Faltan varias horas para que Higui diga sus últimas palabras ante el Tribunal 7 de San Martín. Los alegatos finales se adelantaron cinco días y no hay fecha de sentencia. El clima adentro de la sala es el mismo de las dos audiencias anteriores: tenso, hermético.
Afuera, la expectativa. Todo el empuje que cientos de compañeras y compañeres le transmitieron a Higui en estos tres días está concentrado ahí, en la fuerza de los tambores, en el grito “¡Una lesbiana se defendió, se llama Higui queremos la absolución!”, en los carteles, las banderas, en las caras de cada une. En la incertidumbre y la esperanza. En la impaciencia ante lo inminente.
Es la mañana del jueves 17 de marzo. Hace 40 minutos empezó la última audiencia. Higui, nuestra heroína en este lío, se quiebra. Quién sabe qué le está pasando por la cabeza. Ella quiere contarle a los jueces la verdad. Aunque hace seis años lo viene contando y no le creen, ella quiere hablar. Llora. No lo puede controlar. Las amigas y compañeras la sacan. La llevan hasta un gazebo. Le hablan. La abrazan. La contienen. La hacen reír. Le sacan de la cabeza lo que sea que la atormenta. Así, por más de una hora y media.
—Cuando Higui salió de ese gazebo, era otra Higui. Salió con una fuerza y una energía tan grande— cuenta a Cosecha Roja Estefanía Santoro, una de las periodistas y militante lesbofeminista que acompañó todo el proceso judicial.
Higui volvió a la sala alrededor de las 13. Unas horas después dijo sus últimas palabras. Quienes la escucharon -el tribunal nunca permitió el ingreso de la prensa a la sala- dicen que su declaración fue contundente.
—Estoy contenta porque creo que estuve muy bien— resumió Higui.
El último en declarar fue el psiquiatra Enrique Stola. A las 19 el tribunal se juntó a deliberar. Ahí mismo todes se enteraron de que se venía la sentencia. Media hora después: Higui absuelta.
Higui, un metro cincuenta, camisa cuadrillé, mochila, con la pelota en una mano y el micrófono en la otra dice:
—Esto fue gracias a toda la fuerza, el cariño, la sabiduría, la protección, el respeto que ustedes claramente tuvieron.
Y después:
—Vamos a seguir peleando. Por esto. Por la defensa, guachas, guaches.
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—Quizás esto sirva para todas las Higuis que son criminalizadas— dice a Cosecha Roja Gabriela Conder, la abogada defensora—No sé si este fallo va a servir para todas las personas que son pobres y criminalizadas. De eso estamos lejos, es una deuda que tiene este sistema con las personas pobres.
De la sentencia, cuyos fundamentos recién estarán la semana que viene, Conder destaca que deja planteado que “nosotras tenemos derechos a defendernos frente a un posible femicidio, algo que la Justicia parece que no lo tiene muy claro”.
—Higui perdió—dice Conder—Ella fue criminalizada por defenderse. Lo que conseguimos, con toda la comunidad, fue algo que teníamos que conseguir sí o sí. Como lesbianas, travestis y trans ¿cómo no vamos a tener derecho a conservar nuestras vidas?.
Durante todo el debate quedó claro que Higui no mintió. Lo dijeron lxs psiquiatras, lxs psicólogxs: ella tenía un stress postraumático específicamente por el último intento de violación que sufrió. Aún así, la fiscalía pidió 10 años de prisión para Higui.
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En las palabras de Higui no faltó la pregunta que hace un año nos atormenta: ¿Dónde está Tehuel?
Higui inocente, Higui libre, Higui absuelta no se olvida de Tehuel, ni de las víctimas de gatillo fácil ni de los nietos ni de los 30 mil desaparecidos. Sabe que esta es una pelea ganada propia pero también colectiva.
