“Venían ya con la metra en la mano y te decían andate a tu casa, ya son las diez de la noche y hasta las diez de la noche nomás podés estar acá”.
Las organizaciones que registran, visibilizan y denuncian situaciones como esa, las llaman “hostigamiento policial”. Se trata de un fenómeno que delimita prácticas en las relaciones entre efectivos de las fuerzas de seguridad y personas que viven en barrios pobres. El hostigamiento es una forma de abuso, parte de las rutinas de las fuerzas, que rara vez se observa en comunidades de clase media o alta, donde no serían toleradas.
El verdugueo, las amenazas, las extorsiones, las detenciones reiteradas por averiguación de identidad, las requisas sin motivo aparente, la retención del documento de identidad, la privación ilegítima de la libertad, el armado de causas, hacer que los detenidos se suban a móviles sin identificación, pasearlos en patrullero, tomar declaración, mantener la incomunicación, exámenes físicos por personal no médico, sacar fotos y exhibirlas. Todas esas prácticas conforman el hostigamiento policial. Los jóvenes de los barrios populares están potencial y permanentemente expuestos a ellas.
El informe “Hostigados violencia y arbitrariedad policial en los barrios populares” realizado por el CELS cuenta cómo esa práctica se da a lo largo y ancho del país. A continuación algunas cifras que lo demuestran esta práctica:
– Ciudad de Buenos Aires: entre 2012 y 2014, la Policía Federal detuvo a 7458 personas para averiguar su identidad. Sólo un 2 por ciento de esas detenciones derivó en una causa penal. Es decir que 7308 personas fueron liberadas sin que se les iniciara una causa. Esto es apenas un ejemplo de lo que se conoce como hostigamiento policial.
– AMBA: según el Ministerio de Seguridad de la Nación, en los operativos de control las fuerzas de seguridad interceptaron a 150000 personas, de las cuales 450 resultaron detenidas por distintos motivos. Sólo dieron un resultado relacionado con algún tipo de delito en el 0,3 por ciento de los casos. A esos números hay que agregarles las interceptaciones informales que no quedan registradas.
– La Plata: Según una entrevista a 600 chicos de entre 14 y 24 años realizada por el Observatorio de Políticas de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, el 46% de los encuestados fue demorado al menos una vez por la policía, un 16 por ciento dos veces y un 38 más de dos veces. Casi un 11 por ciento fue golpeado durante la detención y a un 10 por ciento le pidieron dinero a cambio de ser liberados.
Entre 2005 y 2015, el número de efectivos pasó de 45 mil a 90 mil. La tasa de agentes cada 100 mil habitantes en territorio bonaerense estaría en el orden de los 530, superando el promedio registrado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en países que informan este dato. El promedio en los países registrados es de 250-300 efectivos cada 100 mil habitantes. En la Argentina, para 2014, la tasa indicaba 794,9. “Cuando interceptamos a una persona lo hacemos en base al olfato policial. Pedimos documentos y procedemos a revisarlo”, confirmó un integrante del Comando de Prevención Comunitaria de esa ciudad.
– Mar del Plata: en 2015, el Centro Municipal de Análisis Estratégico del Delito encuestó a jóvenes de entre 15 y 17 años. De 808 adolescentes, el 36 por ciento fue interceptado alguna vez por la policía. Un 29 por ciento sufrió “maltrato verbal” durante la detención y un 14 fue víctima de maltrato físico.
– Mendoza: el equipo de investigación de la Asociación para la promoción y protección de los derechos humanos, Xumek, y la Cátedra de Derechos Humanos de la Facultad de Derechos de la UNCuyo encuestaron a 155 jóvenes de escuelas secundarias. Casi la mitad, proveniente de sectores populares, fue detenido entre cinco y más de diez veces. Ese porcentaje se achicó para los de los sectores medios: a un 11 por ciento lo detuvieron sólo una vez. El testimonio de un ex comisario mendocino lo confirmó: “el 80 por ciento de los delitos son cometidos por personas que pueden identificarse por determinadas características en la forma de vestir: gorra, zapatillas deportivas, se desplazan en autos modificados, con vidrios polarizados”.
Entre 2013 y 2014, casi el 40 por ciento de 2174 registros correspondían a detenciones por averiguación de antecedentes. El 97 por ciento de las personas mayores y el 90% de los menores detenidos recuperaron rápidamente la libertad. La mayoría de los detenidos eran varones. El 76 por ciento de los mayores de edad osciló entre los 18 y 29 años y el 49 de los adolescentes tenía entre 15 y 17.
Llama la atención la cantidad de detenciones masivas o razzias de una misma comisaría: 113 veces los policías detuvieron a dos personas juntas y hay casos de detenciones de hasta nueve personas.
– Córdoba: desde 1994 hasta abril de 2016, rigió el Código de Faltas que avalaba las detenciones por actitud “sospechosa” o simple “merodeo”. Denuncias públicas de las organizaciones sociales confirmaron que el Código se aplicaba de manera discriminatoria sobre jóvenes pobres de los barrios excluidos, quienes eran encarcelados, sin intervención judicial, por la ropa que llevaban puesta o por cómo se movían en la ciudad. Sólo en la ciudad de Córdoba, en 2009, se produjeron 27.000 detenciones por la aplicación del Código de Faltas. En 2010, 37.000 y en 2011, 42.700.
– Chaco: casi el 40% del total de las denuncias recibidas por la Secretaría de Derechos Humanos en las localidades de Resistencia, Fontana y Barranqueras entre enero de 2015 y mayo de 2016 son por hostigamiento policial. Desde 2006 existe una Fiscalía en lo Penal Especial en Derechos Humanos y para fines de abril de 2016 tramitaban 1133 causas contra funcionarios policiales. La magnitud de la cifra quedó al desnudo al compararla con causas que tramitan en fiscalías ordinarias que oscilan entre cuatro y 200. La cantidad de efectivos policiales que prestan servicio activo en toda la provincia no supera los 6.700.
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