Por Natalia Arenas / @arenasnatalita
Foto: China Díaz
La noticia de cuatro femicidios en un fin de semana duele pero no sorprende. El espanto nos sacude como las primeras veces que empezaron a visibilizarse los crímenes que todavía no se tipificaban, las violaciones, las violencias contra las mujeres. Melina, Lola, Araceli, Anahí, Micaela vuelven a gritarnos en la cara, a fundirse con las caras de Navila, Cielo, Vanesa y Cecilia. Y de tantas otras.
¿Cómo las nombramos a todas? ¿Cómo las singularizamos? ¿Cuántos espacios en blanco vamos dejando en el documento de “Femicidios 2019” para las que vendrán?
Necesitamos que se conozcan las historias detrás de los números. Necesitamos humanizar esa cifra de feminicidios que se mantiene desde 2015. Porque siguen matando a una de nosotras cada 30 horas. Necesitamos rescatarlas del olvido, de las páginas negras que los mercenarios rellenan con títulos rojos. Lo que no necesitamos es repetir estereotipos, discriminaciones y cuestionamientos a esas historias de vida.
Necesitamos hablar de esto. Necesitamos escribir. Y necesitamos hacerlo siempre, no sólo cuando matan a otra más. Necesitamos mantenernos en agenda. Necesitamos columnas fijas (y pagas) en los diarios, en los portales, en la tele y en las radios. Necesitamos bancas en las legislaturas y en el Congreso. Necesitamos ministerios, secretarías municipales, provinciales y nacionales que se ocupen, que prevengan, que asistan, que contengan, que redacten y monitoreen políticas públicas.
Necesitamos que ni un Mundial ni las Elecciones ni el dólar ni la inflación nos tape el horror que nos toca vivir desde que nacemos o elegimos ser mujeres. Necesitamos ser noticia siempre. Hasta que se harten tanto como nosotras, hasta que duela, hasta que sea insoportable.
Necesitamos que dejen de enfrentarnos entre buenas y malas víctimas.
Necesitamos que nos vean, que nos escuchen, que nos lean, que nos crean, que nos respeten, que no nos castiguen por no tener miedo.
Necesitamos que no nos juzguen.
Necesitamos que no nos usen.
Necesitamos que no nos violenten
que no nos culpen
que no nos maten.