Higui cumplió 43 años el 7 de junio, Día del Periodista. Pasó el día en el penal de Magdalena, adonde había sido trasladada hacía una semana, después de pasar siete meses en el destacamento de San Martín, acusada del homicidio de Cristian Rubén Espósito. Ese miércoles y su hermana Azucena pidió desesperada por Facebook si alguien podía acercarse a Magdalena para llevarle algo por el cumpleaños. Cinco días después, el panorama es otro y por whatsapp Azucena dice que está muy emocionada por la noticia que empezó a circular hoy temprano, primero como rumor y después como confirmación: Eva Analía de Jesús va a esperar el juicio en libertad.
La liberación de Higui es una victoria del movimiento organizado de mujeres que logró poner su nombre y su historia en agenda. Que agitó y gritó y estampó #LibertadParaHigui en cada lugar que pudo. Es una victoria de su mamá y sus hermanas, que la visitaron cada vez que pudieron y que en estos ocho meses hicieron un curso acelerado y obligado de feminismo popular. También es una victoria de Carolina Abregú, de la Defensoría de Género del Partido de Malvinas Argentinas, que conoció a Higui casi de casualidad, cuando fue a visitar a otra mujer que estaba detenida en el destacamento de San Martín. A las pocas semanas, Carolina organizó una reunión con más de 50 amigas, amigos y familiares de Higui. Armaron una página de Facebook y empezaron a contarle al mundo la historia de la mujer lesbiana presa por defenderse de una violación correctiva.
A principios de 2017, el nombre de Higui empezó a quemarnos como antes lo había hecho el nombre de Belén, que estuvo tres años presa en Tucumán por un aborto espontáneo. En la marcha del 8 de marzo, la columna de la Asamblea Lésbica Permanente la puso en su bandera: Higui estaba presa por mujer, por pobre y por lesbiana. Por ser chonga y estar viva. Cuando su abogada tomó el caso entendió que hasta ese momento Higui había estado jurídicamente sola: no se habían hecho ninguna de las presentaciones posibles a su favor.
La historia nos atravesó como un rayo porque muestra que frente a la violencia machista la Justicia no deja lugar donde escondernos: si no te defendés morís y si te defendés vas presa.
Con el tiempo, conocimos quién estaba detrás del nombre: Higui va al arco y le gusta tomar cerveza. Trabaja de changas y es de Boca. Le va muy bien con las chicas. Le dicen Higui por el arquero colombiano René Higuita: en una foto de hace más de 15 años, tiene el mismo peinado que él, una melena enrulada y larga.
El 17 de mayo, Higuita pidió su liberación en Twitter. Con ese tweet, el nombre de Higui rompió algunos alambrados: antes que los grandes medios argentinos, se hicieron eco los medios colombianos, que querían saber quién era la mujer de la que hablaba el ídolo nacional. La BBC y El País de España también contaron su historia.
En las últimas dos semanas, la cara de Higui apareció en los canales de televisión nacional y los que veníamos siguiendo el caso sentimos que capaz, ahora sí, ella podía tener una oportunidad. El momento era perfecto: esta semana la Cámara de Apelaciones de San Martín tenía que decidir si aceptaba el pedido de excarcelación extraordinaria presentado por la defensa.
La noticia de su liberación provocó un gran grito de felicidad colectiva y feminista. Como si hubiera presentido que esta vez había una chance, en una carta que escribió desde la cárcel y que se difundió hace unos días, Higui agradecía así: “Gracias por existir amigos. Ya no sé qué más decirles. Gracias por el cariño. Prontito nos juntaremos y levantaré sus banderas como lo hicieron con la mía”.
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