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Dos colombianos están condenados a muerte en China. En ese mismo lejano lugar hay otros cinco que ya están condenados a cárcel de por vida, y 25 más con condenas que oscilan entre los 12 y los 20 años de prisión. En Hong Kong, hay otros 48 arrestados por narcotráfico.

Todos ellos han caído en los últimos dos años en el país donde más ganan los narcotraficantes, pues el precio al por mayor de un kilo de cocaína es de 55.000 dólares. En Europa, ronda los 30.000 o 35.000 dólares, y en Estados Unidos está por los 20.000.

Las autoridades colombianas era poco lo que sabían de la ruta china. “Cuando empezaron a caer las primeras mulas descubrimos que tomaban vuelos que no pasaran por Estados Unidos o Europa. Salían de Bogotá, seguían a Lima (Perú), Sao Pablo (Brasil), Dubai (Emiratos Árabes), Hong Kong, algunos se quedaban allí, pero muchos seguían hasta Guangzhou (China). Es un viaje que dura casi cuatro días”, contó a SEMANA una de los oficiales del grupo de Delitos Especiales de la Sijín de Bogotá. Ese sencillo dato fue el punto de partida para descubrir la red que estaba detrás del envío de decenas de mulas.

Lo primero que hicieron los investigadores fue enviar policías encubiertos para tratar de cazar las mulas antes de partir. A comienzos de este año lograron interceptar a un hombre y una mujer. Dos cosas causaron sorpresa. La primera es que esta red usaba un sofisticado método para que las mulas ingirieran las cápsulas con droga. “Cada una llevaba 50 cápsulas pero era cocaína líquida envuelta en capas de látex. A diferencia del método tradicional, esto les permitía a las mulas poder ingerir alimentos y bebidas sin correr riesgo de que se reventara la droga en el estómago”, explicó la oficial. Una de las mulas decidió colaborar y dio la dirección del sitio en donde había permanecido dos días ingiriendo las cápsulas y el número de un hombre que le propuso en Pereira viajar a China cargada con droga a cambio de 2.000 dólares.

El lugar era una casa en el barrio Santa Fe, en el centro de Bogotá. Los uniformados comenzaron a vigilar el lugar y en coordinación con fiscales antinarcóticos intervinieron los teléfonos. Las llamadas arrojaron información clave. En una de ellas, una mujer -que resultó ser la jefa de la banda- charló abiertamente con una de las mulas que le decía que se había tragado 30 cápsulas y no podía con más. La jefa la regañó diciéndole que tenía que ingerir las otras 20 porque ya estaban comprados los tiquetes para China. Después le dijo que además ya iba a llegar la señora que la iba a rezar. “Eso nos causó curiosidad. Logramos ver que cada vez que iban a mandar una mula, llegaba una mujer y duraba dos días haciendo rezos y baños con menjurjes para que las mulas coronaran”, contó uno de los investigadores. La rezandera cobraba a la banda 8 millones de pesos por mula. La cifra se debía a que hacía este tipo de trabajos espirituales en círculos del Concejo de Bogotá.

Las interceptaciones al celular de la jefa permitieron ir armando el organigrama de la red. Identificaron quién buscaba a las mulas en el Eje Cafetero y policías encubiertos viajaron desde Bogotá para seguirlos. “La jefa estaba muy confiada y contaba por celular no sólo los pormenores de su negocio sino que incluso pudimos determinar que enviaba en promedio 15 mulas anualmente desde hace 10 años”, cuenta uno de los oficiales. A lo largo del caso determinaron que de los 55.000 dólares que les pagaban por el kilo de coca en China, a la red le quedaban libres 20.000.

Gracias a las conversaciones también hay serios indicios de que la jefa pudo estar involucrada en el asesinato de su esposo hace dos años, quien hasta ese momento era el jefe de la banda. Esta investigación aún está en proceso.

Lo más desconcertante fue descubrir que el contacto de la jefa en China para recibir las mulas con droga y entregarla a los mafiosos chinos era su propia hija. “Desde hace cuatro años, cuando la hija tenía escasos 16, se encargaba de los contactos en China. Ella, incluso, ha sido ‘secuestrada’ un par de veces por la mafia china como una especie de garantía. Cuando la mula no llegaba con la droga los chinos la retenían mientras su mamá desde Colombia cumplía”, explicó uno de los investigadores.

La jefa también creó una empresa ficticia de importaciones en Colombia por medio de la cual traía al país sus ganancias en contenedores cargados con mercancía. El pasado 22 de agosto la mujer y seis de sus socios fueron arrestados. Su hija está siendo buscada por las autoridades chinas.