La causa estaba llegando a los dos años y no se tenía nada, incluso la hipótesis de trata, que por vía extrajudicial venían investigando los amigos y allegados, también perdía fuerza: de los rescates que atestiguaba Susana Trimarco no se consiguió un sólo testimonio que dijera haber visto a Florencia en la red de prostíbulos. Pero de pronto sonó el teléfono. Dos chicas de Santa Fé se habían logrado escapar de su cautiverio en Córdoba. Susana Trimarco venía llevando una actividad de contraste entre un book con fotos de chicas y el testimonio de las mujeres y niñas rescatadas. Las chicas fugadas dijeron haber visto a Florencia en el Gran Buenos Aires, en Provincia de Buenos Aires y en Córdoba. Ellas llegaron a declarar pero a los pocos días a una de las chicas volvieron a secuestrarla y a la otra le balearon la casa, torturaron a su hermano y entonces solicitó cambiar la declaración. A pesar de la evidencia, de la fuerza de los hechos, el fiscal no consideró como una hipótesis firme la trata.
Florencia estaba en la red de trata, sólo al sistema judicial le perduraban las dudas. En 2007 Susana Trimarco se comunicó con Silvina Bergmann para decirle que tenía un CD con las fotos de las chicas que estaban en Las casitas de Río Gallegos y que creía que una de las chicas era Florencia. Silvina viajó a Tucumán, donde reside Trimarco, y al ver la foto constató que la chica era Florencia. Los peritajes en Tucumán de la comparación entre esa foto y otras fotos anteriores de Florencia, dieron positivo. Se hizo un rastrillaje en Río Gallegos, se encontraron casos de trata pero no a Florencia. Aparentemente hacía muy poco había habido un traslado de chicas. En Neuquén se realizó otro peritaje para constatar la fotografía, dio también con un 80% de compatibilidad. En Buenos Aires, peritos puestos por la Fiscalía rechazaron la prueba. Para ellos la mujer de la fotografía no era Florencia. A esa altura ya la Brigada antisecuestros de Cipolla se había declarado incompetente. Lo mismo ocurrió con la fiscalía. En paralelo se gestionó la recompensa para quien brindara cualquier información del paradero de Florencia: tanto Neuquén provincia como Nación otorgaron la suma más alta, pero el teléfono provisto por la Fiscalía, según Retes, nunca sonó, ni siquiera para una llamada equivocada.
Pedro sabe que Florencia está en algún lado, cree que está en las redes de trata, pero también piensa que lo único que puede hacerse es esperar a que un testigo se acerque y con DNI en la mano diga dónde está Florencia, recién ahí “la justicia enviará diligencia de requisar el lugar, pero hasta que eso no pase, que aparezca un testigo, una chica que se anime a declarar, la justicia no moviliza prácticamente nada.” Los tiempos que para la justicia son normales son años de la vida de las personas, “la Florencia que se fue no va a volver nunca más, si vuelve ya va a ser otra”, reflexiona el hermano de Florencia, entre analítico y dolido.
El número que comparte Assorati es clave para entender por qué el poder se resiste a desmembrar las redes de trata, que forman parte del crimen organizado: en Bolivia el 13% del PBI lo compone el dinero enviado por trabajadores bolivianos desde Argentina, muchos de ellos esclavizados por la red de trata laboral. La connivencia con el delito atraviesa todos los estamentos de los tres poderes (de los cuatro para ser más precisos), una solución, dice la mayoría del movimiento de lucha contra la trata, sería declararla crimen de lesa humanidad, para que juzgue una corte internacional y que los delitos no prescriban. Pero ocurre que la esclavitud ya está prohibida en el mundo entero, la trata es esclavitud y es ya un delito de lesa humanidad. El Estado argentino está visiblemente ocupado en crear herramientas de combate contra la trata: está a punto de reformarse la ley del 2008, con la reforma quedará definitivamente penado el proxenetismo y será trata siempre que haya captura, traslado y explotación sexual sea la mujer mayor o menor, haya habido consentimiento o no, pero la ley profundiza aun más la centralización por parte del poder ejecutivo de la investigación y el rescate de las víctimas, nada más y nada menos que los policías y fiscales son los agentes ocupados de esas actividades, a esta altura una ya podría preguntarse si la ley, en este caso, no es más que cosmética. Una podría preguntarse si no estaremos presos de una moda siniestra: comprar y vender mujeres para generar movimiento económico, quizás para solventar otros negocios criminales, o si no estaremos también presos de una nueva tendencia: decir desde las pantallas y el parlamento que se combate la explotación y el delito, pero al fin y al cabo, no hacer absolutamente nada para que se cumpla la ley.
0 Comments on "La trata de mujeres y Florencia Pennacchi: un caso de manual"