—Las expectativas no eran muy buenas. Teníamos mucho miedo de que Higui no fuera absuelta— dice Santoro— Más allá de que confiábamos en el trabajo de sus abogadas y que una sentencia que la culpara podía apelarse, teníamos pocas expectativas. Sabemos que la Justicia y sus funcionarios y funcionarias todavía están atravesados por el pensamiento patriarcal y los fundamentos machistas.
En esta victoria hubo actrices fundamentales: todas las compañeras que desde el feminismo y el lesbofeminismo acompañaron a Higui cada día. Ellas se organizaron en la asamblea Absolución para Higui y lograron hacer carne lo que tantas veces repetimos: que luchar sirve.
Cada jornada en la puerta de los tribunales de San Martín fue un festival. Organizaron picaditos y una radio abierta. Por allí pasaron Nora Cortiñas; Alfredo Cuellar, el papá de la China, y Morelia Colque, la joven que este año fue absuelta del homicidio de su ex, a quien mató en defensa propia, entre otrxs.
Como la sentencia estaba prevista para la semana que viene, se estaba preparando una movilización masiva para el martes 22. El cambio de planes hizo que no pudiera ser, pero ni bien empezó a circular la novedad del adelanto de los alegatos, cientos de compañeras viajaron hasta San Martín para acompañar. Y se quedaron festejando hasta la noche.
—Higui no tenía intención de matar, se defendió de una violación correctiva y para defender su propia vida. Como así también se habla de legítima defensa cuando una persona es robada y defiende su propiedad privada. ¿Por qué no en este caso?—dice Santoro— La Justicia entendió que Higui se defendió porque estaba en riesgo su vida. Algo está empezando a cambiar: estamos siendo escuchadas.
Adriana Carrasco, periodista y militante feminista lesbiana, no sólo es una de las que estuvo de vigilia estos días, acompañando a Higui, sino que fue consultada por el equipo de abogadas comandado por Conder para el armado de la defensa.
-Lo que más me gusta de esta sentencia es que la ganamos en la ley de ellos, de los fiscales y los jueces. No sólo ganamos por perspectiva de géneros y lesbiana, sino que triunfamos en el terreno de la prueba material- dice a Cosecha Roja.
Es que la fiscal Liliana Tricarico, por mucho que se esforzó en armar una causa llena de irregularidades y con un sólo testigo presencial del hecho, amigo íntimo de la víctima, no pudo demostrar la culpabilidad de Higui. Lo que quedó demostrado es que Higui no tuvo intención de matar, sino que defendió su propia vida.
-El alegato de la fiscal fue una vergüenza. Lleno de lesboodio. Llegó a decir que Higui era sucia y desaliñada y que se defendió como un hombre -detalla- Buscó patologizarla de todas las maneras posibles.
Para Carrasco, este fallo significa que las lesbianas pueden defenderse con un cuchillo si las atacan en grupo para golpearlas y violarlas.
-Es una defensa proporcional al ataque. Y ayer absolvieron a una lesbiana que se defendió frente al ataque de cuatro sujetos de tamaño y fuerza mucho más grande que ella.
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La pregunta resuena una y otra vez ¿y ahora? ¿Cómo sigue la batalla de Higui? ¿Qué va a pasar con los otros varones que intentaron violarla y casi la matan?
-Higui ya hizo algo. Y la criminalizaron por eso- dice Conder.
Denunciar, exponerse, contar una y otra vez lo que pasó y que no le crean. ¿Hace falta?
-Ella quiere estar en su casa tranquila con sus perros y sus gatos. No quiere saber más nada de esto- confirma Conder.
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-Higui se ganó solita el respeto de los jueces- dice Carrasco- Su inteligencia, su dignidad, su manera de comunicarse con respeto, su capacidad para explicar. Higui es inmensa, una luchadora gigantesca.
—Bueno, chicas, se acabó la joda. Vamos a casa.
Higui deja el micrófono y se ríe. Se apoya sobre el pecho una remera con una foto de sus tres perritos.
Ahora sí es libre. Y con ella, todas lo somos un poquito más.