Hacía más de tres meses que Paola Álvarez estaba desaparecida. Había cumplido 21 años y era madre de una hija de dos. Ayer al mediodía la policía encontró el cuerpo en una cornisa en la Ruta nacional 9. Tenía puesta la misma ropa que hace 104 días: un suéter verde, una calza oscura y zapatillas negras con detalles naranja. “El fiscal me dijo que el cuerpo es el de mi hija”, dijo la madre de Paola a La Gaceta de Salta.
Todas las sospechas de la justicia están puestas sobre un hombre que, según el fiscal, la habría matado por temor a ser abandonado, aunque no tenían un vínculo de pareja.
A las 11.40 del jueves los perros rastrillaron el camino de cornisa que une Salta y Jujuy y encontraron un cuerpo en el monte a diez metros del asfalto. Algunas versiones dicen que los policías llegaron allí por la denuncia de un hombre que pasó por el lugar.
El 5 de mayo Paola le avisó a su mamá que llegaría más tarde pero que antes de la medianoche estaría de vuelta. Esa fue la última vez que Mónica habló con su hija. “Me quedé dormida después de que escuché un ruido, pensé que había llegado”, contó. Al otro día, el papá de Guillermina llevó a la nena a la casa de Mónica y le dijo que Paola no había vuelto. Mónica le mandó un mensaje preguntándole donde estaba. “Ella siempre avisaba a qué hora vuelve y si se retrasa por algo”, contó la madre a Cosecha Roja.
Las imágenes que la muestran a Paola por última vez con vida son de las cámaras del cajero automático de la cuadra en la que vive Santiago Zambrani, un amigo de la joven y hoy principal sospechoso de ser el autor del femicidio. Esa noche se la vio entrar a la casa pero no salir. A las 4.30 de la madrugada del 6 la madre del amigo llegó a la casa en una camioneta Amarok negra, buscó al hijo y salieron juntos. Ambos están detenidos junto a Alfredo Zambrani, padre y esposo, quien contó un relato contradictorio. Santiago Zambrani quedó imputado por homicidio, la madre como partícipe necesaria y el padre por encubrimiento.
Una de las pistas que siguió la justicia fueron los celulares de los sospechosos. “Determinamos que Zambrani se dedicaba a la venta de estupefacientes, precisamente pasta base de cocaína, y que en tal faena él incluso se comunicó con otra persona para pedirle algún tipo de sustancia para suministrarle a Paola y se la cambió por droga. Eso se verificó y está acreditado”, explicó el Fiscal de la causa a el diario El Tribuno.
“Zambrani no estaba dispuesto a que Paola lo abandonara, porque él consideraba que tenían una relación de pareja que para Paola no era tal. Ante la posibilidad de que ella dejara de frecuentarlo, ya que había conseguido un trabajo fijo, él habría tomado la decisión de quitarle la vida”, siguió.
Los primeros análisis en el teléfono celular del acusado demostraron que antes de la desaparición de Paola, Zambrani buscó en Internet cómo usar cloroformo y donde se podía comprar. También hizo una extraña publicación en Facebook despidiéndose de Paola, casi al mismo tiempo en el que buscaba que efectos tenía el sedante Diazepam y qué pasa cuando se mezcla con alcohol.
Antes de desaparecer, Paola estaba terminando el secundario en el Bachillerato Salteño para Adultos N° 7169. No le gustaba faltar y era una estudiante aplicada. En los últimos días se dedicó a preparar un proyecto sobre violencia de género, que debía entregar una semana antes de desaparecer. A ella le interesó la problemática y participó de las marchas de Ni Una Menos que se hicieron en Salta.