puedo ser amoroso con los hombres porque creo en el amor y en la buena voluntad”, le dijo Javier Velasco al psiquiatra.
Según Javier, el consumo de alcohol y de sustancias como la marihuana y el alcohol además del bazuco, le hacían perder la razón. En el dictamen se revela que Velasco tenía alteradas las funciones mentales superiores pues a pesar reconocer la agresión, realizó actos erráticos como sacar a la mujer arrastras del local dejando el rastro de sangre que no limpió “adecuadamente”.
En esa oportunidad se dictaminó que Javier Velasco requería tratamiento psiquiátrico intramural, además se le impedía el consumo de sustancias psicoactivas o alcohólicas.
A este confeso crimen de se suma la presunta violación de dos hijastras en el año 2007. El hecho quedó sin ser investigado, pero ahora con la captura, la Fiscalía le quiere imputar a Javier el delito de acto sexual abusivo con menor de edad.
Por ser el menor en su casa, la familia quiso ayudarle a salir de la dependencia y de su vida desordenada. Incluso, en su lecho de muerte, su madre Elsa, le pidió al resto de hermanos que no lo desampararan. Olmo Velasco hermano de Javier cree que se le metió el “demonio”.
La doble personalidad de Javier Velasco se podría reflejar en una carta dirigida a Rosa Elvira y que las autoridades interpretan como una prueba de la culpabilidad pues este le pide perdón y solicita la ayuda de Dios. Allí escribe que Rosa es su “amor eterno”.
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