Hay al menos once jóvenes en la escena. Fernando está tirado en el piso, indefenso, mientras dos lo patean. A unos metros, su amigo Tomás está caído sobre el asfalto de la calle cubriéndose de los golpes. Algunos rugbiers pegan. Otros arengan. Hay quienes agarran a los amigos de Fernando que intentan defenderlo. Otro registra la escena violenta con su celular.
Los peritos encontraron el video en el celular de uno de los rugbiers. Es una prueba más que podría ayudar a determinar el rol de cada uno de ellos en el crimen. Pero también es un alarde de la violencia, un acto de exhibicionismo “para ganar respeto y reconocimiento en grupos de pares”, explica el docente e investigador Pablo Vommaro, coordinador del Grupo de Estudios en Políticas y Juventudes (Gepoju) del Instituto de Investigaciones Gino Germani.
¿Por qué alguien se filma pegándole a una persona en el piso? ¿Por qué dejar registro de ese delito? Y más importante aún: ¿A quiénes está dirigido? “Habría que conocer cómo es el video, no por morbo, sino para ver si es un video donde es resalta a ellos mismos el hecho de la golpiza”, explica Vommaro. Más allá de eso, el investigador cree que al filmar ese video, el que lo hizo pensó en sus pares. “A quienes quiere mostrarle su hombría, su valentía o su condición de macho”, dijo.
“No se si son conscientes de que es un delito. Ellos hicieron esto y se fueron a dormir tranquilos. A las 10 y pico, casi 11, los encontró la policía durmiendo. Hay una cuestión de impunidad: ‘me voy a dormir tranquilo y no pasa nada’”.
Después del crimen, Vommaro analizó algunas de las cuentas de los rugbiers en Instagram y Twitter. Ninguno tenía demasiados seguidores. “Creo que por el perfil que tienen al grabar el video buscaban más una circulación entre grupos cerrados o una microviralización vía grupos de whatsapp o instagram para reafirmar o ganar respeto entre pares, no estaban destinados a la viralización”, explicó Vommaro.
Como muchos otros, los rugbiers detenidos hacían alarde y exhibicionismo de la violencia en sus redes: “Fua no falta nada para irnos a gesel (sic) con los pibes, a romper lo que nos faltó el año pasado”, escribió uno de ellos en Twitter unos días antes de las vacaciones. “3 noches seguidas a las piñas, si no hay piñas no pudo haber sido alta nocheeeee jajajajaja”, había publicado el verano anterior.
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Negros de alma
La novedad del nuevo video fue publicada por Infobae. Unas horas después Fernando Burlando, abogado de la familia del chico asesinado, lo confirmó: al menos uno de los rugbiers filmó la golpiza con su celular. “Se trata del hallazgo más insultante a la vida”, dijo.
La fiscal Verónica Zamboni recibirá la información que los expertos de la División de Operaciones Técnicas de la Agencia Regional de la Policía Federal lograron extraer de 10 celulares de los imputados. Los más de 5 terabytes de información los analizará con el apoyo de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de Villa Gesell.
“Si se comprueba que, además de hacer lo que hicieron, grabaron el asesinato, vamos a buscar elevar la condena. Eso demostraría que lo mataron por placer”, dijo Fabián Améndola, socio de Burlando.
Esta no es la primera vez que una persona se filma cometiendo un delito y que el video termina formando parte de la prueba para inculparlo. En 2017 el excéntrico Alejandro Radetic fue condenado a un año de prisión en suspenso por correr picadas en la calle. La prueba la había aportado él mismo cuando se grabó manejando su Porsche Cayenne a 240 km por hora por la Avenida 9 de Julio y lo compartió en las redes.
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Te deseo la muerte
Con el video de la picada logró lo que no había podido conseguir cuando subía fotos y videos rodeado de mujeres en bikini en la pileta, manejando un vehículo con los pies, entrando marcha atrás en un peaje o derrapando sobre la vereda: convertirse en el centro de atención. Ese día, la imagen de Radetic ocupó la portada de los medios más importantes y llegó a la TV.
Radetic intentó construir una imagen de hipermasculinidad a través de los estereotipos clásicos. Su mansión de Nordelta tiene vista al garage, donde descansan 24 autos de lujo. Su perfil de millonario excéntrico y su sueño exhibicionista lo llevaron a la cárcel: jamás habría sido condenado si él mismo no se filmaba cometiendo un delito.
En marzo de 2019 un chico de 25 años de Sebastián Elcano, un pueblo de 2500 habitantes del norte cordobés, se juntó con siete conocidos a tomar algo. Cuando estaba borracho lo ataron de manos y pies a una silla y lo violaron. Uno de ellos filmó la escena con su celular. El chico no se había animado a contar nada hasta que el video comenzó a circular entre los vecinos del pueblo. Los siete adultos terminaron presos acusados de “abuso sexual con acceso carnal”.
Hace unos días un policía de Lezama -provincia de Buenos Aires- se filmó mientras una chica menor de edad le practicaba sexo oral. En el video se ve cómo guiña el ojo y hace gestos frente a la cámara. Después subió el video del abuso a sus redes.