La Tribuna-. La comunidad de la colonia Canaán, en Tegucigalpa, clama al gobierno que ordene presencia militar y policial permanente en la zona para frenar el alto índice de robos. Se encuentran sucumbidos en el cobro del “impuesto de guerra” y asaltos de los pandilleros.
Además del clima de inseguridad, las calles que sirven de acceso a la Canaán están totalmente destruidas y el paso es obstruido por “montañas” de piedras y tierra.
Alrededor de 60 viviendas han sido abandonadas por sus propietarios con el fin de venderlas, porque ni alquilar quieren las personas en ese lugar por miedo a ser víctimas de la criminalidad.
“Aquí la situación está terrible, mi hermana se fue y quiere vender la casa a precio de gallo muerto desde hace cinco meses y nadie se la quiere comprar”, lamentó una mujer.
En los sectores 3 y 4 es donde ni los conductores de autobuses, taxis ni mototaxis se atreven a llegar, porque están a merced de “mareros” (criminales) y las personas se han tenido que salir de sus viviendas para irse a vivir a otras colonias.
“Los malvivientes ya ni respetan a los que vivimos aquí, porque antes no nos asaltaban y ahora sí, aunque seamos conocidos de años siempre nos friegan en cuanto nos bajamos del bus”, se quejó.
Según datos estadísticos de la Fiscalía Especial de la Mujer, en la Canaán se reporta la mayoría de denuncias por violaciones sexuales.
EDUCACIÓN
Los alumnos del Instituto Canaán reciben clases en condiciones lamentables y las paredes de muchas aulas están llenas de moho que amenaza la salud de la comunidad docente-estudiantil.
Las jornadas nocturnas en la mayoría de los centros educativos públicos tienden a desaparecer por el índice delictivo que agobia al país, además de las amenazas de pandilleros de tomarse las instituciones en las que son sometidos los docentes y alumnos.
Por si fuera poco, los pobladores lamentan que en el instituto público Canaán, quién sabe que el próximo año vaya a funcionar la jornada nocturna debido a que muchos de los alumnos ya se han retirado por estar amenazados.
Así, indicaron que necesitan que el gobierno les proporcione vigilancia para los 504 alumnos de las tres jornadas, porque el mismo ministro de Educación, Marlon Escoto, ordenó que se cortara el servicio de vigilancia y solo hay un guardia que labora de diez de la noche a seis de la mañana.
Durante el día solo trabaja una portera de siete de la mañana a tres de la tarde y se le paga con las regalías, como el pago de certificaciones de calificaciones que realizan los padres de familia con un sueldo que no llega ni al salario mínimo.
Los pobladores no pueden ni caminar por el lodillo y los vehículos tampoco porque se quedan atascados.
De esta forma, indicaron que están de acuerdo en trabajar las 200 horas de clases, 1.000 si quieren las autoridades educativas, pero así como exigen deben ser conscientes de proporcionar seguridad, materiales didácticos, los pupitres y condiciones saludables y adecuadas para que la institución ofrezca calidad educativa.
Casi no hay sillas donde sentarse, el patio está resquebrajado, el muro perimetral a punto de colapsar, no hay cafetería, las pizarras están dañadas, los techos con fisuras y las puertas y ventanas deterioradas.
Los pobladores indicaron que al colegio le falta un muro en la parte posterior y es latente un deslizamiento del terreno por la falla geológica de El Reparto.
La calle principal y demás vías de la Canaán también se encuentran en deplorables condiciones y eso contribuye a que los pobladores, visitantes, vendedores, maestros y alumnos sean presa fácil de los “mareros”.
Las unidades de transporte solo llegan hasta un determinado punto del barrio El Reparto por Arriba, porque las calles son intransitables y las personas se ven obligadas a caminar largos trayectos para llegar a sus casas.
La mayoría de los habitantes de la zona caminan con los zapatos llenos de tierra y cuando llueve es una odisea porque no se puede ni transitar por el lodo.
En ese sentido, hacen un llamado a las autoridades de la Alcaldía Municipal de Distrito Central (AMDC) para que les pavimenten de una vez por todas, ya que por años lo único que han hecho es “rasparlas” y en cuestión de un par de meses ya están intransitables otra vez. (YLM)
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