En 1958, la selección francesa tenía su esperanza en el jugador estrella del Saint Étienne, Rachid Mekhloufi. Sin embargo, a pocos días de que iniciara el mundial en Suecia, aquel joven desapareció. Desertó por una revolución en un país que no existía.

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Publicada por Nómada. Por Gabriel Woltke.

A mediados del siglo pasado, Francia, el país que nos heredó los Derechos Humanos y el modelo de república, perpetraba una matanza al otro lado del mar Mediterráneo, en Argelia, la colonia que estableció en África desde 1830.

En la Segunda Guerra Mundial,  los argelinos lucharon para liberar a Francia de la ocupación nazi. Aportaron hombres y aportaron muertos. Francia fue malagradecida. La vida para los colonos era muy distinta de la de los franceses de la metrópoli y los argelinos querían su independencia. El Frente Nacional de Liberación de Argelia (FNLA) declaró la guerra en 1954. Una guerra que, tras ocho años, dejó 1.5 millones de argelinos muertos.

Los 33 jugadores argelinos que militaban en Le Championnat, la liga de fútbol francesa, no eran ajenos a lo que pasaba en su país. Era una camada de jugadores abanderada por Rachid Mekhloufi, delantero del Saint Étienne, que vivía una de las mejores épocas de su historia. Y Mustapha Zitouni, defensa del Stade Français.

Ambos eran pilares de una selección que apuntaba para campeona mundial porque además llevaba a los delanteros Raymond Kopa y  Just Fontaine. Valga decir que estos dos tampoco eran franceses de nacimiento. Kopa era polaco y Fontaine, marroquí.

Aquella selección terminó en tercer lugar en el mundial de Suecia. Fontaine fue el máximo goleador con un récord, aún imbatido, de 13 goles. Mekhloufi hubiera hecho una dupla letal a su lado, pero el argelino abandonó la concentración, a dos semanas del inicio del torneo. Nunca se arrepintió. “Me hubiera encantado jugar la Copa del Mundo, pero eso no era nada comparado con la independencia de mi país”, dijo tiempo después.

El plan de fuga ocurrió al final de un partido de liga. A la salida de las duchas, Mekhloufi se encontró con otros dos jugadores argelinos, Mokhtar Arribi del Lens y Abdelhamid Kermali del Lyon. “Mañana nos vamos”, le dijeron y cuando el desconcertado delantero les preguntó por el destino, le respondieron: “A unirnos con el combate de nuestros hermanos [a Argelia]”.

El 15 de abril de 1958, el diario deportivo L’Équipe, tituló: “Nueve argelinos desaparecen”.

Los futbolistas reclutaron a más argelinos que jugaban en Francia para que se unieran al combate en el terreno en que mejor podían hacerlo, en el césped y armados con una pelota. Cambiaron el uniforme bleus por el verde y blanco de un país llamado Argelia que entonces no era más que una colonia francesa. El Frente Nacional de Liberación de Argelia (FNLA) pidió a FIFA que los reconocieran como selección, pero el ente se lo negó.

Pero, ¿quién necesita permiso de la FIFA para ponerse un uniforme, empuñar una bandera y jugar un partido? Aquella selección salió a buscar rivales en todos los países ajenos a Occidente. Aquellos once jugadores hicieron que el mundo conociera que había una guerra cruel en un territorio africano llamado Argelia que quería independizarse de Francia.

Los once se fueron de gira, jugaron contra Liberia, Túnez, Irán, Siria e Irak donde, por primera vez, con todos los actos protocolarios, escucharon entonar su himno. También fueron acogidos en los países de Europa Oriental: Bulgaría, Yugoslavia y Alemania del Este. En China los recibieron con honores y, de paso, les pidieron que capacitaran a los entrenadores locales.

Aquella revolución futbolística le cambió la vida a Mekhloufi: “Cuando dejé el club de Saint-Etienne yo era una especie de perrito loco, un futbolista que sólo soñaba con el cine, la pesca y las mujeres… En la cancha sólo me interesaba marcar goles y me comportaba como un jugador oportunista. El equipo del FLN me transformó por completo. Me ayudaron a perfeccionar mi futbol, mi estilo, mi técnica, y a forjarme una conciencia política”.

Francia reconoció la independencia de Argelia en 1962. No sin perpetrar, un año antes, la peor masacre ocurrida en suelo parisino: más de 200 argelinos que manifestaban por su independencia fueron asesinados a manos policiales.

Tras el final de la guerra se disolvió la selección de los “Once de la independencia”. Mekholufi regresó a jugar al Saint Étienne, que bajó de categoría. Lo devolvió a la liga mayor y un año después lo sacó campeón.

En 1982, Mekhloufi fue el entrenador que llevó a Argelia a jugar su primera copa mundial. En su debut mundialista le ganaron 2-1 a Alemania, que llegaba como campeona europea. La selección del país independizado estuvo a punto de ser el primer equipo africano en pasar a segunda ronda.

Su destino dependía del partido entre Alemania y Austria pero ambas selecciones acordaron un marcador que les favorecía y eliminaba a los argelinos. A los diez minutos los alemanes marcaron un gol y el resto del partido fue perder el tiempo.

Cuarenta años después de que Mekhloufi renunciara a la gloria mundial para ir a luchar por la independencia de su país, otro jugador de origen argelino llamado Zinedine Zidane le dio a Francia su primera Copa del Mundo.