Ezequiel Flores Contreras – Proceso.-
De manera pacífica, padres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa y estudiantes marcharon por las principales calles de esta ciudad que sigue colapsada por la narcoviolencia.
El recorrido que hicieron los manifestantes fue la ruta de la muerte y después de visitar dos monumentos erigidos a los tres normalistas asesinados durante la noche trágica, arribaron a la plaza cívica de Las Tres Garantías donde se realizó un mitin político-cultural para exigir justicia a un año de la barbarie que exhibió el nivel de corrupción, impunidad y violencia que se vive en Guerrero.
Por su parte, el gobernador interino Rogelio Ortega Martínez ordenó un operativo policiaco para resguardar con agentes que portaban equipo antimotín, el centro comercial Galerías Tamarindos, propiedad del exalcalde perredista de Iguala, José Luis Abarca, quien se encuentra preso junto a su esposa acusados de ser operadores del grupo delictivo Guerreros Unidos y señalados como responsables de la cacería desatada contra los normalistas.
Mientras que el Ejército reforzó la seguridad del cuartel del 27 Batallón de Infantería colocando barricadas y alambradas en el portón principal para evitar protestas como ha ocurrido anteriormente.
Cerca de las 13:00 horas, el multitudinario contingente, conformado por padres, normalistas, profesores y miembros de organizaciones sociales, partió de la calle Heroico Colegio Militar rumbo al zócalo, enseguida tomaron la calle Juan N. Álvarez hasta llegar al entronque que conecta con Periférico Norte, donde la noche del 26 de septiembre de 2014 un grupo de normalistas fueron rafagueados por civiles armados mientras ofrecían una conferencia de prensa tras el primer ataque realizado por policías municipales.
En este lugar fueron asesinados dos estudiantes: Julio César Ramírez Nava y Daniel Solís Gallardo.
En dicho punto se realizó un mitin y una ceremonia religiosa frente a una estela monolítica diseñada por el arquitecto Julio Alonso y construida por el arquitecto Frumencio Ramírez Cardona, que fue erigida en memoria de los estudiantes victimados.
Berta Nava, madre de Julio César Ramírez, insistió en la exigencia de justicia y advirtió que los padres de los normalistas desaparecidos y victimados no van a descansar hasta lograr que este brutal crimen se aclare y castiguen a los responsables intelectuales y materiales, así como a las autoridades responsables directos e indirectos.
Previamente, el contingente que se desplazó solo lanzando consignas y realizando pintas, protestó frente a la clínica particular Cristina, ubicada en el número 153 de la calle Juan N. Alvarez.
Uno de los normalistas sobrevivientes de la masacre recordó que en este centro médico se refugió un grupo de estudiantes que escaparon cargando un compañero herido de bala luego del ataque en Periférico Norte.
Luego, dijo que personal médico de esta clínica se rehusó atender al joven que prestaba un impacto en el rostro y luego llegaron los militares que en lugar de apoyarlos, señaló, se enfocaron en agredir y mofarse de los estudiantes.
También, los manifestantes se dirigieron a una brecha de terracería ubicada en el fraccionamiento Ciudad Industrial del Valle donde fue dejado el cuerpo del normalista Julio César Mondragón Fontes, el joven con el rostro desollado que mostró el sello macabro y cruel de la mafia que sigue operando impunemente bajo el manto protector de las autoridades en Iguala.
En este punto, también fue construido un monolito para recordar que los jóvenes victimados son semilla sembrada, refirió el constructor de los dos monumentos Frumencio Ramírez.
Cuando se esperaba que la marcha se dirigiera sobre el Periférico Norte, vía donde se encuentran el cuartel del 27 Batallón de Infantería y la plaza comercial Galerías Tamarindo que permanece resguardada por policías estatales, los padres y normalistas se trasladaron la plaza cívica donde culminaron la conmemoración con un acto político cultural.
Habitantes de Iguala salieron de sus casas para apoyar la manifestación y regalaron agua y fruta a los manifestantes.
En contraste, diversos establecimientos comerciales cerraron sus cortinas ante el paso de los manifestantes.
Desde ayer por la tarde, decenas de policías estatales cercaron esta ciudad para resguardar el centro comercial Galerías Tamarindos, propiedad de José Luis Abarca, ubicada en terrenos que de forma extraña el Ejército donó al próspero empresario vinculado con el narco.
Mientras que otro bloque de uniformados se apostó en la entrada sur de Iguala, sobre la carretera federal México-Acapulco, en el entronque que conecta esta localidad con el poblado El Tomatal.
En este punto, los policías con equipo antimotín revisan los autobuses que ingresan a la ciudad donde el año pasado agentes municipales, federales y soldados actuaron en contubernio con el narco para atacar y desaparecer a los normalistas de Ayotzinapa.
Informes oficiales refieren que al menos 12 autobuses salieron de la Normal de Ayotzinapa rumbo a esta ciudad y llegaron a las 12:20 horas sin que se registrara incidente alguno.
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