marisoloyhanartCosecha Roja.-

A Marisol Oyhanart la quemaron con un encendedor de auto y la asfixiaron. Los investigadores creen que usaron la campera que llevaba atada en la cintura. Un año después, el femicidio sigue impune y hay un solo sospechoso: un estanciero que no puede comprobar la coartada. Los seis policías de Bolívar que declararon antes de la feria judicial se contradijeron, dieron cuenta de las irregularidades del caso y apuntaron al dueño del campo como el responsable del crimen.

El 14 de abril de 2014 Marisol salió a caminar y no volvió. Vestía unas calzas, tenía anteojos de sol, auriculares y el celular. Sus cosas quedaron desparramadas por el campo de Saladillo y el teléfono nunca apareció. En medio de la búsqueda, un oficial de la comisaría de la ciudad de 23 mil habitantes llamó a la seccional de Bolívar para que colaboren.

En el libro de actas figura que el patrullero 17.428 fue de Bolívar a Saladillo y volvió a las 12 del mediodía del día siguiente. En las declaraciones, los tres oficiales que estuvieron en el móvil dijeron que en realidad fueron a buscar al empresario y lo llevaron a la comisaría de Bolívar. La orden vino de los jefes policiales porque “había ocurrido un homicidio”, pero todavía no habían encontrado el cuerpo de Marisol y la carátula de la causa era “averiguación de paradero”. “A esa hora de la noche estaban buscando a una mujer viva”, dijo a Cosecha Roja el abogado querellante Walter Vaccarini.

El único sospechoso se presentó como testigo en la comisaría de Bolívar y entregó su celular. Dijo que, años atrás, había tenido relaciones sexuales con Marisol. La noche de la desaparición estuvo solo en su campo. Una agente que declaró dijo que él le había dicho que sus hijos estaba con él. La mamá de los niños aclaró que ellos habían estado con ella esa noche. Los tres policías de Bolívar que lo fueron a buscar contaron que el hombre estaba solo en su estancia.En las actas tampoco figuran los datos del teléfono del empresario.

El jefe policial de Bolívar secuestró el celular, lo desarmó y lo volvió a armar antes de mandárselo a la fiscal Patricia Hortel. De la misma comisaría salió el patrullero que fue a buscar al empresario. El móvil no tenía ABL (una disposición necesaria en la provincia de Buenos Aires) pero seis días después del crimen de Marisol se lo habilitaron.

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Marisol tenía que pasar a buscar a los hijos a las 17. Aprovechó unas horas antes y salió a caminar. Nunca llegó al colegio de los niños. La hija mayor, que estaba en la primaria, llamó al papá y le dijo que la mamá no la había pasado a buscar. El marido llamó varias a veces al celular de Marisol pero como nadie contestaba le pidió a la abuela de los chicos que los retirara. Después fue a la comisaría de Saladillo a hacer la denuncia.

La policía, los bomberos, la dirección de tránsito de la municipalidad, la familia y los amigos la buscaron hasta las cuatro de la mañana. Los agentes de la comisaría suspendieron el rastrillaje y cortaron el acceso a la calle Yrigoyen. A las ocho reanudaron la búsqueda y diez minutos después, el cuerpo de Marisol apareció en unas taperas, una zona que ya la habían buscado.

Los investigadores creen que Marisol murió a la 1 de la mañana. Horas antes Martín Oyhanart intentó buscar a su hermana en la zona de las taperas junto con dos amigos pero la policía los echó. “Mucha gente pasó por las taperas, incluso el personal policial. Si el cuerpo de Marisol hubiera estado ahí, lo habrían pasado por arriba”, dijo Vaccarini. El Cuerpo Médico Forense de La Plata se llevó el cadáver. Cuando se fueron los peritos, la unidad fiscal investigadora de Saladillo ordenó cortar el pasto en la escena donde apareció Marisol.

La querella recusó a la fiscal Hortel por las irregularidades del inicio de la investigación. El segundo fiscal del caso fue Marcelo Romero: él entregó expedientes judiciales a una persona ajena a la pesquisa. Los abogados de los hijos y el maridos de Marisol lo recusaron de nuevo. Ahora, la causa está en instancia de casación y a cargo de Ana Medina de la UFI N°1 de La Plata.