Cosecha Roja.-
Durante los tres últimos años de su vida Federico Cash se había convertido en detective. Desde que desapareció su hija María el 8 de julio de 2011 camino a Jujuy él había practicado todas las estrategias del investigador para encontrarla. Ayer, mientras conducía hacia La Pampa en busca de más pistas, chocó de frente con un Peugeot 207 y murió al instante. En el auto se encontraron folletos con el rostro de María.
El accidente ocurrió sobre las 17 en la ruta nacional 152, sobre el kilómetro 183 cuando él viajaba solo a bordo de su Renault Clío modelo 99. En sentido contrario manejaba una mujer de apellido Geiovinasso acompañada de su esposo. Los autos, blancos ambos, quedaron semidestruidos, con el capó ennegrecido por el fuego. La pareja de esposos que conducía a Buenos Aires está internada en el Hospital Padre Buodo en General Acha.
Cash tenía 70 años y llevaba 33 meses buscando a María, su única hija mujer. Tenía el pelo canoso, los ojos muy abiertos y la voz sosegada. La última vez que la vio fue el 4 de julio de 2011 cuando la despidió en Retiro parado desde un andén.
Ella iba en un bus con destino a Jujuy donde vendería ropa diseñada por ella misma, pero, por alguna razón que nadie pudo determinar, se bajó antes, en Rosario de la Frontera. Dos días después María llegó a Jujuy escribió un correo electrónico a sus padres y desapareció –o la desaparecieron.
Desde ese momento Federico Cash, su esposa y sus cuatro hijos dispusieron de todos sus recursos, todo su tiempo y todo su ímpetu para encontrarla. Viajaron a Jujuy y a donde hubiera alguien que declarara haberla visto. Hablaron con periodistas, jueces, gendarmes y defensores de derechos humanos. Publicaron sus teléfonos en programas de televisión, de radio y en Facebook.
La familia se convirtió en una unidad investigativa dirigida por Federico. Llamaban cada semana a los tribunales de Salta y Jujuy, reunían información, la sistematizaban ellos mismos y la pasaban a gendarmería. “Elaboro posibilidades en mi cabeza todo el tiempo. ¿Y si está en algún pueblo sin acceso a la televisión o las comunicaciones, resguardada por alguna solidaria parejita de ancianos? ¿Y si quedó en las manos de algún enamoradizo que la retiene y no la deja ir? ¿Y si está internada en algún centro médico, alguna sala, sin que nadie sepa que es ella?”, había dicho Federico Cash a Cosecha Roja.
Sus viajes en auto por el país en busca de pistas se habían convertido en un clásico de su método investigativo. Montaba su Fiat Duna rojo, empacaba, seguramente, los folletos con la imagen de su hija y aceleraba. Lo tuvo hasta enero de 2012 cuando se lo robaron en el barrio porteño de Palermo. “Es el elemento esencial para buscarla, me cortaron los pies”, había dicho en aquel momento. Semanas después se compraría el Renault Clío blanco modelo 99 en el que murió anoche junto a los carteles con la cara de María que encontraron los bomberos en su interior.
El Ministerio de Justicia había duplicado la recompensa para quien suministrara información que condujera a su paradero en abril de 2013. Ofrecía $400.000 que se mantienen hoy mismo y la línea telefónica dispuesta para recibir la información, que tendrá carácter confidencial, es (011) 5300-4020.
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