Rearmarse. Juntar los pedacitos del propio cuerpo en cámara lenta y darse cuenta de que nunca volverán a estar en el mismo lugar. En ese proceso está Mailén, desde aquel 15 de abril de 2016, cuando grabó un video en el que denuncia que fue humillada, golpeada y violada por Miguel del Pópolo, ex cantante de la ahora disuelta banda indie “La Ola Que Quería ser Chau”. La justicia tardó diez meses en escuchar su voz: mañana, por primera vez, la Justicia le tomará declaración indagatoria al acusado.
Mailén fue veloz. Mucho más veloz que la justicia. No se dejó arrastrar por la vergüenza que suele envolver a las víctimas de abusos. Mailén se sentó frente a una cámara, puso play y, en poco más de 10 minutos, con lágrimas que insistían en doblegarla, contó todo. Todo.
El video no tardó en viralizarse e inspirar a otras víctimas. Rocío fue la primera que se sumó a la denuncia. Después llamarían otras.
Desde el 1° de diciembre la causa está en el juzgado 25, secretaria 161, a cargo de la jueza Fabiana Palmaghini. En medio de ataques de pánico, terror a estar sola y a salir de su habitación, Mailén tuvo que enfrentar la burocracia judicial: trámites en fiscalías, entrevistas con psicólogos que le preguntaban cómo estaba vestida esa noche y cómo no se dio cuenta de que Miguel “se la quería coger”. Y la repercusión impensada de su relato por You Tube: cientos de mensajes diarios de víctimas de abuso. Y algunos otros de fans de La Ola y defensores de Miguel.
Del Pópolo sólo tuvo una entrevista de dos horas con la justicia, de la que salió airoso: las pericias psicológicas dieron como resultado que no es un tipo violento. Algo que Mailén y su abogada, Nvard Nazaryan, suponían que iba a pasar. Estos resultados periciales hicieron que, después de ocho meses de silencio, Miguel saliera a hablar por Facebook de su “inocencia”.
Alejada de las redes sociales para resguardarse, Mailén se enteró por otra de las víctimas del mensaje de Del Pópolo. Pidió el link y lo abrió. Leyó “falsedades”, leyó “agredir y prejuzgar sin esperar a que se expida la justicia”, leyó “la realidad de los hechos”. Y se rió bastante. Le pareció ridículo. Y se volvió a reír. Una hora más tarde, salió a caminar con un amigo y se sintió mal. Se preguntó si ese post no iba a poner en duda su testimonio y el de las otras chicas. Tuvo miedo. Volvió a su casa, apagó el celular, llenó la bañera y se sumergió. Una hora y media se sumergió. Después se levantó, se secó y volvió a leer el post de Miguel. Y vio que de los cientos de comentarios, sólo cinco o a lo sumo seis lo defendían a él: fans, amigos incondicionales. Entonces, se rió otra vez. Y nunca más volvió a mirar.
Ahora, después de meses de espera, la Justicia llamó a del Pópolo a indagatoria. Será este jueves 2 de marzo. Los escenarios posibles son tres: Miguel puede quedar detenido, puede quedar procesado pero en libertad hasta el juicio oral o puede ser sobreseído.
“Lo que nosotras vamos a solicitar es que quede detenido”, dice la abogada de Mailén. Para ambas sería “aceptable” la segunda opción, pero de ninguna manera esperan el sobreseimiento, ya que hay “pruebas suficientes” para su procesamiento en la causa, que es “abuso sexual con acceso carnal”.
Mailén, la mala víctima
Cuando Nvard la vio entrar a Mailén a oficina, pensó que esa chica no era la misma que había visto denunciar una violación en Youtube. Habían pasado cuatro meses desde el video y Mailén estaba desarmada, juntando sus pedacitos. Rota.
Nvard tomó contacto con Mailén meses después de la denuncia, pero había visto mucho antes el video. “No pude terminar de mirarlo. Pensé en la valentía que tenía al hacer eso”.
La conoció personalmente en agosto, luego de que una amiga en común las contactara.
“La vi muy desgastada con toda la situación”, recuerda. Mailén estaba desbordada: después del video, de la denuncia, del tramiterío, de las entrevistas, del médico forense, recibía más de 500 mensajes por día de chicas que le contaban sus casos.
Nvard se convirtió en su abogada. “Mailén es de esas víctimas que se vuelven creativas con lo que les pasa, no se quedan en esa cosa vergonzosa o de miedo”, dice. “Más allá de hacer la denuncia, buscan visibilizar estos temas, generar conciencia” y “salen de esa figura de víctima que tal vez estamos más acostumbrados, en el derecho y en el periodismo, a ver”, detalla.
Para Nvard, ella es una “mala víctima”. ¿Quiénes son las malas víctimas? “Son las que no se quedan con lo que pasó, las que salen adelante y se proponen hacer algo creativo con eso”, dice. Eso hizo Mailén. “No se quedó en ese papel llorando y esperando una ‘justicia’ y que un juez diga que fue violada para que ella pueda sentirse reparada”, agrega Nvard. Mailén sigue buscando su reparación desde otros espacios.
El video que Mailen subió a Youtube dio impulso a otras denuncias y testimonios contra el mundo del rock, un espacio hasta entonces intocable. El caso más resonante es el de Cristian Aldana, el cantante de El Otro Yo, quien está detenido y procesado por siete casos de abuso sexual.
Y, a su vez, estos casos también desnudaron el pensamiento y accionar de otros músicos: las confesiones de Ciro Pertusi, de Jauría, y su gusto por las menores de edad y las declaraciones de Gustavo Cordera sobre la necesidad de las chicas de ser violadas. Para Nvard, se trata de un “destape” de los dos lugares: las chicas que se animan a hacer la denuncia, “pero también obligan a los tipos a decir este tipo de cosas”.
Mientras el expediente da los primeros signos de avance, Mailén intenta reacomodar su vida. Siempre atenta a la causa, tiene ahora otra tarea que la ocupa: el acompañar a otras chicas que sufren o sufrieron abusos. Reconocerse en el dolor de las demás es otra forma de rearmarse a una misma.
Esta nota fue escrita en el marco de la Beca Cosecha Roja y será publicada tanto en Cosecha Roja cómo en Diario Popular.-
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