“Si a un jefe se le subleva la tropa, evidentemente hay algo que no escuchó o que no supo formular ante las máximas autoridades”, asegura Agustina Ugolini, doctoranda en antropología social y becaria del Conicet. Aunque considera que las demandas laborales son ambiguas, Ugolini insiste en la importancia de escucharlas en los términos en que están planteadas: “Por un lado, los gendarmes y prefectos se muestran como funcionarios públicos que prestan un servicio y, al mismo tiempo, se posicionan como trabajadores que tienen sus derechos vulnerados”, afirma la investigadora del Grupo de Estudios sobre Policías y Fuerzas de Seguridad de la Universidad de Quilmes. Ugolini tiene un amplio trabajo de campo en temas relacionados con la moral y los lazos de complicidad en la Policía Bonaerense. Actualmente, trabaja en la Universidad de Quilmes.
¿Cómo analiza este conflicto?, ¿es político, salarial, interno?
Como se ve en los medios de comunicación, algunos sectores políticos están asustados porque creen que detrás de la protesta hay una intención golpista. Es un temor válido si lo pensamos en relación a la historia que tienen las fuerzas de seguridad en nuestro país. Pero buscar el intento desestabilizador puede tender a ilegalizar el reclamo salarial. Es fundamental escuchar la demanda tal cual la formulan gendarmes y prefectos. En ese sentido, me parece importante aclarar que la protesta está dentro de un juego democrático. Ellos no tienen otra forma de reclamar un mejor salario si sus autoridades legalmente constituidas los desoyen.
¿Qué observa en el discurso que están utilizando los gendarmes y lo prefectos para hacer sus reclamos?
Lo que se ve en la formulación del discurso es ambiguo. Por un lado, se muestran como funcionarios públicos que prestan un servicio y, al mismo tiempo, se posicionan como trabajadores que tienen sus derechos vulnerados. En este contexto, la mayoría de los voceros intentan enmarcar la protesta dentro de los reclamos salariales.
Lo que veo en ese discurso es cierta inexperiencia de los gendarmes y de los prefectos para movilizarse y para hacer sus demandas colectivamente, mientras que cuentan con bastante experiencia en formular reclamos individuales ante la justicia. No saben de qué forma exigir sus derechos como trabajadores en un contexto donde aparecen como funcionarios públicos. Hay una ambivalencia. De acuerdo al momento o la situación, definen cómo deben presentarse. No tienen muy claro cómo se conciben: si como trabajadores, asalariados o funcionarios.
¿Hay una ruptura en las jerarquías? ¿Se rompió la cadena de mando?
Los jefes no deben haber escuchado las demandas de sus subalternos. Más allá que un jefe pueda interesarse o no por las condiciones laborales del personal que tiene a su cargo, lo que pasó muestra que algo falló en ese canal de comunicación. Si a un jefe se le subleva la tropa, evidentemente hay algo que no escuchó, que no supo o no quiso formular ante las máximas autoridades. Pero no creo que haya una ruptura en las líneas de mando, pues los gendarmes y los prefectos movilizados no están desconociendo las jerarquías. Ellos están protestando porque en este caso la vía de comunicación se rebalsó.
¿La sindicalización de las fuerzas de seguridad podría aportar una solución?
La sindicalización es un tema muy importante que debe debatirse. Pero no parece un reclamo explícito de gendarmes y prefectos. No hay una formulación clara sobre una posible sindicalización. Ni siquiera los voceros tienen esa intención en su discurso. Por el momento, la protesta se ciñe a la demanda salarial. Por ejemplo, en el petitorio dice “no nos sancionen”, pero no dice “permítanos sindicalizarnos”. Insisto, la sindicalización es algo que debe discutirse, problematizarse. Ellos tienen una línea de comunicación piramidal que debería funcionar, y hay mecanismos alternativos que podrían implementarse como el del defensor policial o el de la agremiación sin derecho a huelga. La demanda de sindicalización como lugar vacío no nos dice nada.
¿En qué momento comenzaron a agudizarse estos problemas salariales?
Por lo que ellos dicen, estos problemas comenzaron a finales de los años noventa pnoventa en el marco del achicamiento del Estado. En el caso de Gendarmería, desde la creación del Ministerio de Seguridad se ha tratando de resolver esos inconvenientes. El Gobierno estaba tratando de equiparar los sueldos. Son fuerzas a las que el Estado nacional les está pidiendo que desempeñen nuevas funciones. Por ejemplo, Gendarmería creció desde el 2004 hasta acá de una manera abismal. Las funciones que los gendarmes tienen que cumplir en zonas urbanas –Cinturón Sur, Vigías, Centinelas- los enfrentan a nuevas demandas laborales que se deben ir resolviendo.
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