Cosecha Roja-. El oficial Claudio Salas creyó ver que lo apuntaban con un arma. Por eso, dice, disparó.
La bala dio justo en la cabeza de Braian Hernández, de 14 años, que iba en el asiento de atrás.
Era la noche del 19 de diciembre del 2012. Braian se había juntado con sus amigos porque acababa de terminar las clases. Uno de ellos le había sacado el auto al abuelo, una cupé Renault Fuego, para dar unas vueltas por el barrio Cuenca XV, al pie de la meseta neuquina. Vieron un auto en la oscuridad. Cuando pasaron cerca, el patrullero prendió las luces y el policía –Salas- disparó contra el auto.
Elizabeth Hernández, mamá de Braian, dijo, antes de empezar el juicio: “vamos a pedir perpetua para Salas. Esperamos que sea un fallo ejemplificador para que se acaben en los barrios los policías que reprimen, hostigan, encarcelan y ejecutan a los pibes”.
El juicio iba a empezar el martes, pero Salas tuvo problemas de salud. Esa mañana, en la Unidad 11 –donde está detenido-, el policía se desmayó y en la caída se golpeó la cabeza. Por eso pidió el traslado al hospital Castro Rendón. “Yo creo que se trata de una actitud dilatoria, no creo que sea un impedimento físico”, dijo el abogado querellante, Federico Egea.
Hasta el hospital marcharon los familiares de Braian y las organizaciones sociales que los acompañan, en un acto de repudio. “En el mismo lugar donde asistieron a Braian hoy atendieron a Salas”, dijo la madre.
El martes, pasadas las 9.30, se hicieron presentes en el lugar del juicio las Madres de Plaza de Mayo filial Neuquén y Alto Valle, el dirigente del Partido Obrero, Jorge Altamira, e integrantes del sindicato Aten y ceramista, entre otros.
Entre ayer y el miércoles empezaron a hablar los testigos. Serán más de veinte, en su mayoría policías. Están previstas cuatro audiencias como mínimo. Hoy, se harían los alegatos, aunque podrían pasar para la semana siguiente.
Salas está acusado de “homicidio calificado por haber sido cometido por un miembro integrante de las fuerzas policiales abusando de su función, con el agravante de haber sido cometido con violencia mediante el empleo de un arma de fuego”. La pena para ese delito es prisión perpetua.
Cinco de los seis amigos que iban con Braian Hernández declararon ayer, y rechazaron la versión de Salas y de los policías que lo acompañaban. Nadie le apuntó con un arma.
El resto de los chicos que iba en el auto declararán hoy y, con la versión que den otros policías, se completará la ronda de testigos.
Por pedido de los padres de Braian y por vigencia de la ley, los jueces resolvieron que los jóvenes declararan sin la presencia de público. Después sus representantes y la mamá de su amigo transmitieron a la prensa lo que habían dicho ellos. “Básicamente todos dijeron que no había ningún arma dentro del auto, y que no había ninguna razón para que Salas disparara”, contó uno de los abogados querellantes, Federico Egea.
También declararon ayer cuatro policías. Ellos dijeron haber visto el arma con la que les apuntaban. Egea explica que “en la reconstrucción se demostró que es imposible que la hayan visto” por la poca iluminación del lugar.
Por qué huyeron cuando se bajaron del auto, les preguntó la defensa. “Porque sabíamos que nos iban a cagar a palos”.
La madre de Braian habló del maltrato que sufrieron los jóvenes. “Los chicos destacaron el abuso que sufrieron todo el tiempo. Les pegaron y les decían que tenían que hacerse cargo del arma y de Braian, que estaba muerto”.
(Con información del diario Río Negro)
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