murgaLa justicia tarda pero a veces llega. La fiscalía de Pompeya pidió la indagatoria de doce de los gendarmes que en enero de 2016 dispararon contra la murga de la villa 1-11-14, en el Bajo Flores, hiriendo a varios niños. Según las pericias,  los doce agentes usaron sus armas contra los murgueros.

Aquel viernes por la noche, en calle sin nombre y Charrúa, Los Auténticos Reyes del Ritmo se habían reunido para ensayar. Cerca de las 9 vieron que una camioneta de Gendarmería daba vuelta la esquina y se acercaba. “Esperá un cachito que hay muchos pibes”, le dijo Gustavo, el director de la murga, al conductor.

El auto avanzó igual empujando a algunas de las nenas más chiquitas.

– ¡Pará, flaco! – gritó otro de los murgueros.

– ¿Acá son todos guapos? – respondió un gendarme.

A Gustavo lo empujaron y cuando estaba en el piso un oficial empezó a disparar. Luego siguieron otros: las pericias balísticas dicen que esa noche se usaron doce escopetas.

El primer herido de aquella noche fue el hijo de Gustavo, de 14. Quiso ayudarlo a levantarse y le dieron en la pierna. Los dos corrieron e intentaron esconderse. Gustavo recibió más de diez balazos en la espalda. El gendarme, al que ya habían visto en el barrio, siguió tirando para todos lados y hasta le apuntó a un nene en la cabeza. Las mujeres escaparon con los cochecitos de bebés. En el tumulto, Kyara -una nena de 10 años- se desesperó porque no veía a su mamá y esquivó gente hasta que la encontró. Juntas, se ocultaron detrás de un auto y miraron cómo los oficiales “tiraban sin asco”. Los vecinos no dejaban de gritarles que pararan, que había niños heridos.

La Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) había recibido testimonios sobre la represión y presentó la denuncia, que recayó en la fiscalia de Pompeya. Allí ya tenían un “sumario de prevención”, hecho por la propia Gendarmería. La versión que presentaron los gendarmes era muy distinta: hablaban de “la agresión de un grupo de personas” que querían “entorpecer el retiro de los dos automóviles sustraídos, los que estaban siendo desarmados”.  En el sumario, los gendarmes habían omitido mencionar la murga y calles cortadas.
Los relatos de las víctimas y testigos coincidieron en que cerca de las 21, mientras la murga ensayaba, se presentó una grúa de la Policía Federal Argentina escoltada por dos patrulleros de la Gendarmería. Los móviles no pudieron avanzar por la numerosa presencia de gente, mujeres y niños.

“Ante la negativa o tardanza para abrirles paso de la manera pretendida y las discusiones que por ello se generaron, algunos de los efectivos de la Gendarmería Nacional que allí se hallaban comenzaron a disparar con las escopetas reglamentarias contra la gente que se oponía a la circulación de los vehículos, provocando lesiones de carácter leve por el impacto de postas de goma” a dos niños y tres adultos, se reseñó en la denuncia, publicada por el sitio Fiscales.gov.ar

La justicia logró identificar a doce de los gendarmes que participaron de la represión. Para los fiscales, está claro que “quienes decidieron arremeter contra la murga estaban perfectamente al corriente de su presencia, no obstante lo cual omitieron informarlo a sus superiores y utilizaron la fuerza contra los vecinos que allí se hallaban, de manera injustificada”, escribió el titular de la Fiscalía de Distrito.

A criterio de la Fiscalía ese no fue “el único acto de violencia”, sino “también la acción previa de avanzar innecesariamente por ese lugar con los vehículos y provocar la reacción de quienes ensayaban allí”. Además de los testimonios, en la causa hay videos en las que “se advierten los gritos de advertencia y los disparos de armas de fuego que igualmente se producen” y una pericia balística, que determina que “12 de las catorce 14 escopetas empleadas fueron disparadas”.