Fotos Marita Romero
Algunos monos carayá quedaron calcinados y sus siluetas son ceniza. Otros murieron intoxicados por el humo y parecen embalsamados. No hay mucha esperanza para los que escaparon: son muy vulnerables a los perros de los campos. Se calcula que el 90 por ciento del parque provincial San Cayetano, en la provincia de Corrientes, fue arrasado por el fuego. Queda un pequeño monte por quemarse, pero el suelo se volvió una membrana seca y el daño forestal todavía no se puede calcular.
“Aunque levantemos de cero la reserva, los monos muertos ya no se podrán recuperar”, dice a Cosecha Roja Martín Kowalewski, director de la Estación Biológica Corrientes, una dependencia del Conicet que estudiaba el comportamiento de los monos en el parque.
Los carayá son una especie autóctona que tiene como particularidad comunicarse con aullidos agudos y viven en familias de a diez. Según el relevamiento ya murieron unas cinco familias completas, pero todavía no hay forma de saber si las otras 15 familias que tenían contabilizadas sobrevivieron.
“La sensación de tristeza por las pérdidas es difícil de explicar. Pero hace unos días encontramos una familia, lo poco que quedó sin quemarse, y nos miraban desde los árboles. Parecía que nos estaban diciendo ‘¿qué hicieron?’”, dice Kowalewski, que tiene un vínculo particular con la especie porque hace 30 años que se dedica a su estudio.
A finales de agosto ocurrió el primer incendio grande. Se sospecha que lo inició el dueño de un campo para que sus vacas pastaran en el parque. Hace dos semanas empezó el fuego en otro de los campos linderos, donde también se desarrolla la ganadería y tomó más de mil hectáreas. Combinado con temperaturas que llegaban a los 45°C y el viento norte, el fuego se descontroló y entró a consumir lo que quedaba del parque. Volaban hojas en llamas y un aire caliente que quemaba. Los monos no llegaron a escapar, se cayeron de los árboles. Los que todavía estaban vivos agonizaron en el suelo.
La zona fue declarada parque provincial en 2015 y está al lado de un riachuelo que desemboca en el río Paraná. También la habitaban carpinchos, nutrias, dos especies de caimanes yacarés, tortugas y serpientes: según lxs científicxs murieron casi todos, porque para estas especies es más difícil escapar del fuego.
Los carpinchos, zorros y ciervos quedaron a la deriva, buscan refugio y se enfrentan a los peligros de las rutas, los perros y los humanos: hace dos semanas fue noticia un aguará guazú que apareció en la puerta del shopping Sarmiento.
“El parque es una isla de conservación, porque acá el paisaje es una matriz de pastizal con parches de monte nativo. Esos parches, que deberían estar conectados, están muy fragmentados. Por eso muchos de los monos que intentaron ir de un monte a otro no lo lograron”, dice Kowalewski, que además de su trabajo en el territorio investiga la región y tiene un dato preocupante: en Brasil y Paraguay también están apareciendo monos quemados.
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En comparación con otras provincias, Corrientes no es de las más afectadas, pero según el parte de hoy del Servicio Nacional del Manejo del Fuego tiene 6.656 hectáreas consumidas. En el Congreso hay doce proyectos de ley en debate para tratar una ley de protección de humedales. El daño de flora y fauna autóctona no podrá recuperarse en varias décadas, pero buscan desalentar los incendios intencionales. Desde enero, el fuego quemó 769.732 hectáreas en todo el país.