1.
Su nombre real era Elena Greenhill Blacker. Nació en 1875 en Yorkshire, Inglaterra. Cuando tenía 14 años se mudó con su familia al sur de Chile. El gobierno de ese país les había prometido un terreno de 40 hectáreas en Cerro verde, Victoria, a la altura de Neuquén. También les ofrecían animales, una carreta, un arado y 300 tablas y clavos para construir una casa.
2.
Sus padres le habían encargado cuidar a sus cuatro hermanos menores y ayudar a Emma, su madre, en las tareas del hogar. A Elena no le interesaban para nada las tareas domésticas pero sabía que mientras viviera con su familia no había manera de escapar de eso. De modo que a los 17 años se consiguió un marido.
3.
Manuel de la Cruz Astete tenía veinte años más que Elena. Era elegante. El día en que Elena se lo presentó a su familia llevaba puesto saco y chaleco de casimir color plomo, pantalón de cordero, pañuelo negro de seda en el cuello, botines de cuero de ternero colorados de doble suela y espuelas chilenas de acero. Llevaba una cigarrera de tela marcada con una “A” y un estuche de gamuza con una boquilla color amarillo.
4.
Con Astete se mudaron a la Argentina. Los primeros cuatro años vivieron en Choele Choel, después se establecieron en Río Negro, en la isla de Chelforó. Se dedicaban a la cría y engorde de ganado. En 1898 nació su primer hijo y en 1900 el segundo. Una tarde de enero de 1905 Astete se fue arreando ganado hacia Chile y no volvió nunca más. Su cuerpo fue hallado a un kilómetro y medio de la casa. Tenía la cabeza destrozada a piedrazos. La policía del lugar acusó a Elena de instigar la muerte de Astete. Decían que ella había mandado a su amante a asesinarlo.
5.
Se buscó lo más parecido a un abogado que había en la zona. Martín Coria era estudiante de leyes, sus conocimientos no fueron suficientes para lidiar con el odio que le tenía el comisario de Chelforó a Elena y fue presa. Ocho meses después salió en libertad y se casó con Coria. La ideas de legal e ilegal dejaron de tener importancia para Elena. A partir de ese momento los policías que la conocían como La Grinil empezaron a llamarla La Cuatrera. Junto a Coria andaban armados y se robaban rebaños enteros, lanares, caballos y ganados. Martín se ocupaba de las cuestiones legales: a punta de pistola le hacía firmar a sus víctimas la venta de sus pertenecías. Elena era la jefa de la banda. Las fuerzas de seguridad de Chubut la habían declarado su enemiga pública en todos los diarios regionales y nacionales. Era una especie de leyenda.
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6.
Con el tiempo la banda se profesionalizó. Hacían negocios turbios pero formalmente impecables: se dedicaban a la compraventa de haciendas y producción de ovejas. Tenían amigos en todos los lugares importantes: la Compañía de Tierras, la intendencia, la aduana. La empresa funcionaba, eso le dejaba bastante tiempo libre a Elena que disfrutaba practicando tiro. Ponía latas de tabaco Caporal en fila y les pegaba de cualquier forma. A veces ni apuntaba, accionaba el gatillo y dejaba a todos con la boca abierta. Era conocida entre los policías por este talento. Nada le molestaba más a los uniformados que una mujer con más puntería que ellos.
7.
Mercedes Cifuentes denunció a Elena y a Coria de haberle robado ocho mil ovejas y cuatrocientas vacas. Dijo que la banda le había arriado todo el ganado hasta su propiedad. La policía, que hacía años esperaba una buena excusa para detener a Elena, tomó ésta denuncia como argumento suficiente para emprender una persecución contra la inglesa y su banda. El 17 de febrero de 1909 los policías Juan Caminada y Ramón Puga de Telsen entraron en la finca de Elena. No había nadie. Se llevaron todos los caballos y ovejas que encontraron. También detuvieron al hermano de Elena. Caminada trabajaba en complicidad para otra banda, la de Asencio Brunel. Su principal preocupación era esa disputa entre pandillas.
8.
Tres días después Elena fue a la comisaría con los papeles de los animales secuestrados. La policía se negó a atender su reclamo y al día siguiente el comisario junto a un par de policías fue a la finca de Elena con el objetivo de detenerla. Coria y sus empleados dormían la siesta. Elena charlaba con una vecina en el fondo de la casa. Uno de los peones escuchó cuando la cuadrilla se acercaba y alertó a todes. Los policías iniciaron un tiroteo que duró una hora hasta que se quedaron sin municiones. En ese momento uno de los peones salió de la casa agitando un trapo blanco. Los uniformados se acercaron a la casa creyendo que habían ganado en ese enfrentamiento y Elena aprovechó para atraparlos. Los obligó a lavar los platos y a realizar otros quehaceres de la casa usando solo calzoncillos puestos durante varios días. Después de eso obligó al comisario Calegaris a convalidar la propiedad de Elena sobre sus animales.
9.
Coria murió el 4 de octubre de 1914 en Buenos Aires. Elena, junto a Taborda, su nueva pareja, decidió irse a vivir a Chubut. Antes de partir dejó un poder para el cobro de varias deudas y en un agujero de la pared del dormitorio, junto a la máquina de coser, un documento que acreditaba la propiedad de la hacienda para sus hijos. A la altura de Villa La Angostura dos policías de civil la sorprendieron. Se dice que sólo la pudieron matar porque ella se quedó sin balas. Le aplicaron la “Ley de fuga”, le dispararon y ya herida y desarmada, le dieron un balazo en la cabeza a las 3 de la tarde del 31 de marzo de 1915. Taborda logró escapar herido, con 11.143 pesos que Elena llevaba consigo. Al día siguiente lo atraparon.
10.
Elena Greenhill permaneció sepultada en la zona hasta 1949 cuando su hermana consiguió trasladar sus restos al Cementerio Británico en Buenos Aires. Los policías fueron procesados por el asesinato de la inglesa. Uno de ellos, Valenciano, reaparecería más tarde en Santa Cruz como protagonista de la represión de los trabajadores de la Patagonia Trágica.