José Luis Sanz y Carlos Martínez. El Faro
Los líderes nacionales de la MS-13 y la pandilla 18 se reunieron este jueves con el secretario general de la OEA y leyeron un comunicado conjunto en el que anuncian una primera entrega simbólica de armas. Raúl Mijango, mediador entre ambos grupos, aseguró que un proceso sostenido de desarme depende de que el gobierno instale una mesa formal de negociación.
En su cuarto comunicado conjunto desde que el pasado marzo declararon una tregua entre ellas que ha reducido drásticamente el número de homicidios en El Salvador, la Mara Salvatrucha (MS-13) y el Barrio 18 anunciaron este jueves un “simbólico desarme parcial de sus estructuras” que abre la puerta a otras entregas de armas en un futuro y simboliza, según el documento, la “firme convicción y voluntad” de ambas pandillas de “contribuir a la paz social” en El Salvador.
El comunicado fue leído ante un nutrido grupo de periodistas por el veterano líder de la 18 Carlos Ernesto Mojica Lechuga, (a) Viejo Lin, en presencia de otros líderes de su pandilla y de los principales cabecillas nacionales de la MS-13, tras una reunión de todos ellos con el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza. El funcionario está en visita de dos días a El Salvador para verificar el cumplimiento de la tregua y respaldar el proceso de negociación impulsado por el gobierno de El Salvador.
Esta entrega de armas es, según el comunicado leído por Lin, un gesto de agradecimiento por la visita de Insulza, que anunció el compromiso de la OEA como “verificadora” del proceso de diálogo con las pandillas. Los líderespandilleros no especificaron el número de armas que entregarán a las autoridades ni su proveniencia.
“Las armas depuestas le serán entregadas al señor secretario general de la OEA para su posterior destrucción, por medio de los facilitadores monseñor Colindres y Raúl Mijango”, reza el comunicado, en referencia a los dos negociadores que desde el pasado enero canalizan en diálogo entre las pandillas y con el Ejecutivo. “Por lo simbólico del gesto, instamos a las instituciones interesadas en apoyar este proceso de paz a que convoquen a un certamen público a los escultores del país, para que con los restos de las armas destruidas pueda construirse una escultura que simbolice el inicio de este proceso, mismo que esperamos que con la participación de todos pueda llegar a feliz término”, continúa.
Preguntado por la posibilidad de que el anuncio hecho por Lin sea el punto de inicio de un proceso de desarme a gran escala, Raúl Mijango aclaró a El Faro que el “desarme parcial” anunciado es una acción puntual y que cualquier proceso más ambicioso está condicionado, por parte de las pandillas, a una respuesta del Ejecutivo a su propuesta de abrir una negociación oficial.
Por la tarde, en rueda de prensa, Insulza dio por hecho que el acto simbólico de entrega de armas sería solo el inicio de un proceso de desarme de las dos pandillas, aunque dejó claro que desconocía los pasos que ese proceso implicaría: “falta diseñar un mecanismo de entrega y verificación”, aseguró. En esa misma conferencia de prensa el ministro de seguridad pública, David Munguía Payés, fue menos optimista con la posibilidad de un desarme de gran escala y se limitó a aclarar que en el caso de que esto llegara a ocurrir las armas deberían ser entregadas a la PNC y a la Fiscalía General de la República.
Mojica Lechuga anunció también que los líderes de ambas pandillas han girado “órdenes precisas para contribuir positivamente (…) al llamado del señor presidente de la República de cesar todo tipo de violencia contra las mujeres”. Aunque tampoco detallaron en qué consistieron esas órdenes enviadas por los líderes de la MS-13 y el Barrio 18 en la cárcel hacia sus estructuras en la calle, resulta evidente que se trata de una respuesta al asesinato de la atleta Álison Renderos, de 16 años, encontrada muerta hace mes y medio después de 21 días desaparecida. Las autoridades vinculan el crimen a pugnas entre ambas pandillas. A raíz del caso el presidente Funes afirmó que la violencia contra mujeres debía ser considerada “delito contra la sociedad y contra la patria”.
Este anuncio de las pandillas coincide con un hallazgo de cadáveres en Santa Tecla que en principio se pensó que pertenecían a cinco estudiantes, de entre 14 y 17 años de edad, desaparecidos el 21 de junio, presuntamente también a manos de pandilleros. A pesar del extraordinario descenso de las cifras totales de homicidios y desapariciones desde que las pandillas acordaron la tregua el pasado 9 de marzo, casos como el de la desaparición de estos estudiantes o el asesinato de Álison Renderos han cobrado visibilidad pública y hay quienes pretenden ver en ellos el incumplimiento del compromiso de no reclutar a estudiantes, anunciado por las pandillas en mayo.
A la espera de respuesta
Esta larga cadena de comunicados y anuncios forma parte de los esfuerzos de la MS-13 y el Barrio 18 por convencer a la sociedad salvadoreña de la legitimidad de la tregua y de su anunciada intención de volverla definitiva. Los posibles pasos para lograrlo centraron parte de conversación a puerta cerrada entre los líderes pandilleros e Insulza. Ambas pandilla leyeron y entregaron al secretario general de la OEA textos en los que hacen referencia a su compromiso con avanzar en lo que consideran “un proceso de paz” y piden su colaboración para propiciar una mesa oficial de negociación con el gobierno de El Salvador, que sigue sin reconocer el proceso de diálogo que desde enero de este año mantiene con las pandillas, y que El Faro hizo público el 14 de marzo.
Al término de la reunión, Carlos García Cerón, “Duke”, líder de la facción Revolucionaria del Barrio 18, confirmó que ambas pandillas están a la espera de la respuesta gubernamental a ese llamado.
Durante la reunión con Insulza, sobre las mesas en las que se sentaron los líderes de la 18 y la MS-13 había ejemplares de un libro de Raúl Mijango titulado “Con el santo de espaldas” y de la última entrevista que el negociador dio a El Faro, en la que asegura que “Para que haya una solución definitiva, el gobierno tiene que sentarse a negociar con las pandillas”.
La visita de Insulza dejó además una fotografía para la historia: la de los líderes nacionales de la Mara Salvatrucha y el Barrio 18, las dos pandillas callejeras más poderosas de El Salvador, sentados a una misma mesa. Aunque según los negociadores Raúl Mijango y Fabio Colindres ya se celebraron reuniones similares a puerta cerrada el pasado febrero, mientras se negociaba la tregua entre los muros de la cárcel de máxima seguridad de Zacatecoluca, esta es la primera vez que los líderes de la MS y la 18 comparecen juntos en público.
Para hacerlo posible, la Dirección General de Centros Penales trasladó al penal de Mariona a 24 líderes pandilleros -incluidas dos mujeres- procedentes de siete cárceles diferentes, con el fin único de que participaran en esta reunión. La llegada de los pandilleros al centro penal La Esperanza, en Mariona, en el norte de San Salvador, se produjo entre 7 y 8 de la mañana, según fuentes de la Dirección de Centros Penales. Y la reunión con Insulza se produjo alrededor de las 10 de la mañana, de tal manera que los otrora enemigos a muerte estuvieron en la misma sala y en paz durante al menos dos horsa.
A este hecho excepcional se sumó un amplio despliegue de agentes policiales y custodios del sistema penitenciario en los alrededores de la Penitenciaría Central, aunque en contraste se permitió a los periodistas y al resto de invitados entrar al recinto con teléfonos celulares y dinero, algo prohibido habitualmente. Es ya común el relajamiento de ciertas medidas de seguridad en los actos públicos relacionados con la tregua que se han celebrado en distintos centros penales del país.
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